La falta de recursos financieros conspira contra toda estrategia para combatir la desertificación, advirtieron en la capital cubana participantes en una reunión internacional que abundó en críticas al mundo industrializado por «incumplir» sus compromisos.
"Las instituciones internacionales deben apoyarnos de una vez y por todas para poner en práctica lo que ya hemos elaborado", dijo el ministro de Medio Ambiente de Burkina Faso, Djiri Dakar, en la VI Conferencia de las Partes de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación y la Sequía (COP6), que comenzó el 25 de agosto y terminará este viernes.
El descontento por la falta de mayor compromiso del Norte industrializado, donde están los principales donantes, ha sido el común denominador de la COP6, que entró esta semana en su fase decisiva, con participación de 16 jefes de Estado o de gobierno, en su mayoría de Africa, tres caribeños y dos latinoamericanos.
La desertificación es un proceso gradual de pérdida de productividad del suelo y de reducción de la cubierta vegetal, debido a la actividad humana y a variaciones climáticas, como sequías prolongadas e inundaciones.
Según cálculos de expertos, dos terceras partes del continente africano son desiertos o tierras secas, lo mismo que una cuarta parte de los suelos de América Latina y el Caribe, aunque el fenómeno también impacta sobre Estados Unidos y naciones europeas como España.
La ausencia en La Habana de representantes de alto nivel de Europa, Estados Unidos y Japón fue interpretada como desinterés e indiferencia por muchos delegados, que destacaron la deuda ecológica del Norte con el Sur en desarrollo.
Los estilos de vida y modalidades de consumo de los países industrializados "han sido la principal causa del deterioro ambiental que hoy afecta a nuestro planeta", señalaron los gobernantes en una declaración conjunta emitida el martes.
Los países industrializados deben asumir sus obligaciones específicas, por "la mayor responsabilidad" que les cabe en la degradación ambiental y "su mayor capacidad financiera para enfrentar los retos actuales", indicaron.
"El Norte debería estar, porque es parte del problema", señaló a IPS la directora de la división de América Latina y el Caribe del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), Raquel Peña-Montenegro.
Algunas inversiones de países industrializados en el Sur "pueden ser muy dañinas", como las dirigidas al sector minero, con un "impacto desastroso en nuestra región y grandes beneficios a corto plazo para las compañías", explicó.
Pero la experta sostuvo que las soluciones no requieren sólo los recursos del Norte o las medidas que adopten sus países para mitigar el deterioro del ambiente, ya que el salto cualitativo necesario es que los gobiernos den prioridad en sus agendas a los temas de la Convención.
El FIDA es un organismo especializado de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que elabora y financia, mediante préstamos y donaciones, proyectos que dan a comunidades pobres del campo la posibilidad de salir de la pobreza.
De los 1.200 millones de personas que viven en situación de pobreza extrema, 900 habitan en zonas rurales, según cálculos de esa agencia.
En la declaración, los gobernantes acogieron la disposición del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM) de servir de mecanismo financiero de la Convención, y su decisión de añadir a sus áreas de actividad una sobre degradación de tierras.
El presidente del FMAM, Leonard Good, anunció en una sesión de trabajo con ministros y expertos que el Fondo contará en los próximos años con unos 500 millones de dólares adicionales para dedicar al tema de los suelos.
Especialistas reconocieron que esos recursos no son suficientes, "pero es mejor que lo que teníamos antes, que era menos", comentó a periodistas el coordinador de la Convención para América Latina y el Caribe, Sergio Zelaya.
En la declaración se pidió al GEF que elabore directrices concretas para facilitar el acceso a recursos financieros por parte de los pequeños Estados insulares, donde la degradación y erosión de los suelos tiene peculiares que la agravan.
Según especialistas, en islas rodeadas por mares regionales como el Caribe, el proceso de desertificación tiene impacto inmediato en los estuarios y las zonas de arrecifes coralinos, donde están las pesquerías, afectando importantes recursos alimentarios.
"En estas islas, todo es una cadena, el impacto se transfiere al medio marino y afecta a toda la región", dijo a IPS el experto Antonio Perera, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
La convención contra la desertificación fue aprobada en París el 17 de junio de 1994, y entró en vigor en 1996. Es la primera y única ley internacional en la materia. Hasta ahora adhirieron a ella o la ratificaron 190 países.
En la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible del año pasado, ese tratado fue señalado como un instrumento clave para erradicar la pobreza en las regiones áridas rurales.
En ese sentido, la COP6 debe decidir medidas complementarias para promover el desarrollo sostenible, a fin de lograr que la proporción de la población mundial que vive con menos de un dólar diario sea en 2015 la mitad que en 1990, una de las llamadas Metas del Milenio de la ONU.
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+ Sitio de la Convención (http://www.rolac.unep.mx/deselac/esp/html/convencion.htm) + FMAM (http://www.theGEF.org) + Centro de información, gestión y educación ambiental (http://www.medioambiente.cu/CIGEA/desertifi.htm)