No fue sólo el calor. La contaminación también contribuyó a las miles de muertes que se registraron en Francia en agosto, en medio del verano europeo más caluroso que se recuerde, afirmaron expertos en salud.
”Entre 1.000 y 3.000 personas murieron en Francia el mes pasado debido a la contaminación humana”, sostuvo Jean-Felix Bernard, presidente del Consejo Nacional del Aire, en declaraciones a IPS.
El gobierno francés admitió que 11.435 personas murieron en este país en la primera quincena de agosto a causa de temperaturas que alcanzaron los 43 grados en el suroeste, 10 por encima del promedio del mes, y 40 grados en París.
Al calor intenso se sumó la falta de médicos y enfermeros a causa de las vacaciones y la imprevisión, según reconoció el propio gobierno.
En el mismo período, la agencia meteorológica France Météo también registró en las principales ciudades nuevos picos de gases tóxicos, entre ellos ozono, dióxido de carbono, dióxido nitroso y metano, dijo Bernard.
”En Estrasburgo, en la frontera con Alemania, se registraron altos niveles de contaminación durante 28 días seguidos en agosto. En París, medimos picos de ozono y dióxido de carbono durante 10 días consecutivos. Nunca antes se habían registrado esos niveles”, informó el experto.
La experiencia reciente ha demostrado que la contaminación es una de las causas principales de muerte en los centros urbanos cuando hace calor extremo, explicó Bernard.
”Ahora sabemos que el calor y la contaminación juntos matan”, aseguró.
Jean-Pierre Besancenot, epidemiólogo de la Universidad de Dijon y especialista en los efectos del calor sobre la salud humana, concordó en que la contaminación agravó la crisis.
”El calor agravó los efectos de los contaminantes acumulados en la atmósfera de las ciudades, y viceversa”, dijo Besancenot a IPS.
”Varias investigaciones han demostrado que, en medio de una ola de calor, las muertes causadas por la alta temperatura del cuerpo son insignificantes en comparación con las provocadas por complicaciones cardíacas y respiratorias. La contaminación es la causa principal de estas complicaciones fatales”, aseguró.
El efecto mortal de la contaminación sobre personas que padecen enfermedades respiratorias y cardíacas se volvió evidente durante una ola de calor en Atenas en 1987 y otra en Londres en 1995, recordó Besancenot.
En 1987, una ola de calor causó la muerte de 2.000 personas en la capital de Grecia.
Como resultado, ”en 1988 las autoridades griegas restringieron el uso de automóviles y las actividades industriales en Atenas. En consecuencia, el número de víctimas fatales (del calor) se redujo considerablemente”, explicó el epidemiólogo.
El gobierno francés debería aprender de estas experiencias y tratar de reducir la contaminación, exhortó Bernard.
”Por lo que yo sé, la contaminación es causada por actividades humanas. Si deseamos evitar catástrofes similares, debemos hacer cambios, en especial en lo relacionado con emisiones de los automóviles y las industrias”, instó.
Mireille Ferry, portavoz del Partido Verde, realizó una demanda similar.
”Un automóvil diseñado para viajar a 200 kilómetros por hora consume 20 por ciento más combustible en la ciudad que uno con menor potencia”, señaló.
Por eso, los gobiernos deberían fijar límites a la potencia de los automóviles. ”Pero lo primero que se debe hacer es reducir la presencia de vehículos en las ciudades”, urgió Ferry, en declaraciones a IPS.
Las emisiones de los vehículos son la causa principal de la alta concentración de gases tóxicos en la atmósfera de la ciudades, principalmente dióxido de carbono, pero también ozono.
Los actuales límites establecidos por autoridades europeas son insuficientes, según Ferry.
En Francia, el límite para la concentración de ozono es de 360 microgramos por metro cúbico de aire. El mes pasado, pese a los altos niveles de contaminación registrados, no se alcanzó esa marca.
Grupos ambientalistas reclaman la reducción del límite a la mitad. Esta medida conduciría a una restricción del uso de automóviles en las ciudades, argumentan.