El fin de la guerra en Angola significa nuevas oportunidades para los empresarios de la República Democrática de Congo (RDC) que buscan reanudar el comercio con sus vecinos luego de 30 años de interrupción.
La paz en la vecina Angola implica que la explotación y el comercio de minerales entre la provincia angoleña de Moxico y la provincia congoleña de Katanga se reanudarán pronto, celebró Evariste Kiswako Mwamba, director ejecutivo de la empresa minera Kisenge Manganese Mining Company.
Ambas provincias están unidas por la vía férrea de Benguela, que conecta a Lubumbashi, la capital de Katanga, con el puerto angoleño de Lobito, a 1.400 kilómetros de distancia.
Lobito, ubicado sobre la costa atlántica, fue utilizado por Kisenge Manganese antes de que estallara la última guerra civil en Angola, en 1975.
La mina situada a 750 kilómetros de Lubumbashi tiene un aspecto desolador. Las canteras están inundadas y montañas de manganeso yacen abandonadas, aparentemente sin esperanza de ser exportadas algún día.
Pero Mwamba no se desanima. Sí, la mina está inundada, pero eso no impide ponerla en funcionamiento de nuevo. Estamos esperando que vuelva a funcionar la vía férrea y luego nos abocaremos al procesamiento del mineral, dijo.
Para una compañía cuya producción no está muy valorada en el mercado internacional, no tenía sentido durante la guerra en Angola exportar a través de puertos distantes como Dar es Salaam, en Tanzania, o Durban, en Sudáfrica.
Casi tres millones de toneladas de manganeso están acumuladas en los depósitos de la compañía, y 500.000 de ellas están listas para ser exportadas.
Aquí hay entre 10 y 15 años de trabajo disponible, aun antes de que la mina se reactive, dijo Mwamba.
El director de Kisenge Manganese piensa crear una línea de producción en Lubumbashi con fondos belgas e iniciar otro negocio de explotación de oro en Kisenge.
El grupo South African Goldfields, el cuarto mayor productor de oro del mundo, ya demostró interés en el proyecto.
Mientras, un grupo de Tanzania está interesado en iniciar una explotación forestal. La madera es otro de los principales recursos naturales de la región.
Aunque Mwamba está esperanzado, los 450 trabajadores de su compañía no lo están. No hemos recibido nuestro salario en 60 meses. No podemos seguir así, dijo a IPS Philippe Kibwile, el jefe del departamento técnico de la mina.
Kibwile y sus colegas sobrevivieron todo este tiempo trabajando en el mantenimiento de la flota de vehículos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), que los guarda en el garage de la mina.
ACNUR también atiende a refugiados en el hospital de la mina y paga el personal médico.
El resto de los empleados sobrevive gracias a la agricultura.
La compañía también alquila algunas de sus instalaciones. Eso nos permite abastecer nuestro centro médico y pagar alguna parte de los salarios atrasados, explicó Mwamba.
Desde que ACNUR comenzó a repatriar angoleños el 20 de junio, los campamentos de refugiados de la región se están vaciando poco a poco.
Cuando enviemos el quinto convoy, ya estaremos por terminar nuestro trabajo en la región, dijo William Mututa, jefe de ACNUR en Katanga.
Para Kisenge Manganese Mining Company, la partida de ACNUR significará una enorme pérdida de ingresos. Pero si la compañía logra emprender proyectos, eso compensará las pérdidas, dijo Mututa.
Mwamba confía en la pronta rehabilitación de la vía férrea de Benguela. Quizá lleve uno o dos años, pero la rehabilitación está en curso, y el puerto de Lobito ha sido modernizado, dijo.
La guerra en Angola terminó a principios de 2002 tras la muerte de Jonas Savimbi, líder de la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (Unita), que se levantó en armas en 1975 contra el gobierno marxista que ese año había tomado el poder luego de obtener la independencia de Portugal.
Unita confirmó a fines del mes pasado su adiós a las armas y eligió como sucesor de Savimbi a Isaías Ngola Samakuva. (