EEUU: Frenar inmigración aumenta la inseguridad, según expertos

Estudiar en Estados Unidos se hizo más difícil para jóvenes de otros países, en especial de naciones árabes o musulmanes, tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, y eso no mejora la seguridad del país sino que la debilita, afirmaron especialistas.

Las normas sobre inmigración y contra los considerados potenciales terroristas profundizan la brecha entre la cultura occidental y las comunidades árabes y musulmanas, sostuvieron el lunes los participantes en la mesa redonda ”Por el interés de Estados Unidos: Dar la bienvenida a los estudiantes internacionales”.

Esa actividad fue patrocinada por la Asociación de Educadores Internacionales (NAFSA, por las siglas en inglés de su nombre original, Asociación Nacional de Consejeros de Estudiantes Extranjeros), con sede en Washington.

”Los estudiantes extranjeros enriquecen la diversidad de nuestras escuelas y campus. Estados Unidos pierde con la implementación de normas restrictivas”, afirmó el director del Centro Internacional Woodrow Wilson para Académicos, Lee H. Hamilton.

Además, esas normas ”no lograron nada significativo para ponernos más a salvo del terrorismo”, opinó Doris Meissner, ex comisaria del Servicio de Inmigración y Naturalización, y actual académica del Instituto de Políticas Migratorias (MPI, por sus siglas en inglés).

Los programas internacionales de intercambio educativo tienen importancia clave para la política exterior estadounidense, porque aumentan la comprensión recíproca y facilitan el diálogo y la reconciliación, según los panelistas.

La apertura a estudiantes extranjeros ”es tan necesaria para nuestra seguridad como un mayor escrutinio para identificar a los pocos que albergan intenciones dañinas”, sostuvo el ex secretario de Defensa William J. Perry, presidente honorario del Grupo de Acción Estratégica sobre Acceso de Estudiantes Extranjeros de la NAFSA.

”Esa apertura ha sido por mucho tiempo un bastión de la política exterior estadounidense, y constituye un medio probado para combatir los estereotipos desinformados, el miedo y la ignorancia que están en el corazón de la crisis que hoy afrontamos”, añadió.

Tras los ataques de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington, el gobierno estadounidense arrestó a miles de personas que consideraba sospechosas de terrorismo, y según activistas lo hizo, en un significativo número de casos, con violación del debido proceso y de otros derechos civiles garantizados por la Constitución.

Nuevas normas sobre inmigración, con el propósito declarado de impedir el ingreso de terroristas, tuvieron el efecto imprevisto de acotar mucho la posibilidad de que jóvenes extranjeros estudien en Estados Unidos.

Por ejemplo, ahora es necesaria la revisión en Washington de los pedidos de visa de varones de países árabes o musulmanes, y también los de todos quienes quieren ingresar al país por motivos declarados que se relaciones con la ciencia. El trámite puede tener retrasos de meses, muy graves para estudiantes con fechas marcadas para empezar sus clases.

Además, es frecuente que estudiantes extranjeros salgan por periodos breves del país, por ejemplo cuando visitan a sus familias en vacaciones o asisten a conferencias internacionales, y en cada ocasión deben gestionar una nueva visa.

No es sorprendente que tras el endurecimiento de esas normas haya disminuido mucho el número estudiantes varones musulmanes, aunque no hay datos exactos en la materia, señaló el lunes la NAFSA.

Esa merma, junto con deterioros de las libertades civiles y del sentimiento de unidad nacional, son las mayores consecuencias de las medidas adoptadas, porque el nuevo sistema de visas no ha conducido a un solo arresto relacionado con el terrorismo, comentó Meissner.

”En nombre del refuerzo de la seguridad nacional, esas regulaciones alimentan el terrorismo”, aseveró.

Responder al problema del terrorismo mediante el intento de convertir a Estados Unidos en una fortaleza es no comprender la naturaleza de la globalización, sostuvo en la mesa redonda la investigadora Judith Kipper, del programa para Medio Oriente del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales.

En un mundo cada vez más interdependiente, es en extremo importante entender a otras culturas, y el intercambio de estudiantes ofrece una posibilidad única en ese sentido a los ciudadanos estadounidenses, alegó.

Los estudiantes extranjeros también realizan un importante aporte económico a Estados Unidos, y el año pasado gastaron en el país, junto con familiares a su cargo, un total de 12.000 millones de dólares, destacó Kipper.

”Los estadounidenses no tenemos miedo porque seamos amenazados, sino porque no entendemos, somos ignorantes, no vivimos en el mundo. Tenemos que comprender que las demás culturas no son mejores ni peores que la nuestra, sino simplemente distintas”, opinó.

A comienzos de este año, la NAFSA pidió al gobierno en una declaración que mantuviera la política tradicional estadounidense de programas de intercambio de estudiantes, y afirmó que la apertura a estudiantes extranjeros servía a los intereses de largo plazo del país en materia de relaciones exteriores, educativa y económica.

Por otra parte, investigaciones del Departamento de Justicia y el MPI sobre la oleada de arrestos tras los atentados de septiembre señalaron graves problemas relacionados con el trato a extranjeros y a musulmanes estadounidenses.

El MPI informó sobre amedrentamiento y aislamiento de las comunidades estadounidenses de árabes y musulmanes, debido a las acciones del gobierno, y señaló que eso socavó los esfuerzos antiterroristas.

La severidad aplicada para deportar a personas por leves violaciones de las leyes migratorias creó reticencia a participar en los programas especiales de registro de inmigrantes y cooperar con las autoridades, explicó.

El inspector general del Departamento de Justicia criticó en un informe la forma en que fueron tratadas los arrestados como sospechosos de terrorismo poco después del 11 de septiembre de 2001, en su mayoría musulmanes, personas procedentes de Asia sudoriental y otros inmigrantes con aspecto de árabes.

”Debemos seguir alimentando el mayor capital de nuestra política exterior: la amistad de quienes conocen a nuestro país porque les dio la bienvenida cuando eran estudiantes, recomendó la NAFSA.

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