El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, está en graves problemas, y quizá sólo la Organización de las Naciones Unidas (ONU) pueda ayudarlo.
A esta altura, Bush parece necesitar poco menos que un milagro para salvar su presidencia sin ayuda. Por ejemplo, el hallazgo de un vasto escondite de armas de destrucción masiva en las montañas iraquíes, o una vigorosa reactivación de la economía estadounidense que haga disminuir el desempleo.
Pero aún con un milagro, el costo humano, político y de prestigio será extremadamente alto.
Para salvar su gobierno, Bush debería abandonar el agresivo unilateralismo que ha dominado su política exterior, pedir perdón a los tradicionales aliados de Washington que no apoyaron la guerra contra Iraq, y tratar de que el Consejo de Seguridad de la ONU se haga cargo de la ocupación de ese país.
La semana pasada, India indicó con claridad que, al igual que otros países, sólo aportará tropas para mantener la paz en Iraq en una operación autorizada por el Consejo de Seguridad. Bush había pedido al gobierno indio 20.000 soldados.
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Eso es lo que legisladores del gobernante Partido Republicano y el opositor Partido Demócrata desean desesperadamente, como comprobó el lunes en Washington el secretario general de la ONU, Kofi Annan, durante una breve entrevista con parlamentarios tras reunirse con el propio Bush.
El traslado del mando en Iraq a la ONU es también la propuesta de experimentados funcionarios diplomáticos, de cuyas advertencias antes de la guerra se burlaron los halcones del Partido Republicano, dueños de la política exterior desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington.
Y es también lo que comienzan a susurrar en el oído de Bush sus propios asesores económicos y políticos.
El mensaje de esos asesores es que Estados Unidos no puede soportar solo las cargas económica y política de la ocupación, y que debe lograr mucha ayuda, aunque sea a costa de perder control.
El mismo mensaje llega al presidente desde el llamado "gobierno permanente", o sea la alta burocracia que permanece mientras pasan los presidentes, y en especial la relacionada con la seguridad nacional.
Es claro que esos funcionarios están hartos de la arrogancia de los halcones congregados en torno al vicepresidente Dick Cheney y el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, a quienes culpan de conducir al país a empantanarse en Iraq.
El director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), George Tenet, asumió el miércoles ante senadores responsabilidad por la referencia errónea de Bush, antes de invadir Iraq, a presuntos intentos iraquíes de fabricar armas nucleares, pero también señaló que halcones de la Casa Blanca y el Departamento de Defensa presionaron por la inclusión de esa referencia.
El general John Abizaid, nuevo comandante de las fuerzas que ocupan Iraq y designado directamente por Rumsfeld, contradijo a éste en forma explícita el miércoles, en su primera comparecencia ante el Congreso, al indicar que las tropas bajo su mando afrontan una "clásica campaña de tipo guerrillero", cada vez más efectiva y quizás organizada en escala regional.
Esos ataques causaron, hasta el sábado, 36 bajas estadounidenses desde que Bush declaró terminadas las grandes hostilidades de la guerra contra Bagdad, el 1 de mayo, y Rumsfeld había afirmado hasta ahora que no se debían a un movimiento organizado de resistencia.
Según información filtrada por funcionarios del Departamento de Estado (Ministeriop de Relacines Exteriores) y la CIA, los halcones trataron de silenciar, intimidar o desacreditar a los analistas que no compartían sus engreídas predicciones sobre la campaña iraquí.
Esas predicciones fueron que los soldados de Estados Unidos serían recibidos como "libertadores" por la población iraquí, que no haría falta una gran fuerza de ocupación tras la guerra, y que sería fácil convertir a Iraq en una país próspero y democrático, que enviaría millones de barriles de petróleo barato para los automóviles estaounidenses con alto consumo de combustible.
Es muy probable que quienes filtran información sobre el modo en que se impulsó la guerra comiencen pronto a hacer revelaciones formales ante el Congreso.
Además, los soldados desplegados en Iraq no ocultan su irritación.
El miércoles, el programa "Buenos días América" de la poderosa emisora estadounidense ABC emitió una entrevista con soldados en la occidental ciudad iraquí de Faluja.
"Si Donald Rumsfeld estuviera aquí, le pediría que renuncie". dijo uno de los entrevistados.
Mientras tanto, oficiales militares dicen a periodistas que la ocupación de Iraq puede destruir la capacidad del ejército para retener a sus actuales soldados y reclutar a otros.
Eso es veneno para un gobierno, y hay indicios de Bush lo percibe, en especial tras su reunión con Annan.
Washington había mostrado poco interés en nuevas resoluciones de la ONU sobre Iraq, pero esta semana el secretario de Estado, Colin Powell, comenzó a indagar qué tipo de decisión del Consejo de Seguridad podría habilitar la participación de potencias occidentales, entre ellas Alemania, en la ocupación de Iraq.
"Ahora que la guerra ha terminado, deberíamos concentarnos en estabilizar Iraq y convertirlo en un país pacífico y próspero", dijo el miércoles Annan.
Las grandes preguntas son qué pedirá la ONU por sacar a Washington del aprieto, y si Bush aceptará pagar.