LITERATURA: Un premio para perros y gatos

La edición de este año del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos, otorgado por el Estado venezolano, fue la más peculiar de su historia, al terminar 100.000 dólares en manos de una fundación defensora de perros y gatos en situación de calle.

El jurado internacional designado por el estatal Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos decidió premiar al colombiano Fernando Vallejo, de 61 años, y éste optó por donar el dinero a la fundación venezolana Mil Patitas, que trabaja en las afueras de Caracas y atiende a 140 perros y 110 gatos.

Vallejo fue galardonado por la novela ”El desbarrancadero”, que según el jurado logró ”una inédita renovación de las letras en lengua española”, pero el escritor prometió, pese a ese juicio, que no volverá a dedicarse a la narrativa.

”El desbarrancadero” se caracteriza por la violencia de la historia que narra y de su lenguaje. Contada como un monólogo, la novela gira en torno a una casa en Medellín que se desmorona, metáfora de la propia Colombia, en la que viven dos hermanos, uno de ellos enfermo de sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida).

El mexicano Christopher Domínguez Michael, integrante del jurado para esta décimotercera edición del premio, sostuvo que la voz de Vallejo es ”la del desesperado que anula la tradicional 'querulancia' latinoamericana, pues es en el lenguaje donde concentra todos sus poderes”.

Se llama querulancia a una forma de paranoia que lleva a plantear, en forma recurrente e irracional, denuncias y litigios.

Los demás integrantes del jurado fueron el uruguayo Fernando Ainsa, el venezolano Víctor Bravo, la chilena Marcela Serrano y el español Enrique Vila-Matas, ganador del premio en su edición anterior de 2001.

Domínguez Michael calificó a ”El desbarrancadero” como ”la apuesta estética más inquietante de las obras concursantes y, a su vez, la que reflejaba de manera más impactante las sombras que cruzan América Latina”.

”Con Fernando Vallejo la novela vuelve a ser, como en los mejores momentos de nuestra tradición, crítica de la vida”, sentenció.

Pero Vallejo obvió totalmente el tema literario en su discurso de aceptación del premio, el 2 de este mes, a contracorriente de la tradición de esos actos, y se dedicó a hacer una defensa de los animales.

”Son nuestros compañeros en el horror de la vida, tenemos que respetarlos, son nuestro prójimo”, dijo.

El escritor, de notorio anticlericalismo, también aprovechó para arremeter contra las tres grandes religiones monoteístas, y especialmente contra el papa Juan Pablo II, porque ”no reconocen el alma de los animales”.

”Al ritmo que vamos, dentro de unos años este planeta estará habitado sólo por humanos. Entonces no tendremos qué comer, y en cumplimiento de nuestra más íntima vocación nos comeremos los unos a los otros. ¿Y el Papa qué va a comer? ¡Que coma obispo!”, exclamó.

En tertulias previas a la entrega del premio, Vallejo sostuvo que escribió novelas ”para olvidar”, e insistió ante periodistas y lectores en que no retomará la narrativa.

”Ya enterré al loco”, afirmó en alusión a su temática literaria.

Además, aseguró que dejó de leer literatura desde que empezó a escribir, hace 20 años, y que en la actualidad se dedica a estudiar la física de la luz, un tema sobre el cual anunció que le gustaría publicar un ensayo.

Sin embargo, se permitió calificar a Gabriel García Márquez, su compatriota Nobel de Literatura y también ganador del ”Rómulo Gallegos” (en 1972) de ”prosista menor, pobre de léxico y de estructura sintáctica. Y sobre todo, contra lo que se piensa, muy poco original, pues es un escritor en tercera persona, que es el camino más trillado de la novela”.

El aporte de Vallejo a Mil Patitas contrastó con el que hace más de 30 años causó el primer revuelo en la entrega del ”Rómulo Gallegos”, cuando García Márquez, ganador por ”Cien años de soledad”, donó la dotación del premio, que entonces era 26.000 dólares, al recién creado Movimiento al Socialismo (MAS), una escisión del Partido Comunista de Venezuela.

Durante años, ”Gabo” García Márquez se proclamó ”militante del MAS, aunque no sea venezolano”.

”El oficialismo gubernamental vivió entonces una desconcertante experiencia”, dijo a IPS el crítico Tulio Hernández, quien recordó que el MAS fue creado como ”un partido de la izquierda democrática”, pero en aquel momento ”estaba marcado aún por el pasado guerrillero de sus líderes fundadores”.

Este año, el desconcierto se asocia con el destino elegido por el galardonado para el dinero, de su renuncia a la narrativa, de sus críticas a un ícono de las letras como García Márquez y del desapego a los dólares, en un país sediento de ellos bajo un severo sistema de control de cambios.

Vallejo no quiso siquiera tocar el sobre con el cheque del premio, e hizo que la directora de Mil Patitas, Fiorella Dubini, subiera al podio para recibirlo en su nombre.

Dubini dijo que el dinero del premio será destinado a la adquisición de un nuevo terreno para los animales.

La presidenta de la venezolana Asociación de Protección de los Animales, Cristina Camilloni, dijo a IPS que la decisión de Vallejo fue ”una lección de respeto a los animales”, y pidió que sea emulada por las autoridades de Caracas ”donde hay de 100.000 a 150.000 perros callejeros”.

El ”Rómulo Gallegos”, que busca honrar al novelista venezolano autor de ”Doña Bárbara” y ”Canaima”, fue entregado por primera vez en 1967 al peruano Mario Vargas Llosa. Después lo recibieron García Márquez, los mexicanos Carlos Fuentes (1977) y Fernando del Paso (1982) y el argentino Abel Posse (1987).

Luego se otorgó al colombiano Manuel Mejía Vallejo (1989), al venezolano Arturo Uslar Pietri (1991), al argentino Mempo Giardinelli (1993), al español Javier Marías (1995), a la mexicana Angeles Mastretta (1997), al chileno Roberto Bolaños (1999) y a Vila-Matas.

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe