La Autoridad Nacional Palestina (ANP) congeló este jueves 39 cuentas de organizaciones de caridad supuestamente vinculadas con grupos armados islámicos, en un desesperado intento por salvar un plan de paz que parece desmoronarse.
Entre los grupos afectados por la medida se destaca El Mojama, fundado por el jeque Ahmed Yasim, líder espiritual del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas). La ANP sostuvo que estas organizaciones de caridad son una fachada para financiar actividades terroristas.
Portavoces de Hamas dijeron que la decisión de la ANP se debe a la fuerte presión que ejercen Estados Unidos e Israel contra el primer ministro palestino Mahmoud Abbas (más conocido como Abu Mazen) para que desarticule a las organizaciones armadas y evite así el fracaso de la llamada hoja de ruta hacia la paz.
El plan de paz comenzó a desmoronarse la semana pasada, cuando Hamas y las otras dos principales organizaciones armadas, Jihad Islámica y las Brigadas de Mártires de Al Aqsa —ésta de caracter laico y cercana al partido Al Fatah que lidera el presidente Yasser Arafat—, suspendieron la tregua declarada el 29 de junio.
La tregua unilateral declarada por estos tres grupos tenía el objetivo de permitir la puesta en práctica del plan, elaborado por el Cuarteto, instancia de mediación internacional encabezada por Estados Unidos e integrada también por la Organización de las Naciones Unidas, la Unión Europea y Rusia.
Por su parte, Israel se replegó de varias zonas de Cisjordania y Gaza, e inició el desmantelamiento de los asentamientos judíos instalados en los territorios palestinos ocupados desde 2000.
Pero la semana pasada, el ciclo de violencia regresó con nuevos bríos y los logros comenzaron a replegarse.
Las organizaciones armadas palestinas suspendieron la tregua luego de que helicópteros Apache israelíes lanzaran el domingo misiles contra un vehículo en Gaza ocupado por cuatro integrantes de Hamas, entre ellos el dirigente Islamil Abu Shanab, quien murió en el ataque.
Este ataque fue represalia al atentado suicida del 19 de este mes en Jerusalén en que murieron 21 personas y unas 100 resultaron heridas, considerado el peor desde el comienzo de la actual intifada (insurrección popular palestina contra la ocupación), en septiembre de 2000.
Los grupos armados palestinos dijeron que el atentado fue, a su vez, respuesta al asesinato días atrás de un combatiente a manos de soldados israelíes en la meridional ciudad cisjordana de Hebrón.
Israel volvió a desplegar sus soldados en Gaza y colonos judíos iniciaron la reconstrucción de varios asentamientos desmantelados semanas atrás.
El presidente Arafat pidió el miércoles a los grupos armados que mantuvieran el cese del fuego para darle una nueva oportunidad a los esfuerzos de paz internacionales.
Muchos israelíes y palestinos dudaban que el cese del fuego duraría. Ahora, luego de una interrupción de cuatro semanas, el ciclo de violencia que ha sacudido a Medio Oriente por casi tres años regresa con más ímpetu.
El gobierno israelí señaló que, en realidad, la violencia nunca había cesado, y que la tregua fue aprovechada por las organizaciones armadas palestinas para reorganizarse y rearmarse.
Disminuyó la violencia, pero nunca hubo un absoluto cese del fuego. Se produjeron 250 incidentes violentos mientras estuvo en efecto la tregua, dijo a IPS el ex asesor del Ministerio de Defensa de Israel Shalom Harari.
Mientras, Arafat dijo el miércoles estar dispuesto a aplicar la ley contra los grupos armados palestinos con la condición de que Israel detenga sus ataques.
El primer ministro israelí Ariel Sharon, que considera a Arafat un arquitecto del terrorismo, señaló que la ANP fracasó en su intento de desarmar a los grupos combatientes, como lo requiere la hoja de ruta, y que, por esa razón, Israel debe hacer el trabajo.
El jefe del ejército israelí, Moshe Yaloon, advirtió que todo miembro del Hamas es ahora un potencial objetivo para ser liquidado.
El gobierno de Estados Unidos ha insistido en que la ANP debe tomar medidas contra las organizaciones armadas palestinas, y ha consentido los polémicos asesinatos selectivos contra sus dirigentes.
Tras la muerte de Abu Shanab, funcionarios de Washington dijeron al ministro de Asuntos de Seguridad de la ANP, Mohammed Sahlan, que el asesinato de dirigentes de Hamas por parte del ejército israelí no podía ser usado como argumento para dejar de desarmar a las organizaciones palestinas.
Dahlan había ordenado a sus fuerzas cerrar algunos de los túneles subterráneos usados por estos grupos para contrabandear armas desde Egipto hasta Gaza, pero no ha ordenado operativos para detener a sus dirigentes, debido a que se trata de una medida rechazada por Arafat, aunque aceptada por Abu Mazen.
Muchos dirigentes de la ANP sostienen que el fracaso de la tregua se debe, sobre todo, a las continuas operaciones militares israelíes en Cisjordania, y temen que un gran operativo para desarticular a los grupos de la resistencia derive en una guerra civil en los territorios ocupados.
Abu Mazen se reunió el miércoles en Gaza con dirigentes de Hamas y de la Jihad Islámica, muchos de ellos en la mira de Israel, con la intención de convencerlos de reanudar la tregua. Pero no tuvo éxito.
Por el contrario, el jeque Ahmed Yassin dijo que el gobierno de Sharon tiene que pagar el precio por haber matado a miembros de su organización.
Abu Mazen, visto por muchos palestinos como una marioneta de Washington, pierde rápidamente apoyo interno mientras ve cómo se desmorona el plan de paz con el que esperaba ganar puntos ante el presidente estadounidense George W. Bush.
El gobierno de Abu Mazen se ha desestabilizado sobre todo por las diferencias con Arafat sobre quién debe controlar las fuerzas de seguridad palestinas. El presidente nombró días atrás a su ex jefe de seguridad en Cisjordania como nuevo asesor nacional de seguridad, lo que agravó las disputas con el primer ministro.
La reanudación de la violencia y la inestabilidad política en la ANP aumentan los pronósticos sobre la próxima caída de Abu Mazen, y con ella el fin de la hoja de ruta, el último esfuerzo de paz para este conflicto sin fin. (
