DERECHOS HUMANOS-ZIMBABWE: Mujeres desafían al terror

Cuando abrió la puerta de su casa, Patience Makoni (nombre ficticio), de 28 años, esperaba a una amiga. Media hora después, con un labio partido, el cuello lacerado y un profuso sangrado vaginal, supo que había sido una víctima más de la violencia política en Zimbabwe.

Makoni, una vendedora de verduras partidaria del opositor Movimiento por el Cambio Democrático (MDC), fue violada por siete soldados mientras la oposición y grupos de la sociedad civil realizaban masivas protestas por los abusos contra los derechos humanos por parte de fuerzas gubernamentales, el pasado junio.

En un testimonio conmovedor, la joven describió cómo la atacaron. ”Diez hombres llegaron y me sujetaron. Me acusaron de recibir apoyo de (el líder del MDC) Morgan Tsvangirai y me llevaron a un bosque cercano, donde comenzaron a golpearme con rifles y con sus puños”, contó.

”Uno de ellos desgarró mi ropa y entonces comenzaron a violarme en turnos, mientras me sujetaban al suelo por el cuello”,testificó. Tres de los soldados se negaron a participar porque no tenían condones.

Makoni es sólo una de cientos de mujeres de Zimbabwe que han pagado el precio de la violencia política, una violencia que el gobierno de Robert Mugabe se niega a reconocer.

Los sobrevivientes que se atreven a denunciar golpizas, violaciones, saqueos y otros actos criminales son a veces arrestados, mientras los perpetradores de esos actos caminan libremente por las calles, en busca de nuevas víctimas.

Makoni y otras mujeres víctimas de ataques decidieron que nada detendrá sus esfuerzos por recuperar la paz en Zimbabwe, y comenzaron a contar sus historias, en la esperanza de movilizar a la opinión pública nacional y del exterior y así forzar a su gobierno a poner fin a la violencia.

Esas mujeres arriesgan su vida, pero ya no tienen miedo. ”No podría pasarme nada peor de lo que ya me pasó”, dijo Makoni.

Sudáfrica es su primera parada en una gira que las llevará por varios países africanos, bajo los auspicios de la coalición Crisis en Zimbabwe.

Aprovechando el Día de la Mujer Sudafricana, el 8 de este mes, el grupo Zimbabwe Advocacy Campaign, con sede en Sudáfrica, trajo a cinco mujeres de Zimbabwe para que contaran sus historias, en colaboración con la coalición.

”Me golpearon muchas veces, me quebraron un brazo y una pierna. Perdí todos mis bienes, mi casa y todo lo que había dentro, además de los medios para sustentar a mis hijos” pero ”no cejo en mi esfuerzo por procurar un gobierno mejor a través del MDC”, declaró Sarah Muchineripi.

La víctima habló ante un grupo de personas, entre ellas activistas de los derechos humanos, que se reunieron en Johannesburgo para escuchar sus historias.

Los métodos de división y control de la sociedad de la maquinaria gubernamental de Zimbabwe se han perfeccionado a través de los años.

El espíritu comunitario se ha roto, porque mujeres como Muchineripi ya no pueden buscar la ayuda de familiares y amigos, dado que cualquiera que la apoye se convertiría en una nueva víctima.

El tío de Muchineripi está internado en un hospital desde junio, recuperándose de una golpiza que le dieron soldados porque sospechaban que estaba protegiendo a su sobrina.

”Fue algo muy triste, porque él ni siquiera sabía dónde estaba yo. Lo atacaron sólo por ser pariente mío”, lamentó Muchineripi.

El año 2000 marcó el comienzo de la inestabilidad política en Zimbabwe, cuando la mayoría de los ciudadanos se negaron a aceptar una nueva Constitución que consideraron producto de un proceso irregular y contraria a la voluntad popular.

Con las elecciones parlamentarias que se realizaron en junio de ese año, el gobierno enfrentó la más dura oposición política desde la independencia del país, en 1980.

El gobernante ZANU-PF perdió la mayoría de sus escaños en áreas urbanas a manos del opositor MDC, y la violencia se extendió.

En 2002 se realizaron comicios presidenciales que estuvieron marcados por la controversia e indicaron a la administración de Mugabe que su apoyo estaba decayendo rápidamente.

El gobierno entró en pánico y creó entonces grupos milicianos, constituidos por hombres y mujeres jóvenes, entrenados para silenciar a la oposición a través de tácticas violentas.

Lamentablemente, las mujeres siguen llevando la mayor carga de esta violencia, debido a su posición de inferioridad en la sociedad.

La cantidad de víctimas de violación ”demuestra claramente un patrón de violencia contra la mujer”, señaló la activista feminista Everjoice Win, portavoz de la coalición Crisis en Zimbabwe.

Quizá el público no haya apreciado todavía la gravedad de la violencia política en ese país porque las víctimas no tienen identidad. ”El mundo oye historias de mujeres y niñas violadas en Zimbabwe, pero no sabe sus nombres ni escucha sus voces relatando lo que les ocurrió”, observó Win.

”Al reunir a estas mujeres en Sudáfrica para que cuenten sus experiencias, esperamos poner un nombre a las víctimas de la violencia en Zimbabwe, en lugar de hablar de ellas en general”, dijo la activista a la congregación.

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