Sara Abreu nunca ha tenido una cuenta de ahorro. Como muchas otras personas en Cuba, ni piensa en pisar una agencia bancaria, porque lo importante es «resolver hoy y ahora». Mañana será otro día.
Graduada en la Universidad de La Habana hace dos años y casada desde sus tiempos de estudiante, Abreu no tiene hijos pero vive con sus suegros, dos personas mayores de 60 años cuya pensión "no alcanza para nada".
"Entre mi salario, el de mi esposo y la pensión de mis suegros, en la casa entran unos 600 pesos mensuales. Con eso vamos dos veces al mercado agropecuario y ni podemos pensar en comprar frutas o vegetales", dijo a IPS.
El Estado regula y subsidia un sistema de venta de alimentos en pesos, pero varios productos de primera necesidad sólo pueden comprarse con dólares, y un dólar vale 27 pesos.
En el mercado agropecuario, una cebolla puede costar cuatro pesos, una col cinco, y una piña 15. El litro de aceite de cocina se vende en unos dos dólares, y el kilogramo de leche en polvo a más de cinco dólares.
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Así y todo, Abreu, de 26 años se considera una "persona con suerte". Consiguió un trabajo como investigadora, sin horario fijo, y en las mañanas puede trabajar por su cuenta y obtener dólares.
"Vivo frente a las oficinas de Inmigración. Todas las mañanas voy a la fila y ofrezco mis servicios de mecanografía a las personas que necesitan llenar planillas. He tenido días de hacer hasta diez dólares", contó.
La necesidad de tener más de un trabajo para poder sobrevivir es un fenómeno relativamente nuevo para las personas en este país socialista, donde hasta 1990 cualquiera vivía bien con un salario.
Lo peor, según Abreu, es la inseguridad. "No tengo licencia como mecanógrafa privada. Así que si un policía me ve ofreciendo mis servicios y me pide la identificación, tendré que pensar en otra cosa para sobrevivir", explicó.
La historia de Abreu no es única, según un estudio realizado en la capital cubana sobre estrategias familiares para afrontar los efectos de la crisis y el reajuste económicos de la última década.
Esa investigación, del gubernamental Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS), detectó que las fórmulas aplicadas se caracterizan por su diversidad, pero también por la inestabilidad y duración breve.
Son muy pocas las personas que piensan, por ejemplo, en ahorrar para pasar unas buenas vacaciones en familia.
Las regulaciones gubernamentales que restringen al máximo la iniciativa privada impiden, asimismo, que muchas familias vean el impulso de un negocio propio como vía de progreso a largo plazo.
Esa inmediatez con que se enfrentan los problemas conduce a "un desgaste de las personas en la formulación y reformulación de estrategias", afirmó la investigadora Marelén Díaz Tenorio, una de las autoras del estudio. Aunque "la viveza y la inventiva" pueden parecer positivas, estas características implican a su vez un "bajo nivel de elaboración", que limita el desarrollo de las personas y de la familia como grupo, añadió la experta.
En la lista de estrategias recogidas por el CIPS, predominaron las económicas, cuyo fin más común es captar ingresos para gastos de primera necesidad, sobre todo de niños y ancianos.
Se detectó, además, una alta tendencia a la ilegalidad que pasa por la "legitimización de acciones ilegales", dijo Díaz.
Así, es visto como algo normal comprar la leche en polvo en el mercado negro, o dedicarse a algún trabajo por cuenta propia no autorizado por las regulaciones vigentes, o sin hacer gestiones para obtener la licencia correspondiente.
El rosario de fórmulas es enorme: recorrer largas distancias a pie o en bicicleta, comprar productos baratos y venderlos más caros, compartir ropas, calzados y otros artículos, o criar gallinas para vender sus huevos.
La amplia gama de opciones incluye la migración como alternativa económica, recibir remesas de algún familiar en el extranjero, y elegir actividades o estudios "que den dinero o permitan trabajar por fuera".
"Hace 20 años no había nada más reconocido socialmente en Cuba que ser médico. Ahora, hay jóvenes que, teniendo vocación, prefieren ser porteros de un hotel para recibir propina en dólares", dijo un profesor de la Universidad de La Habana.
Fuentes del gubernamental Centro de Estudios de la Economía Cubana aseguran que una familia habanera requiere para mantenerse unas siete veces los ingresos que obtiene por vía salarial.
Por otra parte, se detecta una tendencia a la concentración de los ingresos en el país. Según los últimos datos disponibles, 85 por ciento del dinero que estaba depositado en 1997 correspondía a sólo 13,2 por ciento de las cuentas de ahorro.
El llamado "período especial en tiempos de paz", o sea la crisis económica iniciada en 1990, cambió radicalmente la vida de la mayoría de los más de 11,2 millones de habitantes de Cuba.
De 1990 a 1993, el producto interno bruto cayó 34,8 por ciento, y el nivel de vida de la población se deterioró de forma tal que hasta hoy no se recuperan los índices anteriores a la crisis.
Así y todo, la isla logró mantener sus principales indicadores en materia de salud. Al 30 de junio de 2002, la esperanza de vida al nacer era 76,15 años.
En ese momento, la tasa bruta de reproducción era de 0,8 hijas por mujer, unos 6,6 millones de personas estaban en edad laboral, y la población mantenía su tendencia al envejecimiento.
La tasa bruta de reproducción es el numero medio de hijas que nacerían vivas durante la vida de una mujer (o grupo de mujeres), si sus años reproductivos transcurrieran conforme a las tasas de fecundidad por edad de un determinado año.
Son precisamente las familias más jóvenes las que estén "apuntalando o desarrollando" un grupo de estrategias para cuidar a las personas de la llamada tercera edad, aseguró Díaz al revelar este mes los resultados del estudio.
La convivencia de tres y hasta cuatro generaciones en un mismo hogar es algo común en la isla y sobre todo en La Habana, ciudad que con más de dos millones de habitantes reúne los mayores problemas de vivienda del país.
"Yo quiero tener hijos, pero me paso la vida aplazándolo. Si apenas podemos mantener a mis suegros, ¿cómo podríamos enfrentar el nacimiento de un bebé, con todo lo que eso implica?", dijo Abreu.