La última oleada de combates en la capital de Liberia y los saqueos posteriores dejaron un colapso humanitario. Gran parte de la población carece de alimento suficiente, y los hospitales están saturados y sin posibilidades de atender a miles de heridos.
La segunda ola de enfrentamientos en 10 días en Monrovia dejó ”trágicas consecuencias humanitarias entre miles de personas que sufren y mueren de hambre y una multitud de enfermedades”, dijo el ministro de Salud, Peter Coleman.
”La situación es demasiado desesperante”, afirmó Coleman, quien solicitó una intervención humanitaria internacional urgente.
”Cientos de heridos logran sobrevivir pero no tienen acceso a la medicina o a la atención profesional. Los pocos centros sanitarios existentes están saturados”, dijo un trabajador de la salud en Monrovia.
Los medicamentos e insumos médicos escasean, a causa de los saqueos que siguieron a los combates callejeros entre las fuerzas del presidente Charles Taylor y la principal organización rebelde, Liberianos Unidos para la Reconciliación y la Democracia (LURD).
Los pacientes más pobres, en especial ancianos y mujeres, son llevados en silla de ruedas de los hospitales a las farmacias que lograron conservar mercadería tras los saqueos.
Los combates dejaron ”insoportables dificultades en la población”, dijo un funcionario público. Los saqueos alcanzaron también a los artículos de asistencia humanitaria. Los precios de productos básicos y de los servicios se cuadruplicaron, y muchos no pueden pagar una comida.
”No hemos almorzado o cenado adecuadamente en los últimos tres días”, dijo una madre de 12 niños.
La ciudad estaba este miércoles en relativa calma. La población intenta vivir normalmente, aunque los comercios y los bancos se mantuvieron cerrados por razones de seguridad.
La última oleada de combates, atribuida a la falta de una intervención militar internacional para obligar a las partes a respetar el cese del fuego declarado el 17 de junio, se concentró en las áreas portuarias del occidente de la ciudad.
El LURD insiste en que Taylor renuncia, pero el presidente insiste en que abandonará el cargo en enero, cuando finalice su periodo. Los rebeldes ingresaron en las afueras de la ciudad con relativa facilidad en la tarde del 22 de junio. Ocuparon la zona portuaria, pero no lograron capturar la ciudad.
Testigos afirmaron que los rebeldes usaron los distritos comerciales de Duala y el enclave pesquero de New Krutown, en el occidente, como puesto de comando. Solomon Feika, residente de Duala, aseguró que esos barrios están bajo férreo control insurgente.
Coleman afirmó que 300 personas murieron heridas por balas, bayonetas y cohetes, pero organizaciones independientes indican que la cantidad puede ser aun mayor.
”Muchas familias enterraron apresuradamente a sus muertos detrás de las casas y en áreas pantanosas sin avisarlo a las autoridades”, dijo a IPS Winston Mulbah, quien perdió a su hijo e hija por el estallido de un cohete cerca de la embajada de Estados Unidos esta semana.
Multitudes furiosas desalojadas de la embajada, otrora un refugio seguro en tiempos de guerra, llevaron el 23 de junio los cuerpos de sus hijos muertos para exigir una intervención militar estadounidense en Liberia.
El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, quien visitará varios países de Africa la semana próxima, pidió la renuncia de Taylor y manifestó su apoyo a las conversaciones de paz. Pero no prometió una intervención.
También Gran Bretaña y Francia pidieron a Estados Unidos que encabece una fuerza de paz en Liberia, fundada en 1847 por esclavos estadounidenses libertos.
Buques de guerra anclaron en aguas liberianas en 1990, cuando hubo otra guerra civil, pero no intervino.
Los últimos combates virtualmente frenaron las negociaciones de paz y dejaron sin sentido alguno el acuerdo de cese del fuego, aunque los mediadores internacionales lo nieguen. ”Aún trabajamos duro para salvar el proceso de paz”, dijo el jefe de los mediadores, el general nigeriano Abdul Salami Abubakar.
La lucha ha afectado a la mitad de los tres millones de habitantes del país, según la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Liberia también alberga a 17.000 refugiados de Sierra Leona y a 38.000 de Costa de Marfil.
La situación de Taylor será impredecible en caso de que se despliegue una fuerza internacional de paz en Liberia, dada la acusación que pesa en su contra.
El Tribunal Especial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para Sierra Leona solicitó este mes a las autoridades de Ghana el miércoles la detención y extradición de Taylor, quien se encontraba entonces en ese país participando en negociaciones de paz con los insurgentes.
El mandatario logró huir con ayuda del gobierno ghanés.
Taylor, que asumió la presidencia de Liberia en 1997 luego de ocho años de guerra civil, fue señalado en marzo por el tribunal como responsable de crímenes de guerra en Sierra Leona, donde al parecer colaboró con el insurgente Frente Unido Revolucionario (RUF), enfrentado con el gobierno entre 1992 y 2002.
El último tramo de la incesante guerra civil de Liberia comenzó en 1999, cuando LURD acusó a Taylor de dictador y lanzó una rebelión en el norte del país. Once de los 15 distritos del país quedaron sumidos en la violencia.
Taylor estudió en Estados Unidos. Regresó poco después de que el sargento Samuel Doe tomara el poder en Liberia en 1980. Luego fue nombrado director de la Agencia General de Servicios, cargo desde el cual controló la mayor parte del presupuesto del país.
Doe lo acusó de malversar 900.000 dólares, y entonces se vio obligado a huir a Estados Unidos. Taylor, pese a negar las acusaciones, fue enviado a una prisión en el nororiental estado de Massachussets ante un pedido de captura de parte de Liberia.
En circunstancias nunca aclaradas, Taylor logró escapar y huyó a Costa de Marfil para desde allí iniciar en 1989 una guerra civil que derrocaría el gobierno de Doe en 1997.
”Si renuncio habrá un vacío de poder, y Liberia, así como toda la región, terminará en el caos”, advierte ahora el mandatario. (