La muerte en promedio de un soldado estadounidense por día en Iraq, debido a la resistencia guerrillera urbana, hace aumentar el clamor de que Washington cese la ocupación de ese país.
Es amargo para muchos estadounidenses admitir que el gobierno no tenía derecho a invadir Iraq, dijo a IPS Norman Solomon, director ejecutivo del Instituto por la Precisión Pública (IPA, por sus siglas en inglés), con sede en Washington.
Con independencia de cuantos soldados estadounidenses mueran en territorio iraquí, Estados Unidos debería retirarse de inmediato de ese país, afirmó el activista, autor del libro Blanco: Iraq.
Lo ideal sería que esa retirada se produjera en forma simultánea con el despliegue de una fuerza de mantenimiento de la paz de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), opinó.
Lo mismo opina el senador y aspirante a la postulación presidecial del opositor Partido Demócrata, John Kerry.
Debemos proteger a nuestras tropas. Eso significa que el orgullo no debe impedir al actual gobierno ir a la ONU y hacer lo que debió hacer desde el comienzo, sostuvo Kerry, uno de los pocos integrantes del Senado con experiencia de combate en Vietnam, quien dijo haber advertido al presidente George W. Bush que no se apresurara a atacar Iraq.
Le dije con mucha claridad que lo difícil no sería ganar la guerra, sino ganar la paz, alegó.
El gobierno manejó esta semana la posibilidad de procurar una nueva resolución de la ONU sobre Iraq, que implique desplegar en ese país una fuerza multinacional de mantenimiento de la paz, con miras a una gradual retirada estadounidense.
Eso se debió en gran parte a que Alemania, Francia, India, Pakistán y otros países, a los cuales Washington solicitó tropas para mantener el orden en Iraq, respondieron que sólo las enviarían en el marco de una operación autorizada por el foro mundial.
El despliegue de una fuerza de la ONU diluiría la autoridad de Washington como fuerza de ocupación en Iraq, y aún no está claro en qué medida está dispuesto Bush a aceptar eso.
La guerra contra Iraq comenzó el 20 de marzo, y Bush la dio por terminada el 1 de mayo. Pero desde entonces hasta el sábado, la resistencia iraquí mató a 36 soldados estadounidenses, lo cual llevó el numero total de bajas en el conflicto a 149, dos más que en la Guerra del Golfo de 1991.
A comienzos de esta semana, en una conferencia de prensa en Bagdad, el nuevo comandante de las tropas estadounidenses en Iraq, general John Abizaid, admitió que sus subordinados son atacados mediante una clásica campaña de tipo guerrillero.
El mes pasado, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Donald Rumsfeld, arguyó que la resistencia iraquí estaba demasiado desorganizada para que la pudiera llamar guerrilla.
Abizaid, quien es de origen libanés y habla árabe, afirmó que la única forma de contener la creciente insurrección es enviar más tropas a Iraq, con un mandato de largo plazo.
En términos de nuestra doctrina, es un conflicto de baja intensidad, pero de todos modos se trata de una guerra, precisó.
La resistencia mejora su organización, aprende y se adapta, y debemos adapatarnos a sus tácticas, técnicas y procedimientos, comentó el general.
Estados Unidos paga por su guerra unilateral contra Iraq, y es en la actualidad una fuerza de ocupación sin legitimidad alguna en Iraq, aunque una reslución de la ONU pueda servir como hoja de parra, dijo a IPS el activista Michael Ratner, presidente del Centro por los Derechos Constitucionales (CCR, por sus siglas en inglés), con sede en Nueva York.
Es obvio para todos, incluyendo a la población iraquí, que Estados Unidos ha instalado en Bagdad a un gobierno títere, y que esta guerra fue en todo momento por hegemonía, poder y petróleo, aseguró.
El pueblo iraquí nunca tolerará a las tropas estadounidenses, y no será distinto si se trata de soldados de la ONU, aunque la situación mejoraría si la administración de Iraq quedara en manos del foro mundial, opinó Ratner.
Pero incluso en tal caso, debe permitirse que el pueblo de Iraq se autogobierne. Estados Unidos debería irse ya, y transferir todo el embrollo a las Naciones Unidas, alegó.
Iraq se transforma rápidamente en lo que fue Afganistán para los ocupantes de la desaparecida Unión Soviética, y no hay forma de que WEashington gane esta guerra, porque los soldados estadounidenses son un imán para combatientes de toda la región, aseveró el activista.
Es necesario evitar el despliegue en Iraq de tropas de otros países, con o sin mandato de la ONU, según el profesor de derecho internacional Francis A. Boyle, de la Universidad de Illinois.
Cualquier soldado extranjero en Iraq será considerado un cómplice de la agresión en busca de petróleo lanzada contra ese país por Estados Unidos y Gran Bretaña, y se convertirá en blanco del movimiento de resistencia iraquí, pronosticó.
Iraq debe ser puesto de inmediato bajo control directo del Consejo de Seguridad de la ONU, y ese organismo debe estar a cargo de una auténtica fuerza de mantenimiento de la paz desplegada en territorio iraquí, según el profesor, autor de un libro próximo a editarse que trata la cuestión.
El título de ese libro es Destruyendo el orden mundial: el imperialismo estadounidense hacia Medio Oriente, antes y después del 11 de septiembre (de 2001, cuando hubo ataques terroristas en Nueva York y Washington).
Paul Bremer (el administrador civil estadounidense de mayor rango en Bagdad) y sus titeres iraquíes deben ser reemplazados por una autoridad de transición nombrada por la ONU, que dependa directamente del Consejo de Seguridad, arguyó Boyle.
Solomon también criticó a Bremer y al fraude de los gobernantes iraquíes colocados por Washington.
Una fuerza temporal de la ONU podría ser más tolerable para los iraquíes, si Estados Unidos y Gran Bretaña no ejercen autoridad mediante esa fuerza en relación con el futuro de Iraq, opinó.