Era el hombre de las situaciones más difíciles y riesgosas, y quizá fue por eso que el secretario general de la ONU, Kofi Annan, lamentó su muerte como una pérdida personal y que será muy sentida por el sistema del foro mundial.
El brasileño Sergio Vieira de Mello murió a los 55 años de edad este martes en Bagdad, donde actuaba desde el 27 de mayo como representante especial de Annan para ayudar a la reconstrucción de Iraq. Agonizó durante horas bajo los escombros del edificio donde estaba su oficina, destruido por una bomba.
Vieira era subsecretario general de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) y alto comisionado de la misma para los Derechos Humanos.
El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva decretó duelo oficial por tres días, tras recibir en Brasilia la confirmación de la muerte, que atribuyó a la locura del terrorismo.
El presidente de Chile, Ricardo Lagos, quien estaba reunido con Lula cuando la noticia llegó a Brasilia, afirmó que la muerte del alto comisionado es una señal trágica de nuestros tiempos, en que es más difícil conquistar la paz que ganar guerras.
Vieira de Mello nació en Rio de Janeiro en 1948, y no era un diplomático brasileño, sino un funcionario de la ONU desde 1969, cuando empezó a trabajar en el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, con sede en Ginebra.
Desde entonces cumplió misiones en los más distintos lugares del mundo, en medio de los conflictos más diversos. Bangladesh, Sudán, Chipre, Mozambique, Pakistán, Perú, Líbano, Camboya, Ruanda, Kosovo y Bosnia-Herzegovina fueron países donde trabajó para ayudar a refugiados.
Estuvo junto a los desplazados, víctimas de guerras y conflictos étnicos, religiosos, políticos, nacionales o internacionales.
En Líbano, por ejemplo, actuó de 1981 a 1983, cuando ese país era campo de batalla y escenario de masacres debido al conflicto entre israelíes y palestinos.
En 1999 asumió una función que representó un ascenso decisivo en su carrera dentro del sistema de la ONU, como administrador interino de Timor Oriental, en el período de transición hasta su independencia el año pasado, después de cuatro siglos como colonia portuguesa y 26 años bajo cruenta ocupación de Indonesia.
Los 33 años de experiencia de Vieira de Mello le dieron un perfil ideal para asumir la espinosa tarea de actuar en nombre de la ONU para la reconstrucción de Iraq, ocupado por una coalición que encabeza Estados Unidos.
El domingo, la agencia brasileña Estado publicó la que sería su última entrevista con un medio de comunicación del país. En esa ocasión, calificó a la ocupación de Iraq de traumática.
Este debe de ser uno de los períodos más humillantes de la historia de ese pueblo, dijo en referencia a los iraquíes. A mí no me gustaría ver tanques extranjeros en Copacabana (la más famosa playa de Río de Janeiro), acotó.
El subsecretario general expresó su esperanza de que en 2004 sea posible realizar elecciones parlamentarias en Iraq, para abrir camino a la instalación de un nuevo gobierno y el fin del mandato de la coalición ocupante.
Creo que ya viví situaciones más arriesgadas, acá en Bagdad no me siento en peligro como en otros lugares donde trabajé por las Naciones Unidas, dijo Vieira de Mello en partes de la misma no divulgadas el domingo, que la agencia Estado dio a conocer este martes.
Creo que no, respondió cuando le preguntaron si las oficinas de la ONU en Iraq podían ser blanco de atentados terroristas.
La ONU es muy respetada por la población local, los iraquíes ven a la ONU como una organización independiente y amiga, al contrario de lo que sienten por las fuerzas de ocupación, alegó.
El alto comisionado sostuvo que ser brasileño le ayudaba mucho en su trabajo. Usted ni puede imaginar cuánto, enfatizó tras comentar que los iraquíes sienten admiración por Brasil, no sólo por el fútbol, sino también por una larga historia de amistad.
La muerte de Vieira de Mello es una pérdida que no se puede reponer, pero él dejará la memoria de un hombre que luchó por la paz, por la reconstrucción, siempre en defensa de los derechos humanos, los derechos de los que más sufren y de los refugiados, afirmó el canciller brasileño Celso Amorim.
Su contribución a los derechos humanos no será olvidada, manifestó la organización no gubernamental humanitaria Amnistía Internacional.
El ministro de Justicia brasileño, Marcio Thomaz Bastos, definió al fallecido funcionario como un mártir de la causa de la paz, cuya vocación fue el camino de la concordia, de la superación de las diferencias y también de la tolerancia. +Informes de la ONU sobre Iraq (http://www.un.org/spanish/iraq/index.html) +Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (http://www.unhchr.ch/spanish/hchr_un_sp.htm) +Iraq en transición – Cobertura especial de IPS (http://www.ipsenespanol.net/iraq/index.shtml) (