Los incendios más grandes en la historia de España, registrados este verano (boreal), fueron en su mayoría intencionales o por negligencia, según datos de la Guardia Civil, un cuerpo de policía militarizada con presencia en todo el país.
De los 415 incendios, que arrasaron más de 20.000 hectáreas en junio y julio, sólo 65 obedecieron a causas naturales, mientras 136 fueron provocados con intención, y 203 por negligencia.
Se consideran causados por acciones negligentes los derivados de fuegos encendidos a la intemperie, por ejemplo para cocinar o quemar basura, que no son controlados y se extienden a los bosques vecinos.
Francisco Pérez Puebla, encargado de la red de seguimiento del Instituto Nacional de Meteorología, dijo que sus informes confirman que sólo un tercio de los incendios tuvo origen en causas naturales.
La Guardia Civil todavía no informó de lo ocurrido en lo que va de agosto, pero fuentes de ese cuerpo dijeron a IPS que no existen motivos para pensar que los porcentajes puedan variar mayormente, aunque las superficies quemadas y el número de incendios sean mayores.
El Ministerio del Medio Ambiente lleva registrados incendios que en lo que va de este mes quemaron más de 36.000 hectáreas, 27.000 de ellas en los seis primeros días de agosto.
Según el ecólogo Rafael Torres la magnitud de los incendios se debe en gran medida a las altas temperaturas, causadas a su vez por el cambio climático impulsado por el consumo de carburantes que emiten dióxido de carbono a la atmósfera, fenómeno en el que la mayor responsabilidad es de los países industrializados.
La subida de la temperatura batió todas las marcas en España, llegando a 46 grados centígrados en la sudoccidental provincia de Córdoba y a 40 o más en el resto del país.
También hubo un par de tormentas secas (sin lluvia), con rayos que al caer sobre pastizales o hierbas secos pueden producir fuegos que se extienden, hasta arrasar montes y, en ocasiones, zonas de viviendas.
Es verdad, explicó Torres, que las causas originarias de los incendios son diversas, pero el ambiente sobrecalentado influye decisivamente para que se extiendan con rapidez. No es una casualidad que estos problemas se produzcan mayormente en épocas estivales, destacó.
El verano atrae a las regiones boscosas a miles de turistas, y basta que unos pocos violen las normas, enciendan fuegos para sus barbacoas (parrillas), tiren sus cigarrillos sin apagar o pasen con sus coches (automóviles) por pastizales resecos, para que salte la chispa, dijo a IPS el ganadero Domingo Fernández, que cría ovejas en la central región de La Mancha.
Esa chispa, como denomina a un fuego pequeño, se extiende con mayor rapidez en épocas de gran calor.
Las pérdidas para el sector agroganadero, y en especial para los agricultores, suman unos 1.000 millones de euros (unos 1.126 millones de dólares), según la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos. Los más afectados son los cultivadores de cereales, que acusan perdidas estimadas en 480 millones de euros (unos 540,6 millones de dólares).
En la mayor magnitud de las pérdidas influye que las cosechas coincidieron con la ola de calor de julio y agosto, por lo que se extendieron incendios sobre campos en los que no se había recogido aún la cosecha.
Otro sector muy afectado es el de cultivo de olivos, tradicional en España, en el que se prevé que la pérdida será de unos 270 millones de euros (unos 304 millones de dólares), producida por la quema de 200.000 toneladas de aceitunas.
Uno de los temas que más preocupan a los ecologistas es el de los incendios provocados en bosques con especies de gran valor natural, como los robles, encinas y nogales.
Jesús Valente, dirigente de la organización no gubernamental Ecologistas en Acción, dijo a IPS que muchos de esos incendios son provocados en bosques tradicionales, poblados de encinas, nogales y robles, con la intención de plantar después en esos terrenos árboles de rápido crecimiento y masiva comercialización.
Además, explicó el ebanista Javier Arroyo, la mayoría de las encinas, nogales y robles quemados se pueden utilizar y por lo tanto vender, porque sus troncos no alcanzan a ser consumidos por las llamas.
En opinión de Valente, las autoridades deberían disponer que todo bosque arrasado por las llamas sea obligatoriamente repoblado con especies autóctonas y en ningún caso ser destinado a otros fines, sea forestales, agroganaderos o inmobiliarios.
Desde los organismos gubernamentales de la Unión Europea a los municipios, pasando por el gobierno nacional y los autónomos, se comprometieron a ayudar a los damnificados y a impulsar medidas de prevención y ataque a los incendios. (