El relámpago del Catatumbo, el principal regenerador de la capa de ozono de la Tierra, sobrevive en Venezuela gracias a las ciénagas del parque ubicado al sur del occidental Lago de Maracaibo, que admiradores buscan poner bajo la protección de la Unesco.
Se trata de un fenómeno excepcional, la mayor fuente de su tipo (tormentas eléctricas) para regenerar la capa de ozono en el planeta y un espectáculo de gran belleza que Unesco debería declarar patrimonio natural de la humanidad, destacó a IPS el ambientalista Erik Quiroga, el principal promotor de la idea.
Quiroga fue quien pidió a Venezuela proponer que se adoptara el 16 de septiembre como el Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono, iniciativa aprobada por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas a fines de 1994 a solicitud del Grupo de los 77 países en desarrollo más China.
La fecha elegida recuerda la adopción el 16 de septiembre de 1987 del Protocolo de Montreal relativo a Sustancias Agotadoras de la Capa de Ozono, como los gases clorofluorcarbonos (CFC), empleados como refrigerantes industriales y aerosoles y del plaguicida bromuro de metilo.
El relámpago es una tormenta nube-nube que forma un arco voltaico a más de cinco kilómetros de altura, durante 140 a 160 noches al año, 10 horas cada jornada y hasta 280 veces por hora, sobre las ciénagas formadas cuando el río Catatumbo, que nace en Colombia, entrega sus aguas al Lago de Maracaibo.
El total de descargas eléctricas es 1.176.000 por año, con una intensidad de hasta 400.000 amperios, según mediciones de la caraqueña Universidad Simón Bolívar, y su luz es visible hasta 400 kilómetros de distancia.
Este fenómeno climático, para el cual se busca la protección de la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) es además un orgullo para el occidental y petrolero estado de Zulia, que lo ostenta en su escudo, simplificado como un rayo.
Se le conoce también como el Faro de Maracaibo, pues su luz se puede percibir desde la entrada del golfo de Venezuela y las vecinas Antillas Holandesas, dijo a IPS el experto Gonzalo Godoy.
El origen de la formación del relámpago del Catatumbo hay que buscarlo en los vientos alisios procedentes en dirección noreste- sudeste, que al entrar en la depresión donde está el lago chocan con la sierra de Perijá (limítrofe entre Colombia y Venezuela) y crean masas de aire con baja presión en el sur del área, sobre el espejo de agua creado por las ciénagas.
El choque con los vientos que avanzan desde los Andes provoca las tormentas y el relámpago consiguiente, por las descargas eléctricas sobre gases ionizados, concretamente el metano producto de la descomposición de materia orgánica en los pantanos y que, por ser más liviano que el aire, asciende con facilidad hasta las nubes.
La energía eléctrica que el fenómeno aplica al oxígeno en el aire produce ozono, un gas que por ser un potente oxidante es tóxico en la troposfera (hasta 12 kilómetros de altura) pero benéfico en la estratosfera (a mayor altura), pues conforma una capa que filtra los rayos ultravioleta y protege la flora y la fauna.
Estimaciones de la estadounidense Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA) dan cuenta de que el hueco en la capa de ozono del planeta puede alcanzar este año a 28 millones de kilómetros cuadrados, que equivale a tres veces el tamaño de Estados Unidos.
La principal causante del hueco es la emisión de gases industriales CFC.
El ozono generado por las tormentas eléctricas en las zonas templadas del planeta puede ser tóxico, porque la atmósfera es más pesada y el gas tiende a ubicarse entre los cinco y 12 kilómetros de altura, mientras que en la zona tórrida la atmósfera es más liviana y cálida y asciende rápidamente a mayor altura.
De todos modos, el aporte regenerador de fenómenos como el del Catatumbo, aunque valioso, es muy pequeño, pues las tormentas eléctricas apenas aportan 10 por ciento del ozono que se forma en el planeta, apuntó Quiroga.
El país con mayor cantidad de descargas eléctricas en el mundo es Brasil, con unas 70 millones al año, pero los lugares específicos con mayor frecuencia anual son Bogor, al este de Java (Indonesia) y el área del Catatumbo.
Bogor tiene un promedio anual de 223 días de tormentas nube- tierra e incluso figura en el libro Guinness de récords por los 322 días de tormentas medidos en los años de 1916 a 1919.
Sin embargo, y aunque no hay suficientes estudios que cuantifiquen el ozono aportado a la atmósfera, se considera al relámpago del Catatumbo el mayor generador individual, a juzgar por la intensidad de su destello, porque sus descargas son nube- nube y porque ocurren con más frecuencia en cada jornada.
La base para que el fenómeno ocurra son las 300.000 hectáreas de ciénagas al sur del Lago de Maracaibo, 270.000 de las cuales tienen régimen de protección como Parque Nacional, recordó a IPS Godoy, el biólogo que preside la entidad ambiental Procuencas.
Godoy advirtió que el espejo de aguas que origina el relámpago puede verse mermado según como se exploten para agricultura y cría las tierras altas del Catatumbo, por lo demás oferente de 60 por ciento del agua dulce del Lago, donde la salinización ha avanzado al dragarse la garganta que lo comunica con el golfo de Venezuela.
Por esas razones sería conveniente tender la protección de la Unesco sobre todo ese patrimonio natural, en procura de elevar además el grado de conciencia de la población sobre la necesidad de preservar la capa de ozono, insistió Quiroga.