El apoyo de la ciudadanía de Estados Unidos a la guerra en Iraq se redujo significativamente en los pasados dos meses, al igual que la confianza en el presidente George W. Bush y en su gobierno, coinciden dos encuestas.
Una sólida mayoría del público cree que los argumentos para iniciar la guerra —la supuesta posesión de armas de destrucción masiva por parte de Iraq y los vínculos del régimen de Saddam Hussein con la red islámica Al Qaeda— fueron ”verdades infladas” o mentiras deliberadas.
El cálculo fue efectuado por el Programa Internacional sobre Actitudes Políticas (PIPA) de la Universidad de Maryland, en una encuesta según la cual la mayoría absoluta de los entrevistados creen que el proceso de reconstrucción de Iraq va ”no muy bien” (40 por ciento) o ”para nada bien” (13 por ciento).
Dos tercios de los encuestados creen que la Organización de las Naciones Unidas debe conducir tanto la reconstrucción de Iraq como el proceso de formación de un nuevo gobierno.
Sin embargo, 80 por ciento de los entrevistados por PIPA creen que Washington tiene ”la responsabilidad de permanecer en Iraq tanto como sea necesario hasta que haya un gobierno estable” ante el 86 por ciento que contestó lo mismo en abril, luego de que las tropas estadounidenses tomaron control de Bagdad.
”No veo nada en el horizonte que haga al público desear irse de Iraq. Pero si emerge la percepción de que el pueblo iraquí quiere que nos vayamos, esto podría cambiar con mucha rapidez”, dijo el director de PIPA, Stephen Kull.
Una segunda encuesta, realizada por la empresa Gallup y publicada por el diario USA Today y la cadena de televisión CNN, indica que 56 por ciento de los consultados cree que valía la pena ir a la guerra en Iraq. Pero ese porcentaje es bastante menor que el de mediados de abril, cuando lo creía 73 por ciento.
El mismo estudio indica que la calificación general del desempeño del presidente Bush cayó de 71 por ciento a 61 por ciento en apenas seis semanas.
Las encuestas reflejan el temor formulado cada vez con más contundencia en la prensa de que las fuerzas estadounidenses podrían empantanarse en Iraq, y son muy significativas porque la campaña hacia las elecciones presidenciales de noviembre de 2004 ya están virtualmente en marcha.
La guerra dio a Bush una cómoda ventaja sobre cualquier adversario que presente el opositor Partido Democrático. Lo mismo le sucedió a su padre George Bush, presidente entre 1989 y 1993, emergió triunfante en 1991 de la guerra del Golfo con 90 por ciento de aprobación, según las encuestas de la época.
Sin embargo, Bush padre cayó derrotado 18 meses después a manos del gobernador de Arkansas, Bill Clinton, un político relativamente desconocido a nivel nacional.
El resultado de las últimas encuestas muestra ”las semillas de un problema potencial para el presidente en el camino hacia la reelección”, dijo al diario USA Today el cientista político Mark Rozell, de la Universidad Católica en Washington.
Luego de las ventajas obtenidas por Bush en la guerra, ”estamos, al parecer, en una bajada” que durará ”hasta las elecciones”, dijo Kull.
La encuesta de PIPA, inusualmente detallada en la formulación de las preguntas, abarcó 1.051 entrevistados en todo el territorio de Estados Unidos entre l 18 y el 25 de junio. La encuesta de Gallup, entre 1.003 consultados, se realizó la semana pasada.
Cincuenta y tres por ciento de los entrevistados por Gallup esperan que Estados Unidos encuentre armas de destrucción masiva en Iraq, ante el 84 por ciento de los primeros días de la guerra iniciada el 20 de marzo.
En la misma proporción, los entrevistados afirmaron que considerarían un asunto ”muy importante” una eventual comprobación de que el gobierno mintió deliberadamente sobre las armas iraquíes.
Apenas 32 por ciento de los encuestados confió en que el gobierno fue ”muy sincero” respecto de su información sobre los arsenales del régimen de Saddam Hussein, mientras 52 por ciento indicó que la administración ”infló la verdad, pero sin hacer declaraciones falsas”.
Diez por ciento de los entrevistados advirtieron que el gobierno de Bush había ”presentado evidencia falsa a sabiendas”. Y 63 por ciento afirmaron que sería necesaria una investigación legislativa al respecto.
Por otra parte, 23 por ciento de los consultados por PIPA consideraron que las autoridades militares estadounidenses ya habían encontrado armas de destrucción masiva en Iraq. Y 52 por ciento creían lo mismo respecto de los vínculos entre el régimen de Saddam Hussein y Al Qaeda.
Se trata de suposiciones de carácter ideológico, pues crecen entre los simpatizantes del gobernante Partido Republicano que, paradójicamente, siguen con atención las noticias sobre Iraq, según Kull.
Dos tercios de los entrevistados continúan apoyando la decisión de ir a la guerra, aunque solo 46 por ciento creen que era ”lo mejor que podía hacer” Estados Unidos, ante 53 por ciento que pensaban lo mismo en mayo. La mitad de ese 46 por ciento dijeron que continuarían apoyando la decisión aunque no se hallen armas de destrucción masiva en Iraq.
Por otra parte, 54 por ciento de los entrevistados dijeron creer que la ciudadanía de otros países rechazan la política exterior estadounidense (34 hace dos meses), mientras 19 por ciento manifestaron lo contrario (43 hace dos meses).