El legado de la visita de George W. Bush a Africa es materia de debate en la región entre los que confían en nuevas oportunidades de desarrollo y los que sospechan de intereses ocultos de Estados Unidos, entre ellos el petróleo.
Los más optimistas están convencidos de que la presencia del presidente de Estados Unidos la semana pasada en Senegal, Sudáfrica, Botswana, Uganda y Nigeria abrió posibilidades reales para el desarrollo africano.
Esta visión se refleja en los discursos oficiales de los gobiernos anfitriones, que celebran los fondos ofrecidos por Bush para aliviar la pobreza y combatir la epidemia de VIH/sida, si bien esta ayuda no está exenta de condiciones.
El presidente de la única superpotencia del mundo consideró estratégico y necesario visitar Africa y comprometer los recursos de su país para ayudar a la región más pobre del mundo, devastada por guerras civiles y por el sida, entre otras enfermedades endémicas, subrayan los optimistas.
Con el respaldo de Estados Unidos, agregan, son mucho mayores las probabilidades de echar a andar la Unión Africana, formada hace un año en sustitución de la antigua Organización de Unidad Africana.
El plan de reconstrucción regional, llamado Nueva Asociación para el Desarrollo de Africa (NEPAD), costará cerca de 60.000 millones de dólares y la región no puede hacerlo sola, subrayaron los principales arquitectos del programa, los presidentes Thabo Mbeki y Abdoulaye Wade, de Sudáfrica y Senegal.
Para que NEPAD tenga un impacto real, requiere la participación de los 53 países que el año pasado firmaron el acta de constitución de la Unión Africana, en Togo.
La visita de Bush legitimó de alguna manera el proceso democrático impulsado por NEPAD, al destacar el papel de Mbeki y el presidente de Nigeria, Olusegun Obasanjo, en la promoción de la democracia.
Pero los críticos sostienen que el safari del presidente de Estados Unidos significó un golpe para el desarrollo de Africa y que el mandatario sólo anda en busca del petróleo y el gas natural de la región.
Africa tiene reservas probadas de petróleo de 77.400 millones de barriles, equivalentes a 6,4 por ciento de la producción mundial. Dieciocho por ciento de las importaciones de petróleo de Estados Unidos proceden de Nigeria, Angola y Gabón, y se prevé que en los próximos 10 años la cifra aumente a 25 por ciento.
La visita de Bush puso de relieve cuestiones económicas directamente vinculadas con la seguridad energética de Estados Unidos, destacó la Asociación de Investigación sobre Energía de Cambridge, un grupo de expertos estadounidenses.
La estabilidad económica y política en Africa representa un pilar de la política energética de Estados Unidos: la diversificación de sus fuentes de importación de gas y petróleo, señaló el equipo de expertos en un documento de reciente publicación.
Esta visión es respaldada por la Coalición contra la Guerra y el Partido Comunista de Sudáfrica, que organizaron protestas nacionales contra la visita de Bush.
Según estos grupos, Bush tiene el petróleo en la mira igual que en Iraq, y uno de los objetivos de su guerra contra ese país del Golfo era separarlo de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).
La mayoría de los países africanos productores de petróleo no forman parte de la OPEP, y por lo tanto resulta más fácil negociar con ellos.
Por otra parte, los gobernantes de la región no pueden darse el lujo de desechar las ofertas de intercambio comercial ni los fondos ofrecidos por Bush.
Asimismo, el presidente estadounidense sabe que el eje Sudáfrica-Nigeria es fundamental para su visión de Africa, y que si el hambre y las enfermedades continúan propagándose en el continente, éste podría convertirse en un caldo de cultivo para el terrorismo.
Para que Africa se someta a la agenda mundial de Estados Unidos, el comercio debe dominar. Esta parece ser la conclusión de la visita de Bush. (