TRABAJO-EMIRATOS: El Dorado de los inmigrantes se desvanece

Ochenta y cinco por ciento de los 3,1 millones de habitantes de Emiratos Arabes Unidos son extranjeros. Pero este país ha dejado hace mucho tiempo de ser la panacea de los emigrantes.

Miles de personas llegan cada año para huir del desempleo en Bangladesh, Filipinas, India, Irán, Pakistán y Sri Lanka, entre otros países. Pero una vez aquí, la mayoría abandonan el sueño de un El Dorado laboral.

Estos extranjeros reciben bajos salarios por tareas de baja calificación, y viven solos, alejados de sus familias. Es el precio que deben pagar para honrar deudas contraídas en sus países y mantenerse a sí mismos y a los suyos.

Tres de cada cuatro integrantes de la fuerza de trabajo en Emiratos son extranjeros. Pero cada vez se cierran más puertas laborales para ellos debido a la política oficial denominada ”emiratización”, según la cual se privilegia la contratación de los nacidos en Emiratos.

El gobierno exige al sector privado que contrate más nacionales para asegurarse de que haya empleo para los 200.000 jóvenes que ingresarán al mercado laboral desde ahora hasta 2006.

Hace pocos meses, la mayoría de los empleados de la cadena francesa de supermercados Carrefour eran de Bangladesh, India, Pakistán o Filipinas. Hoy, en los turnos diurnos, la mayoría es de Emiratos. Los extranjeros son obligados a cubrir el turno nocturno o a desempeñar tareas de baja categoría.

”Vine aquí a trabajar como contador. Pero aquí estoy, en la caja desde las cinco de la tarde hasta la medianoche”, dijo Manoj Abraham, posgraduado en Comercio en una universidad de India hoy residente en Sharjah, uno de los siete emiratos federados en este país.

”Después de gastar todos los ahorros de mi padre para obtener la visa, no puedo darme el lujo de regresar. Opté por tomar este empleo después de una inútil búsqueda de algo adecuado”, explicó.

Quince por ciento de los 90 millones de personas que componen la fuerza de trabajo en el mundo árabe están desempleados. Y la cifra va en aumento.

Dentro de 15 años, se sumarán ocho millones de buscadores de empleo a la fuerza de trabajo de los cinco países del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), y deberán crearse 533.000 puestos anuales para cubrir la demanda.

Por eso, los gobiernos de Arabia Saudita, Bahrein, Emiratos, Omán y Qatar toman medidas para desalentar la inmigración. Los impuestos que deben pagar las empresas para contratar extranjeros se han elevado.

El tributo que los inmigrantes deben pagar por la residencia y el permiso de trabajo en Arabia Saudita aumentó 25 por ciento. El Ministerio de Trabajo saudita también obligó a comienzos de este año a aumentar 25 por ciento la contratación de nacionales en compañías privadas que emplean a más de 20 personas.

El gobierno en Riyad también creó un fondo para ayudar a las empresas privadas a entrenar y a entrenar a jóvenes graduados universitarios sauditas.

Del mismo modo, el gobierno de Emiratos analiza mecanismos de creación de empleos para hasta 200.000 nacionales en los próximos cinco años.

Un sudanés le prometió a la enfermera filipina Renita Fernández que obtendría trabajo en un hospital de Dubai, otro de los emiratos. Fernández aprobó el examen para ingresar al sector médico, pero hoy trabaja como trabajadora doméstica para varias familias.

”Mis padres están muy enfermos, mi marido está sin empleo y tengo un hijo menor de edad. Lo que gano aquí es apenas suficiente para mantenerlos allí. Estoy muy deprimida y sola. Más de una vez pensé en quitarme la vida, pero no puedo. Tengo demasiadas bocas que alimentar”, dijo.

Otra filipina, llamada María Luisa, es médica, pero trabaja como vendedora en una tienda de insumos de salud. ”Vine aquí hace dos años gracias a la visa de mi esposo. Tomé este empleo desilusionada con los salarios que ofrecían las clínicas privadas. Al menos tengo algo qué hacer”, dijo.

Algunos médicos ganan menos de 500 dólares en sanatorios privados, y en algunos casos ni siquiera reciben un salario, pues trabajan a comisión, dijo María Luisa. ”Uno de ellos vio a apenas 14 pacientes en un mes y recibió apenas 200 dólares”, explicó.

La transcriptora médica Veena trabaja como recepcionista en un hospital de Emiratos. El pakistaní Sultán Ahmed, con un doctorado en Arabe, trabaja como asistente de biblioteca en una empresa editora. La srilankesa Ligia tiene un posgrado en computación, pero es secretaria en una organización de estudios académicos.

La lista es interminable.

”Muchos extranjeros se apresuran a venir aquí sin conocer las condiciones. Creen que conseguir una visa es suficiente para obtener el empleo de sus sueños. Pero sus esperanzas se desmoronan pronto y deben aceptar lo que les ofrecen”, dijo una fuente del Departamento de Trabajo.

”Es cuestión de supervivencia”, concluyó. (

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