El alto consumo de comida rápida o «chatarra» y de televisión, junto con la escasa actividad física, propician el sobrepeso y la obesidad de los niños en edad escolar de Chile, sin diferencia entre ricos y pobres, y en todo el país, según un estudio realizado con apoyo de la FAO.
La investigación fue realizada en 10 escuelas del norte, centro y sur de Chile por la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), el Ministerio de Educación y el Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Chile (INTA).
Las autoridades chilenas lanzarán ahora, con apoyo de FAO, un programa de capacitación de los profesores para incluir la enseñanza de buenos hábitos alimentarios en los planes y contenidos a partir del tercer grado de la educación básica, que dura ocho años en total.
Los maestros trabajarán con materiales didácticos, presentados en un taller de evaluación y seguimiento del proyecto "Educación en Nutrición en las Escuelas Básicas", efectuado el 21 de agosto en la oficina regional de FAO para América Latina, en Santiago de Chile.
El estudio demostró que no hay diferencias significativas en los hábitos alimentarios por región del país, ni tampoco entre niños urbanos y rurales, dijo a IPS Sonia Olivares, consultora local de la FAO.
Al iniciar la investigación, los expertos presumían la existencia de disparidades en las conductas alimentarias de los menores, debido a las variaciones climáticas, territoriales y culturales del extenso país.
"Chile es muy distinto en el norte y en el sur, pero lamentablemente, es homogéneo en este aspecto (alimentario). El 99 por ciento de los niños ve televisión, el quiosco escolar es un clon en todas las escuelas de Chile y las grandes cadenas de comida chatarra están en todas partes", afirmó Olivares.
"Unicamente en los jugos de frutas hubo diferencia en el norte del país, donde se consumían menos", agregó.
La investigación registró un bajísimo consumo de verduras, frutas y leche. La ingesta de productos lácteos disminuye en especial a medida que las niñas crecen, y los niños comen 70 por ciento más de lo recomendado de pan.
El análisis posterior indicó que la proporción de niños obesos es mayor entre los más pequeños, mientras las niñas tienden a aumentar de peso a medida que avanzan en edad.
La desnutrición, que afectaba en 1975 a 15,5 por ciento de los 1,2 millones de niñas y niños controlados en los servicios públicos de salud, bajó a cinco por ciento en 1993. Pero de 1987 a 1996, la proporción de escolares obesos en el primer año básico se duplicó, de 6,5 a 13,1 por ciento en los niños, y de 7,7 a 14,7 por ciento en las niñas.
A partir de las encuestas del proyecto "Educación en Nutrición en las Escuelas Básicas", la estatal Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (Junaeb) calculó que 17,2 por ciento de los alumnos de primer grado son obesos.
Olivares calificó de "pesadilla" a las galletas, los chocolates y otros de los refrigerios envasados llamados "snacks", debido a que incorporan cientos de calorías extra en la dieta infantil, y su ingesta aumenta con los años.
"Si los niños consumen snacks, ya resolvieron el consumo calórico diario. El aporte de este contenido energético es gigantesco", enfatizó la experta.
En general, los consumidores de esa mala dieta son además niños inactivos, que en promedio ven tres horas de televisión al día, una costumbre sedentaria que aumenta en los fines de semana y con el paso del tiempo. Esa es una de las causas de que predominen los preadolescentes con tendencia al sobrepeso.
Según el médico Fernando Vio, director del INTA y coordinador nacional del proyecto, la génesis de esa situación está en el crecimiento económico de Chile en los años 90.
"Gran parte de los ingresos familiares se destinó a los alimentos, pero a una mala alimentación, rica en azúcares y grasas, y también aumentaron las compras de automóviles y televisores", explicó.
Desde entonces hubo un aumento explosivo de la obesidad, asociado con estilos de vida "caracterizados por el sedentarismo y los hábitos alimentarios inapropiados", indicó Vio.
En 1997, las autoridades comenzaron a tomar conciencia de ese fenómeno y a adoptar políticas generales para contrarrestarlo, a través, por ejemplo, de los programas alimentarios de la Junaeb.
Gracias a la iniciativa de la FAO, se facilitarán siete textos didácticos y un disco compacto con material informático a las escuelas del país, sean municipales, subvencionadas por el Estado o privadas, para que los maestros aborden el tema con las niñas y niños, desde los primeros años.
Para la realización del proyecto es necesaria una red social con apoyo de las instituciones educativas, dijo el director del INTA.
"Nuestra generación ya tiene (malos) hábitos (alimentarios), es una generación perdida. La tarea está en los niños preescolares y escolares, en las 11.000 escuelas básicas, en los 140.000 mil profesores de Chile", concluyó Vio.
Constantino Tapias, representante de FAO en Chile, coincidió en que se debe buscar soluciones desde donde empieza el problema.
"La escuela tiene una misión fundamental en la formación, el rol de la educación básica es fundamental en la tarea de la alimentación y nutrición. Hoy se entrega el material para que, más tarde, sea devuelto a la sociedad", adujo.
El médico Francisco Espejo, director de la Junaeb, llamó a tener en cuenta todos los datos problemáticos, porque además de los escolares obesos por exceso de ingesta alimentaria, hay otro 10 por ciento cuya alimentación se basa en la asistencia que ese organismo brinda en las escuelas.
El proyecto "Educación en Nutrición en las Escuelas Básicas" se canalizó a través de dos conceptos, crecer y verse bien, puesto que los mensajes sobre la importancia sanitaria de los hábitos de alimentación "no llegan a los niños", dijo Olivares.
En los talleres de evaluación y seguimiento del proyecto se constató un incremento significativo del nivel de conocimientos de los niños sobre nutrición, un aumento del consumo lácteo, baja del consumo de pan, disminución de la proporción de niños obesos y con sobrepeso, y ascenso de los que tienen peso considerado normal.
Sin embargo, también se verificaron datos negativos, entre ellos aumento de sobrepeso en las niñas, casi nula ingesta de frutas y verduras, e incremento del consumo de snacks.
Para Olivares, la llamada comida chatarra es el "gran enemigo dentro y fuera del colegio. En el quiosco del colegio, los niños no tienen alternativa, y eso escapa a lo que puede ser la educación", sentenció.
La tarea es "crear conciencia y estimular a los niños, porque un niño es una fuente generadora de cambios en el hogar. La prueba está en la influencia que tienen en las compras alimentarias, por ejemplo en el supermercado", señaló Olivares.