La vacilación de Rusia sobre la construcción de un oleoducto entre Siberia y China constituye un nuevo revés para la política de diversificación de las fuentes de petróleo de Beijing, concentradas en Medio Oriente.
Cuando Moscú se comprometió a construir la tubería entre Angarsk, noreste de Rusia, y Daqing, noreste de China, se proyectaba que para 2010, entre 20 y 30 por ciento de las importaciones chinas de petróleo procederían de Rusia.
Esta proyección está ahora en duda, porque Moscú anunció que postergará la construcción del oleoducto, de 2.400 kilómetros de largo, por preocupaciones ambientales y debido a la necesidad de realizar un estudio de factibilidad.
El primer ministro ruso, Mijail Kasyanov, dijo esta semana en Beijing que el proyecto podría demorarse tres o cuatro meses.
Debo destacar que entre 95 y 100 por ciento de nuestra industria petrolera es explotada por empresas privadas, por lo tanto el gobierno ruso sólo puede ofrecer apoyo y estímulo para desarrollar recursos petroleros y exportarlos a ciertos destinos, aclaró Kasyanov en una conferencia de prensa conjunta con su par chino, Wen Jiabao.
Yukos Oil, la mayor compañía petrolera de Rusia, acordó en mayo proveer 700 millones de toneladas de petróleo en 25 años a China National Petroleum a través de un oleoducto que desembocaría en las refinerías de esta compañía, en Daqing.
El presidente chino Hu Jintao y su homólogo ruso Vladimir Putin aprobaron el proyecto de 2.500 millones de dólares, y se preveía que el petróleo siberiano estaría fluyendo hacia China para 2005, pero ese plazo parece improbable ante la postergación anunciada por Moscú.
El proyecto Angarsk-Daqing, en conversaciones desde 1994, tiene ahora un rival: un oleoducto de 3.800 kilómetros de largo y 5.800 dólares de costo a construir entre Japón y Nachodka, un puerto vecino a Vladivostok, sobre el mar de Japón.
Este último proyecto podría resultar más atractivo para Moscú porque permitiría la llegada del petróleo ruso a otros mercados, además de Japón, y que Rusia dejara de ser un proveedor cautivo de China, según observadores.
Además, el oleoducto Angarsk-Daqing se vio involucrado en cuestiones de política doméstica. Algunos ejecutivos de Yukos Oil son investigados por supuesta evasión fiscal, pero medios de prensa rusos dijeron que el Kremlin está disgustado por sus donaciones a opositores políticos.
Como alternativa al plan original, Moscú propuso construir un oleoducto en el Pacífico con una ramificación hacia Daqing. El planteo recibió una tibia respuesta de Beijing.
No nos importa si la línea de Daqing es la principal o un ramal. Lo que queremos es que esa línea se construya primero, para asegurar nuestro suministro de petróleo en el futuro cercano, constestó un funcionario comercial chino.
Sin embargo, persisten dudas sobre la existencia de reservas petroleras suficientes en el este de Siberia para sostener el flujo de dos oleoductos. La capacidad proyectada de la línea Angarsk-Daqing es de 600.000 barriles por día, y la de Nachodka, de un millón de barriles.
La estrategia de la diversificación ha estado presente entre los planificadores chinos de políticas energéticas desde que este país pasó del autoabastecimiento de petróleo a la dependencia de las importaciones de crudo, en 1993.
La economía nacional creció a un ritmo mucho más rápido que las importaciones de petróleo, y esto obligó a Beijing a dejar de lado la desconfianza política y abrir paso a la cooperación energética de largo plazo.
Dado que, según proyecciones, las importaciones de petróleo crecerán de 30 por ciento del consumo este año a 50 por ciento en una década, el gobierno chino estimula a las compañías petroleras estatales a procurar en el exterior contratos de abastecimiento a largo plazo o a adquirir participaciones en yacimientos petrolíferos fuera de Medio Oriente.
Cerca de 56 por ciento de las importaciones de petróleo de China proceden del Golfo. Beijing considera esto un factor de riesgo para su estrategia de seguridad petrolera, debido a la volatilidad política de esa región y a la creciente influencia de Estados Unidos en ella.
Aunque los problemas con el acueducto de Siberia puedan ser transitorios, no constituyen un buen augurio para la sedienta economía china, y además se suman a otro intento fracasado de las compañías petroleras nacionales por asegurarse el acceso a un yacimiento del mar Caspio.
El año pasado, China National Offshore Oil Group Ltd. y Sinopec Group fracasaron en sus intentos de comprar una parte del yacimiento de gas y petróleo de la compañía Kashgan, en Kazajistán, porque los socios de la empresa ejercieron su derecho prioritario de adquirir la porción al mismo precio.
Tanto Asia central como Rusia tienen un papel fundamental en la estrategia china de diversificación de sus fuentes de petróleo, debido a sus enormes reservas.
Beijing ha cortejado a ambos con lucrativas ofertas comerciales y la promesa de crear una zona de libre comercio dentro de la Organización de Cooperación de Shangai, integrada por antiguas repúblicas soviéticas y China.
Por ahora, China podría volcar su atención hacia el sudeste asiático, en particular hacia Malasia.
Como medida provisional, Beijing anunció esta semana que recortará drásticamente su producción de petróleo en Daqing, el mayor yacimiento petrolífero del país, para hacerlo rendir más tiempo.
La producción de Daqing, que representa un tercio del total nacional, podría caer 40 por ciento para 2010, declaró Ge Baoyin, alcalde de Daqing, al diario China Daily. La reducción permitirá extraer petróleo 20 o 30 años más, dijo.
Las reducciones en la explotación de los yacimientos están destinadas a crear reservas para uso de emergencia, dado que el país no posee una reserva estratégica de petróleo. (