La naturaleza y la acción humana se unieron en Europa y en América del Norte para sembrar el fuego en este verano boreal. Las autoridades han tomado medidas para frenar a los piromaniacos, pero detener el recalentamiento global es una meta mucho más difícil.
Los científicos no han establecido un vínculo directo entre el cambio climático y los incendios y el calor de las últimas tres semanas en Europa y en América del Norte, en especial devastadores en España, Francia y Portugal. Pero la mayoría de los expertos y activistas no perciben ambos fenómenos como algo separado.
El ministro de Ambiente de Alemania, Juergen Trittin, no cree que la temperatura récord responda a una fluctuación climática normal. Siete de los 10 veranos más cálidos en Alemania desde la década de 1860 ocurrieron en los últimos 13 años, y el recalentamiento planetario tiene algo que ver con eso, dijo.
Una encuesta realizada por el canal alemán de noticias por televisión n-TV indica que 63 por ciento de los entrevistados estaban de acuerdo con Trittin.
Los incendios que estallaron en Europa y en América del Norte por la ola de calor agudizaron el debate sobre el cambio climático, aun cuando, en la mayoría de los casos, no fue la temperatura elevada lo que inició el fuego en la mayoría de los casos.
Alrededor de cinco por ciento de los incendios se debió a causas naturales, mientras el resto son causados por acciones y omisiones humanas, dijo a IPS el coordinador del Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales, Jesús San Miguel.
Entre esas causas, San Miguel mencionó falta de cuidado, operaciones en tierras agrícolas y la acción de piromaníacos.
En el verano, aumenta la población de las áreas forestales, la mayoría turistas. La falta de cuidado en algunas de sus actividades, como fumar y asar carne, son con frecuencia el origen de los incendios forestales, explicó.
San Miguel admitió, de todos modos, que el clima es un factor fundamental en la magnitud y rapidez de la propagación del fuego. Las posibilidades de controlar incendios mejoran cuando llueve o cuando la humedad es elevada. El fuego puede desatarse por la acción humana, pero los bosques secos arden con facilidad.
En Portugal se registraron los peores incendios de esta temporada. Más de 215.000 hectáreas de bosques ardieron desde el primer gran incendio, el 27 de julio, según la Dirección General Forestal. Pero científicos independientes elevan esa cifra a 325.000 hectáreas.
Los incendios en Portugal se han cobrado hasta ahora 15 vidas y las pérdidas materiales ascienden a 1.000 millones de dólares.
El fenómeno de los incendios forestales en Portugal comenzó a agravarse en 1991, cuando 182.486 hectáreas fueron pasto de las llamas. Desde entonces, han sido frecuentes todos los veranos y este año constituyeron la peor tragedia ecológica nacional en 50 años.
Mientras, los incendios en España han afectado decenas de miles de hectáreas, y obligaron a desalojar a miles de personas. Comenzaron en la región oeste, fronteriza con Portugal, pero también han causado graves daños en otras zonas del país.
En la nororiental comunidad autónoma de Cataluña, por ejemplo, los bomberos informaron este jueves que desde el domingo se han quemado unas 7.400 hectáreas, con seis víctimas mortales.
En España murieron hasta este jueves 46 personas debido a la ola de calor, por el efecto clínico llamado golpe de calor o por agravamiento de enfermedades crónicas, informó la agencia de noticias estatal Efe.
La zona más afectada ha sido la meridional Andalucía, con 29 muertes, 14 de ellas por golpe de calor.
Pero la situación es peor en Francia, donde el Ministerio de Salud admitió este jueves que las muertes atribuibles a la actual ola de calor podrían ascender a 3.000.
No hay fuego sin calor, y en buena parte de Europa éste ha sido un verano muy caluroso. La temperatura alcanzó 41 grados en las ciudades italianas de Milán y Turín, un récord desde la historia de los registros hace 250 años.
En Austria no se sufrió tanto calor desde 1768. En Gran Bretaña, se alcanzó 38,1 grados. Los funcionarios afirmaron que el calor multiplica por cinco el riesgo de fuego.
Hace una semana, una llamarada se engullió 18.000 hectáreas en la occidental provincia canadiense de Columbia Británica, lo cual obligó a evacuar a 10.000 personas. Algunos residentes afectados nos preguntan por qué nadie vincula los incendios con el cambio climático, dijo Elizabeth May, de la filial canadiense de la organización ambientalista Sierra Club.
La mayoría de los científicos aseguran que el recalentamiento planetario y los eventos climáticos extremos —incendios forestales por causas naturales, inundaciones y sequías—, derivan, al menos en parte, de la liberación a la atmósfera de gases invernadero, producidos por la quema de combustibles fósiles.
Esa afirmación es rechazada por numerosos países, entre ellos Estados Unidos, al que corresponde 25 por ciento de los gases invernadero emitidos al ambiente.
El fuego consumió, en promedio, menos bosques norteamericanos este año que en los anteriores, pero la tendencia es al alza, dijo a IPS el investigador del Servicio Forestal Canadiense Mike Flannigan.
Esto no significa que vaya a haber cada año más grandes infiernos, pero tendremos más grandes incendios por década. A fines de este siglo, veremos cómo se duplica el área incendiada en Canadá, agregó Flannigan.
Además, el aumento de los incendios conduce a un círculo vicioso, porque suponen por sí mismos una gran emisión de dióxido de carbono, el principal de los gases invernadero. Eso conducirá a mayores temperaturas y, en consecuencia, a más incendios, advirtió el experto. (