El programa Hambre Cero del gobierno de Brasil añade poco al ingreso de las familias de escasos recursos, pero sus impulsores aclaran que este proyecto va más allá de la asistencia a la pobreza.
El plan lanzado por el presidente Luiz Inácio Lula da Silva inmediatamente después de asumir el cargo el 1 de enero, además de una ayuda mensual de 50 reales (casi 17 dólares) en la Tarjeta Alimentación, impulsa acciones de emergencia y "políticas estructurales" para combatir las causas de la miseria.
Por eso la tarjeta vale por seis meses y puede prorrogarse por dos semestres más, pues se espera que en ese lapso el beneficiado logre estar en condiciones de sobrevivir por su cuenta.
La alfabetización de jóvenes y adultos, la construcción de cisternas que almacenan el agua de lluvias, el apoyo a la pequeña agricultura familiar y planes del desarrollo local son algunas de esas medidas integradas al programa Hambre Cero, la prioridad social número uno del gobierno de Lula.
En Acauán y Guaribas, los dos primeros municipios contemplados en el plan y ambos ubicados en el nororiental estado de Piauí, ya fueron alfabetizados 494 jóvenes y adultos desde el comienzo efectivo de los trabajos en febrero, informó el Ministerio Especial de Seguridad Alimentaria (MESA).
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A las familias beneficiadas se les exige que sus miembros analfabetos frecuenten cursos de tres meses, explicó a IPS Luzinete dos Anjos Gomes, secretaria de Educación de Acauán, donde el censo de 2000 identificó 5.147 habitantes y el analfabetismo en 32,2 por ciento de los mayores de 10 años.
Cada alumno del plan recibe como estímulo 100 reales (unos 33 dólares) y sus maestros ganan igual suma por cada joven o adulto que logren efectivamente alfabetizar, aseguró José Giácomo Bacarin, secretario del Programa Comunidad Solidaria del MESA.
En tanto, Guaribas, con 4.814 habitantes y 58,2 por ciento de analfabetos, es el símbolo inaugural del programa Hambre Cero.
Unas 500 familias de Guaribas se inscribieron en el programa, pero sólo 452 fueron aceptadas, comentó a IPS Vagner Correia Alves, encargado de los pagos como funcionario local de la Caja Económica Federal, el banco estatal dedicado al área social.
"Muchas familias pobres, algunas con hasta 10 hijos, quedaron fuera", se lamentó Correia Alves.
Por ejemplo, entre los excluidos se encuentra Pedro Alvaro da Rocha y sus cuatro hijos. Este trabajador rural "sin trabajo, porque la agricultura está paralizada", recibe "15 reales (unos cinco dólares) cada dos meses" de otro programa asistencial del gobierno, con el fin de comprar el gas para cocinar.
Rocha tampoco logró incluir a un hijo suyo de 13 años en la "Beca-escuela", la ayuda que concede el gobierno a las familias muy pobres para mantener estudiando a sus hijos de 7 a 14 años. Ese aporte, también de 15 reales, abarca sólo hasta tres niños para cada familia.
Por su parte, Gileno da Rocha, uno de los 452 beneficiados por la Tarjeta Alimentación en Guaribas y que recibió "puntualmente" en los cinco últimos meses la ayuda del programa Hambre Cero, se quejó ante IPS que "50 reales para alimentación son muy pocos para una familia de cuatro hijos como la mía".
Este pequeño agricultor dueño de 15 hectáreas de tierra agradeció que la ayuda haya venido en hora oportuna, ya que este año sin lluvias "fue malo" para las siembras de frijoles y maíz.
"Sin la tarjeta, habría más hambre" en su familia y en toda Guaribas. Para mantener a su hijo menor, de dos años, los gastos "superan 150 reales" (50 dólares) al mes, sostuvo.
A pesar de esta asistencia del gobierno, Gileno da Rocha considera "pura coincidencia" el hecho de que no haya muerto ningún niño en Guaribas en los últimos cinco meses, un resultado que el MESA atribuye a la Tarjeta Alimentación.
El problema más grave de la localidad es la escasez de agua. Por eso la promesa incumplida hasta ahora de construir más de 200 cisternas en el lugar motiva su reclamo. "Sólo construyeron una" y se instalaron tuberías para agua encañada en la ciudad, pero "el agua aún no llegó", acotó.
La instalación de cisternas para recoger agua de lluvia en cada vivienda fue incorporada al programa Hambre Cero, pero en realidad constituye un proyecto diseñado por una red de más de 750 organizaciones y movimientos sociales e inaugurado en 1999 con el nombre de Articulación del Semiárido.
Ese proyecto, que utiliza tecnología local, tiene como meta construir hasta 2007 un millón de cisternas en el área más afectada por las sequías en el nordeste brasileño, donde viven 10 millones de los 171 millones de habitantes de este país.
La concreción del plan Articulación del Semiárido asegurará agua potable durante todo el año a la población más necesitada de la región. Por ello, el programa Hambre Cero está acelerando esa iniciativa de la sociedad civil, al inyectarle más recursos financieros.
De este modo la estrategia prioritaria del gobierno de Lula asume un carácter integrador de numerosas acciones oficiales, muchas de las cuales fueron establecidas por administraciones anteriores, como el Beca-escuela y el Programa de Erradicación del Trabajo Infantil.
El plan Beca-escuela distribuye canastas básicas de alimentos, que pasaron a ser adquiridas preferencialmente de la pequeña agricultura de base familiar, otra prioridad del actual gobierno.
La Tarjeta Alimentación ya fue entregada a 198.267 familias en 377 municipios del nordeste, la región más pobre de Brasil. Otros 860 municipios ya fueron capacitados para recibirlas, todo lo cual permitirá superar la meta de 1.000 localidades para este año, destacó Bacarin.
El programa Hambre Cero se inició con algunas equivocaciones, como la ya abandonada idea de exigir de los beneficiarios comprobantes de la compra de alimentos, pero "son problemas del comienzo, el próximo año avanzará mas rápido", evaluó Zilda Arns, del Consejo Nacional de Seguridad Alimentaria, que orienta el plan.
Arns es presidenta de la Pastoral de la Niñez, una organización de la Iglesia Católica, que asiste a más de 1,6 millones de niños amenazados de desnutrición.
La actuación de esta Pastoral, con 200.000 voluntarios, logró reducir la mortalidad infantil en comunidades pobres a 14 por mil nacidos vivos, la mitad del promedio nacional.
En opinión de Arns, el programa Hambre Cero está en el camino correcto al estimular proyectos de "promoción humana", estructurales, como la alfabetización, las cisternas, la oferta gratis de documentación a personas que aún carecen incluso del registro de nacimiento.
Para eso debe "articular los excelentes programas ya existentes", descentralizar su gestión y movilizar voluntarios y la sociedad civil organizada, recomendó.
* Esta nota es parte de una serie especial sobre el hambre en América Latina.