Los líderes religiosos de la Revolución Islámica de Irán continúan bloqueando la libertad de expresión, mientras el sector reformista que encabeza el presidente Mohammad Jatami no logra imponer sus criterios.
La historia se repite periódicamente, según el periodista disidente Amir Kavian. Cada año, varios profesionales de la información escriben o hablan sobre un asunto que el régimen considera ”subversivo” o ”contrario a los valores islámicos y los intereses nacionales”.
Entonces, los periodistas son encarcelados hasta que algunos parlamentarios o autoridades más sensibles interceden por su libertad. ”A continuación, el líder supremo (de la Revolución Islámica), ayatolá Alí Jamenei, los perdona o les conmuta las sentencias”, concluyó.
Pero el recurso no siempre es inocuo. La fotógrafa de prensa Zahra Kazemi murió detenida en una cárcel de Teherán el 11 de julio como consecuencia de una hemorragia cerebral causada por una fractura de cráneo.
Ardeshir Masali, un vendedor de libros de 39 años con un pequeño puesto en la plaza Enqelab de Teherán, consideró que ”el sistema islámico iraní sufre una profunda paranoia y pierde la calma con facilidad”.
La policía no sólo ”abofetea a los detenidos: les rompe el cráneo, como hizo con Zahra Kazemi”, agregó.
La periodista, ciudadana iraní y canadiense, había sido detenida el 23 de junio cuando tomaba fotografías de la cárcel de Evin, al norte de la capital.
Su muerte originó un conflicto diplomático entre Irán y Canadá y una gran conmoción en la prensa local. El 8 de este mes, día de los periodistas en Irán, se realizó una protesta callejera.
En ese acto se recordó que, hace 50 años, fue quemado vivo en el campamento militar donde se encontraba encarcelado el periodista Karimpour Shirazi, conocido por sus críticas al shah Rezah Pahlevi, el monarca iraní depuesto en 1979 por la aún hoy vigente Revolución Islámica.
El acoso de las autoridades religiosas y judiciales contra los medios reformistas afines al presidente Jatami se intensificó en las últimas semanas, tras el estallido de protestas opositoras estudiantiles a mediados de junio y en julio.
El director del diario Irán fue acusado de difundir propaganda contra las autoridades y de publicar noticias falsas, y luego liberado bajo fianza.
El semanario Nameh-yi Qazvin fue cerrado por ”promover la depravación y publicar mentiras” luego de ser acusado de desacreditar a los clérigos. Los directores de los diarios Kayhan, Siyasat-i Ruz y Etemad debieron comparecer el 13 de este mes ante la justicia para responder a diversas acusaciones.
Pero no todos los periodistas se muestran preocupados ante la tendencia. Ahmad Jorramian, de 29 años, trabaja en un diario conservador y considera que el caso de Kazemi ”fue controvertido gracias a su pasaporte canadiense”.
”Diplomáticos europeos y canadienses no movieron un dedo hace cinco años, cuando Mahmoud Saremi, corresponsal de la agencia nacional IRNA, fue asesinado por las fuerzas de (la organización islámica radical) Talibán (entonces gobernante en Afganistán) en la septentrional ciudad de Mazar e-Sharif”, recordó Jorramian.
En los últimos cuatro años, las autoridades cerraron más de 90 diarios y revistas y dejaron así a más de 2.000 periodistas sin trabajo, dijo el director del sitio web Parspejvak.com, Mohammad Hydari.
Aun así, muchos periodistas no le temen a la cárcel ni a los tribunales revolucionarios. ”Escribo para defender el derecho básico de mis conciudadanos a saber y a participar en el destino del país, y estoy dispuesto a pagar el precio”, dijo el editor de la revista Gozaresh, Nader Karimi, de 33 años.
Karimi debió pagar este mes una fianza de 60.000 dólares para salir de la cárcel y esperar el juicio en su casa.
”El régimen islámico sufre una crisis de legitimidad crónica. Esa es la razón principal de su paranoia, y por eso reacciona impulsivamente y con pánico”, dijo a IPS el dirigente de la Asociación de Periodistas Iraníes Mashallah Shamsulvaezeen.
Las señales de creciente oposición al régimen crecen. El 16 de este mes, la Asociación de Periodistas pidió la renuncia del ministro de Cultura y Guía Islámica, Ahmad Masjedjamei, y del fiscal de Teherán, Mortazavi, a quienes se atribuye la represión contra medios de comunicación, intelectuales y estudiantes.
Los que se animan a participar en las protestas callejeras acusan a la oposición política de pedir cambios con demasiada timidez.
A falta de partidos e instituciones políticas independientes, los diarios y revistas se han convertido en representantes de los intereses políticos de la oposición y del oficialismo.
Así, las organizaciones de periodistas están aliadas con Jatami y sus reformistas o con los conservadores religiosos encabezados por Jamenei. ”No hay espacio para el surgimiento del periodismo independiente”, concluyó Kavian.
”La alternativa de periodistas y escritores es recurrir al doble sentido y a la discreción o escribir sin escrúpulos y convertirse en un mártir de la pluma”, dijo Mohammad Hydari.
La presión para los que se deciden a sostener la libertad de expresión es insoportable.
Mohsen Kadivar, un ingeniero electrónico y teólogo de 46 años que dirigió un servicio religioso en la casa de un periodista detenido, lo expresó así: ”El precio que se paga por comprometerse con actividades políticas subió tanto que nadie se atreve a involucrarse.” (