Nuevas regulaciones para alquilar habitaciones a turistas en Cuba amenazan a los arrendatarios privados, que consideran cada vez más estrecho el espacio para ejercer esa actividad independiente.
Vivimos en estrés permanente, pensando si tendremos suficientes huéspedes o esperando más restricciones que nos obliguen a devolver la licencia, se quejó una mujer de 58 años que arrienda dos de las cinco habitaciones de su casa.
Desde hace varios días circula entre los rentistas una resolución del gobierno de Fidel Castro con reglas de obligatorio cumplimiento para el arrendamiento particular, informó la mujer, quien aceptó hablar con IPS a condición de no ser identificada.
La circular fechada el 5 de junio y firmada por el presidente del Instituto Nacional de la Vivienda, Víctor Ramírez Ruiz, señala, entre otras cosas, que en el ejercicio de esta actividad han surgido tendencias y conductas negativas que desvirtúan la esencia misma del arrendamiento en nuestro país.
El texto de la disposición, que entrará en vigor a partir de su inminente publicación en la Gaceta Oficial, incluye entre las conductas negativas, el uso de viviendas como casas de cita u otras prácticas que favorecen la prostitución, el proxenetismo y el desmedido enriquecimiento.
Eso resulta ofensivo. Soy una persona honrada, que trabajó toda su vida, y sólo después de jubilada es que decidí alquilar habitaciones para mejorar los ingresos de mi familia, que es muy numerosa, dijo la entrevistada.
La autorización para aceptar inquilinos extranjeros le cuesta a los propietarios 520 dólares mensuales, 250 por cada habitación, más 20 dólares por el garaje. Además, a comienzos de año debe pagar entre 300 y 350 dólares de impuestos por los ingresos personales percibidos en los últimos 12 meses.
Algo se gana, nadie hace negocio para perder dinero, pero hay meses en que apenas alcanza para pagar ese impuesto fijo. Para la mayoría esto es una manera de vivir un poco mejor, no hay enriquecimiento y mucho menos desmedido, afirmó.
El alquiler de una habitación en casas de familia cuesta en Cuba un promedio de 30 dólares al día, mientras que los precios en los hoteles recorren una amplia franja de 40 a 150 dólares, según la calidad y amplitud del servicio ofrecido.
La nueva resolución gubernamental dispone aranceles obligatorios por servicios de gastronomía, aunque el arrendatario particular alegue que no presta ese servicio a su huésped.
También se gravarán las áreas de uso común, es decir aquellas que normalmente utilizan los ocupantes de la casa y por tanto los arrendatarios de la o las habitaciones en cuestión.
Asimismo, queda prohibido arrendar por menos de 24 horas o a más de dos personas por habitación, como tampoco se permite contratar personas ajenas al núcleo familiar para labores relacionadas con la hospedería.
Otra novedad es que no se concederá autorización para alquilar habitaciones, o se cancelará la vigente, a los propietarios de vivienda que viajen por más de tres meses fuera del país ni a los que adquirieron la vivienda por asignación estatal después del 1 de julio de 2001.
Sinceramente, la impresión de muchos arrendadores es que quieren que dejemos de alquilar, como si nosotros no aportáramos ingresos al país, comentó la mujer, propietaria de un bello inmueble de la zona oeste de La Habana.
Por otra parte, ella y otros rentistas consultados consideraron que las restricciones impuestas al ejercicio de la actividad son tantas, que resulta difícil no pasar la barrera de lo legal para incurrir en ilegalidades.
Hay multas de hasta 3.500 dólares, eso sí es desmedido, dijo una de esas fuentes, que se lamentó también de la competencia desleal de los arrendadores clandestinos, que pueden cobrar más barato porque no pagan impuestos.
El gobierno de este país de régimen socialista autorizó el alquiler de habitaciones a propietarios de viviendas en mayo de 1997, sacando a flote algo que en realidad ya muchos hacían. Yo comencé a arrendar unos tres años antes de que se autorizara oficialmente, contó la fuente.
Economistas consultados por IPS aseguraron que en La Habana, que recibe el mayor número de viajeros del país, hay registrados en estos momentos 2.705 personas que alquilan en dólares a extranjeros y 1.067 que lo hacen en moneda nacional a ciudadanos cubanos.
Mientras, los arrendatarios clandestinos en todo el país suman 8.753 que trabajan en moneda nacional y 5.178 en divisa libremente convertible. Sólo en mi cuadra, hay tres personas que arriendan sin pagar impuestos, contra cuatro que sí lo hacemos, aseguró la mujer.
Según estimaciones del investigador, los rentistas privados de la capital cubana, donde se ubica 80 u 85 por ciento del total del país, aportaron en 2.000 unos seis millones de dólares al erario público.
En su opinión, se considera que este sector resta ingresos al Estado en el turismo internacional, al ofrecer habitaciones más baratas que las disponibles en la red hotelera.
El arriendo privado de habitaciones es una vía de ingresos que escapa al Estado, que tiene el síndrome de querer abarcarlo todo, consideró el economista, que también prefirió el anonimato.
Cifras oficiales indican que Cuba dispone en estos momentos de unas 40.000 habitaciones distribuidas en 266 hoteles dedicados al turismo internacional, 40 por ciento de los cuales son de categoría cuatro y cinco estrellas.
El profesional precisó, además, que todas las licencias para el trabajo por cuenta propia se han reducido en los últimos años, aunque no decrece la cantidad de personas que ejercen algún oficio sin registrarse oficialmente.
Las licencias otorgadas a este sector bajaron de 208.500 en 1995 a 153.800 en 2001 y a unos 100.000 en la actualidad, según estiman especialistas.