La gran pregunta tras la reunión conjunta del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), que terminó el miércoles en Dubai, al noreste de Emiratos Arabes Unidos, es qué se logró. La respuesta depende de a quién se interrogue sobre el asunto.
Altos funcionarios como el presidente del Banco, James Wolfensohn, destacan que en dos días de debates oficiales y varios más de coloquios informales y seminarios hubo algunas cuestiones nuevas en la agenda, o al menos algunas viejas cuya importancia ha aumentado, a tal punto que quizás ahora se tomen decisiones al respecto.
Dos de esas cuestiones, según Wolfensohn y otras autoridades del Banco y el FMI, son la representación del Sur en desarrollo en los órganos de decisión de ambas instituciones y la asistencia que se brinda a los países menos avanzados, en especial a los más pobres.
Muchos gobernadores consideraron preciso dar (mayor) voz y representación a los países en desarrollo. Dije que tengo muchas esperanzas en que los accionistas de los países avanzados escuchen. Creo que el consenso es posible, declaró el alemán Horst Kohler, director gerente del FMI.
Por su parte, Wolfensohn dijo que hubo suficiente discusión y que una decisión al respecto no será aplazada.
El peso del voto de cada país en los organismos de decisión del Banco Mundial y del FMI se relaciona con su participación en la economía mundial. Estados Unidos cuenta con 17,14 por ciento de los votos y poder de veto, aun contra mayorías especiales, y el conjunto de los países ricos tiene más de 60 por ciento.
Para reformar el criterio de adjudicación de votos, u otras normas de la organización del Fondo o el Banco, es necesario reunir 85 por ciento de los votos.
Muchos países africanos alegan que deberían tenerse en cuenta otras variables para asignar votos a cada país.
La cuestión de la asistencia al desarrollo se ha discutido en casi todas las reuniones del Banco y el FMI, pero esta vez se le prestó más atención, entre otras cosas porque muchos países industrializados perciben que la escasez de esa asistencia puede ser un caldo de cultivo para el terrorismo, dijo a IPS un funcionario del Fondo que pidió anonimato.
Por otra parte, cumplir las Metas de Desarrollo del Milenio fijadas por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) exige aumentar en forma sustancial la asistencia al desarrollo. Una de esas metas es que la proporción de la población mundial que vive con menos de un dólar diario sea en 2015 la mitad que en 1990.
Pero hay dos razones básicas para que los países industrializados escatimen esa asistencia.
En primer lugar, Estados Unidos y otras naciones ricas ven a la ONU y otros organismos internacionales, incluyendo al FMI y el Banco Mundial, como instituciones burocráticas e ineficientes en el manejo de fondos, y a los gobiernos de muchos países pobres como corruptos, por ejemplo en Africa.
En segundo lugar, hay creciente competencia por el dinero de los países ricos. El año pasado, se destinaron unos 10.000 millones de dólares a tareas de reconstrucción de Afganistán tras su conquista por una coalición liderada por Washington, y el presupuesto para este año es el triple.
Los fondos necesarios por el mismo motivo en Iraq aún no han sido calculados con precisión, pero se piensa que en los próximos tres o cinco años sumarán de 50.000 millones a 75.000 millones de dólares.
Algunos piensan que la reunión de Dubai tuvo escaso o nulo resultado.
Honestamente, pasamos un buen rato, y el discurso del presidente del Banco Mundial fue muy agradable, pero no creo que eso nos lleve a brindar asistencia concreta a nadie, comentó Abdel Rahman Bouri, delegado de Djibouti.
En última instancia, el punto de vista de los países ricos es capitalista e interesado. Dicen que hay corrupción (en Africa). Hay un poco, pero en todas partes existe corrupción. Los países ricos usan eso como excusa, porque en el fondo no les importa ayudar a la gente, añadió.
El ministro de Finanzas de Emiratos, jeque Hamdan bin Rashe al Maktoum, señaló en el discurso inaugural de la reunión que los países en desarrollo no necesitan sólo dinero, sino también educación y otras herramientas para potenciar a sus pueblos.
Muchos delegados temían que el encuentro fuera escenario de más unilateralismo por parte de los países industrializados, luego de que la V Conferencia Ministerial de la Organización Mundial del Comercio, realizada del 10 al 14 de este mes en el sudoriental balneario mexicano de Cancún, terminó sin acuerdos.
Aun más importante que el dinero es reconocer que los países pobres, los ricos y los emergentes estamos en el mismo barco. No hay modo de avanzar en paz y prosperidad sin reconocer que este mundo es interdependiente, y que necesitamos cooperación multilateral, afirmó Kohler.
No percibí hostilidad tras las conversaciones de Cancún. Lo que veo es la noción de que debemos hallar una forma de volver a encarrilar la negociación. La mejor asistencia (al desarrollo) es el comercio, opinó Wolfensohn. (