DESASTRES: Ayuda humanitaria sin rumbo ético

La ayuda humanitaria crece en zonas de desastre que importan a gobiernos centrales y a la prensa e ignora otras con sufrimiento incluso mayor, reprochó la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja.

Los países que son blanco de la llamada guerra contra el terrorismo atraen niveles sin precedentes de asistencia para la reconstrucción, mientras víctimas de otras crisis más acuciantes languidecen en las sombras con escasa ayuda, precisó el director de gestión de catástrofes de la Federación, Abbas Gullet.

La Federación, que se presenta como la mayor organización humanitaria del mundo en prestar asistencia sin distinción alguna de nacionalidad, raza, credo, clases sociales u opinión política, distribuyó este jueves su Informe Mundial sobre Desastres, centrado en la ética de la ayuda.

La ética humanitaria consiste en salvar la vida de los más necesitados y al mismo tiempo en respetar la dignidad de cada persona destrozada por conflictos armados, hambrunas, enfermedades o desastres naturales, explicó el informe.

Los dos principios constituyen la base de un código de conducta para la ayuda humanitaria al que han adherido más de 200 organizaciones de todo el mundo.

Sin embargo, la Federación de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja observó que el cumplimiento de esos principios ha sido desigual.

Por ejemplo, la asistencia humanitaria tiende a favorecer los desastres de gran notoriedad pública en detrimento de las crisis que se producen lejos de los proyectores de la prensa y de los intereses políticos, insistió.

La asistencia siempre se ha concentrado en las crisis que alcanzan un elevado perfil, admitió Jonathan Walter, editor del informe. "Pero en la Federación creemos que en la guerra contra el terrorismo se está exagerando esa tendencia", subrayó.

Los mayores volúmenes de ayuda se dirigen hacia los países que son "blanco de la guerra contra el terror", pero la asistencia humanitaria no tiende la misma mano a todos aquellos que sufren las consecuencias de conflictos armados, enfermedades o desastres, expuso la organización.

En particular, el Informe alude a la situación de Africa, abrumada por sequías, inundaciones, conflictos armados y enfermedades infecciosas.

Sólo la epidemia del virus de inmunodeficiencia humana (VIH), causante del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida), costó el año pasado a ese continente unas 6.500 vidas por día.

La preocupación de la Federación se extiende a todas las regiones a causa de las decenas de miles de africanos, asiáticos y latinoamericanos obligados a abandonar sus hogares para marchar en busca de la supervivencia truncada por la violencia, los desastres naturales o la ruina económica.

También en Rusia y en Mongolia, las inundaciones y las tormentas de nieve han destrozado varios miles de vidas.

En los 10 años de vigencia del código, su cumplimiento ha sido "bastante pobre", evaluó Walter. Pero por lo menos en los últimos años, la ayuda se ha concentrado en los conflictos más notorios, como los Balcanes, Afganistán e Iraq.

Por ejemplo, el Departamento de Defensa de Estados Unidos anunció apenas pocas semanas después de derrocar al gobierno iraquí de Saddam Hussein que había recaudado 1.700 millones de dólares para destinarlos al socorro de la población de ese país árabe.

La Federación reconoce que esa ayuda debe recibirse con gratitud, pero se pregunta qué pueden esperar 40 millones de personas de 22 países africanos que están al borde de la inanición.

En Angola hay cuatro millones de personas que dependen de la ayuda para alimentarse. En septiembre de 2002, la Federación hizo un llamamiento de urgencia para prestar asistencia a 100.000 de esas personas más necesitadas.

Cuatro meses después sólo se había recibido cuatro por ciento del monto solicitado, reveló Walter. Lo mismo sucede en las otras zonas de Africa y en el resto del mundo, lamentó el funcionario.

La crisis prolongada de Afganistán, a causa de la guerra civil y de la sequía, obligó a abandonar sus hogares a millones de personas.

La asistencia humanitaria para Afganistán ascendía en la década del 90 a unos 100 millones de dólares por año, pero trepó a 300 millones anuales inmediatamente después de la guerra contra ese país iniciada por Estados Unidos tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington.

A fines de la pasada década, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) estimó que 3,5 millones de afganos necesitaban ayuda, una cifra que se triplicó luego de la represalia militar de Estados Unidos hacia el movimiento afgano Talibán por refugiar a los presuntos autores de aquellos atentados.

Después no se ha hecho otra evaluación, dijo Walter.

Según la Federación de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, además, en Afganistán era más seguro trabajar durante el régimen Talibán que ahora. El aumento de la ayuda a ese país obedece al incremento de la atención que merece en la prensa y entre los gobiernos, reflexionó Walter.

El documento divulgado este jueves observa que la asistencia humanitaria debe respetar la capacidad y las aspiraciones de la población local.

Sin embargo, en Afganistán se asistió a un aumento del número de organizaciones no gubernamentales presentes, que pasaron de 46 en 1999 a 350 en 2002, con el gobierno impuesto tras la invasión de fuerzas lideradas por Estados Unidos.

Todas esas organizaciones invierten dinero en la apertura de sus actividades, en comprar computadoras, alquilar oficinas y pagar personal. Walter se preguntó si ese es el mejor empleo de la asistencia humanitaria.

Otro factor determinante en Afganistán es la inflación salarial causada por los empleadores extranjeros.

Los conductores afganos de vehículos que trabajan para embajadas o agencias internacionales perciben salarios de alrededor de 500 dólares por mes, mientras un médico local que trabaja para el gobierno cobra 45 dólares mensuales.

El mercado de los alquileres también se ha alterado. Una organización no gubernamental afgana tuvo que cerrar cuatro de sus centros dedicados a la atención de "niños de la calle" porque el arrendamiento subió de 100 a 4.000 dólares por mes.

Otro aspecto que preocupa a la Federación es la atención que se presta a la epidemia de VIH/SIDA, un desastre que ha sido olvidado o por lo menos descuidado durante años, dijo Walter.

La cantidad de muertes que deja la epidemia equivale al saldo de 155 aviones jet de pasajeros precipitándose cada día. Pero los títulos de la prensa mundial se dedican a los estadounidenses y británicos que mueren en Iraq, comentó el editor del Informe.

El Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre VIH/Sida recibió el año pasado 3.000 millones de dólares, la mitad de lo que necesitaba para combatir la epidemia. En 2007, le harán falta 15.000 millones para esa misión.

Con esos antecedentes, el presidente de la Federación, Juan Manuel Suárez del Toro, recordó algo que suena obvio: la comunidad de ayuda y los donantes deben actuar con imparcialidad y según sus principios, de manera de intervenir donde las necesidades son mayores. ***** + Federación (http://www.ifrc.org/sp)

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe