Vicki Knafo comenzó su caminata de 203 kilómetros hasta Jerusalén dos días después de que el gobierno israelí le recortara a la mitad sus beneficios mensuales como jefa de familia.
Cuando llegó a esta ciudad portando una bandera de Israel, la semana pasada, acompañada de un grupo de seguidores y numerosos fotógrafos y camarógrafos, se transformó en símbolo del creciente enojo contra el gobierno por su decisión de reducir los beneficios sociales en el marco de un plan de austeridad.
Knafo, cuyo estipendio mensual fue reducido de 570 a 295 dólares, acampó frente a la oficina del Tesoro y se niega a moverse pese a las promesas del ministro de Finanzas, Benjamin Netanyahu, de ayudarla a ella y a otras 100.000 madres solas.
Ahora, cada vez más personas siguen el ejemplo de Knafo y emprenden la caminata desde su residencia, en distintos puntos del país, hasta Jerusalén.
Una semana después de establecerse frente a la oficina del ex primer ministro Netanyahu, decenas de madres solas se unieron a Knafo. Unas 35 tiendas flanquean la acera del Ministerio de Finanzas.
”Bibi (Netanyahu) vete a casa, Knafo al Tesoro”, dice uno de los carteles fijados en las tiendas. ”Queremos trabajar, pero no hay trabajo”, reza otro.
Netanyahu ha hecho promesas, pero sin propuestas específicas. ”Me he reunido dos veces con el ministro, pero sólo quiere tranquilizarnos con palabras bonitas”, declaró a IPS Knafo, divorciada y con tres hijos, fuera de su tienda.
La protesta es la primera muestra de oposición popular fuerte al plan de Netanyahu de reformar la economía nacional mediante la reducción del sector público, incluidos los programas sociales destinados a los hombres y mujeres que crían solos a sus hijos.
El ministro y sus asesores buscan desesperadamente una fórmula que conforme a los manifestantes, pero sin resultado hasta ahora.
Netanyahu es consciente de que muchos padres y madres solos son leales partidarios del gobernante Likud, el partido derechista que preside el primer ministro Ariel Sharon.
Según una reciente encuesta de opinión, 68 por ciento de la ciudadanía cree que la protesta frente al Ministerio de Finanzas es justificada, y 24 por ciento considera que no.
En un esfuerzo por desmerecer la protesta, Netanyahu sugirió que los padres y madres solos están aferrados a la ayuda social. ”Una mujer que es capaz de caminar 200 kilómetros hasta Jerusalén también puede trabajar en una fábrica”, dijo.
Pero los trabajos escasean. El índice nacional de desempleo se sitúa en 10,8 por ciento, y en ciudades obreras como la de Knafo, el porcentaje es aún mayor.
Las reducciones a los beneficios sociales, decididos por el antecesor de Netanyahu pero implementados por éste, entraron en vigor el 1 de julio y forman parte de un recorte presupuestal de 2.300 millones de dólares que, según el ministro, es vital para sacar a Israel de la recesión.
El país está ”a pocos metros del abismo”, y el abatimiento de los beneficios sociales es crucial para rehabilitar una economía golpeada por el colapso del mercado de alta tecnología en 2000 y por la insurrección palestina, dijo Netanyahu.
No es por casualidad que Vicki Knafo comenzó su marcha justo cuando los combates entre israelíes y palestinos comenzaron a ceder, como resultado de la tregua declarada el 29 de junio por grupos radicales palestinos.
”Si se produce otro ataque terrorista, ya no estaremos en los titulares”, admitió Knafo.
Pero algunos expertos creen que las raíces de la protesta pueden buscarse en la transformación de la sociedad israelí de una de las más igualitarias hace 30 años a una de las más injustas en la actualidad, dentro de los países industrializados y emergentes.
Netanyahu, que fue primer ministro entre 1996 y 1999, insiste en que sus políticas atraerán inversiones, promoverán el crecimiento y en definitiva ayudarán a los pobres.
Su plan consiste en despojar a la economía de lo que considera los vestigios sofocantes del socialismo. Además de recortar los beneficios sociales, también redujo el porcentaje máximo de impuesto a la renta, reformó el sistema de pensiones e intenta acelerar la privatización de bancos y empresas telefónicas y de electricidad.
”El país sufrirá dificultades durante un breve período, mientras nos alejamos del antiguo sistema, y luego habrá un gran empuje de crecimiento”, dijo Netanyahu en una entrevista.
Según Dani Gutwein, activista social y profesor de historia en la Universidad de Haifa, las políticas de Netanyahu son la desastrosa culminación de un largo proceso de privatizaciones y de desgaste del sistema educativo y la inversión en infraestructura.
”Lo que hemos visto en Israel por largo tiempo es la destrucción del estado de bienestar y el crecimiento de la desigualdad”, dijo Gutwein a IPS.
Respaldado por la ”elite capitalista”, agregó, el ministro de Finanzas comenzó a aplicar medidas que recuerdan al gobierno de la primera ministra británica Margaret Thatcher (1979-1990), que impulsó y aplicó medidas neoliberales.
”Netanyahu creía que su plan económico no tendría mayor resistencia. También intentó desintegrar a los sindicatos limitando su derecho de huelga a través de la legislación”, recordó Gutwein.
Pero las protestas de ahora proceden de una nueva generación. ”No son los inmigrantes que llegaron para fundar este país, sino los hijos de esos inmigrantes, que nacieron aquí. Son seguros de sí mismos, se sienten cómodos en este país y no reverencian al gobierno”, dijo.
Sin embargo, aún es muy pronto para saber si un puñado de madres solas será capaz de cambiar el rumbo del plan económico del gobierno. Otros grupos afectados por los recortes, como los ancianos, los inmigrantes y los desempleados, todavía no se han sumado a las protestas.
Knafo, que nunca creyó tener tanto poder de convocatoria, sabe a lo que se enfrenta.
”Ellas me endiosan”, dijo, en referencia a las otras mujeres del campamento. ”No soy ninguna diosa, pero no me voy a rendir. Nos han declarado la guerra, y vamos a pelear”, advirtió. (