La marihuana es el cultivo más lucrativo para los pequeños agricultores de Africa, a pesar de los esfuerzos coordinados de los organismos antidrogas nacionales.
En Africa austral, la marihuana —conocida como dagga— se explota en el este de Sudáfrica, el sur de Mozambique y las áreas montañosas de Swazilandia. Lo cosechado se lleva a Johannesburgo, desde donde se embarca a Europa.
Y desde 2000, la policía de Nigeria, en Africa occidental, destruyó 3.000 hectáreas de marihuana y encarceló por esa causa a más de 2.000 presonas.
”La mayoría de los fumadores de marihuana de la región no la compran, pues la cultivan ellos mismos, a pesar de la ilegalidad”, dijo a IPS el presidente del Consejo contra el Abuso de Drogas y Alcohol de Swazilandia, David Pritchard.
Por esa causa, ”los campesinos están interesados en la exportación”, explicó. ”Operaciones como la compra de insecticida o equipos de irrigación son financiadas por grandes barones de la droga que compran la cosecha.”
Los agricultores reivindican el derecho a cultivar marihuana, pues sus comunidades la fuman hace siglos. Pero el argumento no convence a los gobiernos, que no ven necesidad de cambiar leyes que se remontan a la era colonial.
Las autoridades han tratado de convencer a los campesinos de cultivar cáñamo con bajo contenido de THC, el principio activo de la marihuana, para fabricar con él sogas y textiles. Pero aún no se montaron las plantas industriales necesarias para ello.
Diversos estudios indican que 70 por ciento de los campesinos del distrito swazi de Hhohho no están apresurados por cambiar de cultivo.
El año pasado, 50 por ciento de los predios plantados con marihuana en Swazilandia fueron erradicados en operativos conjuntos de la policía de ese país y la de Sudáfrica. ”Eso debió tener consecuencias en las calles de Johannesburgo, donde llaman 'oro swazi' a la dagga de las montañas”, dijo Pritchard.
Además, la destrucción de cultivos redujo los embarques al exterior. El 'oro swazi', valorado por su potencia, suele embarcarse a Holanda en forma de ladrillo desde Sudáfrica.
Dos vendedores de marihuana fueron asesinados este mes en Swazilandia, en un hecho considerado inusual pero que podría marcar una creciente tensión entre los traficantes.
Como los propios campesinos se encargan de compactar la marihuana en ladrillos para facilitar su transporte, todos ellos tienen máquinas compresoras. ”Esa puede ser nuestra pista inicial”, dijo a IPS una fuente policial swazi.
Pero los compradores europeos prefieren ahora el hachís, la espesa y oscura resina que se destila de la planta y que se mezcla con el tabaco para ser fumada, a las hojas y flores de marihuana sin mayor procesamiento.
La maquinaria necesaria para producir hachís no es asequible para los agricultores pobres. Los barones de la droga locales tampoco se las suministran. Por lo tanto, la policía está hallando cantidades sin precedentes de marihuana en grandes depósitos donde es guardada para su procesamiento.
”Quizás la única 'ventaja' que confiere la pobreza endémica del continente es que los jóvenes no tienen ingresos como para comprar drogas”, dijo Pritchard. Más de 350 millones de personas, 50 por ciento de la población, viven en condiciones de pobreza, con menos de un dólar diario, según el Banco Mundial.
Pero cada vez más jóvenes de clase media usan las mismas drogas sintéticas como el estimulante éxtasis, empleado por sus pares del mundo occidental. Esta sustancia se produce en Sudáfrica o se trafica desde Europa.
Fuentes policiales dijeron a IPS que las redes del narcotráfico radicadas en Nigeria tienen alcance mundial y extienden sus tentáculos a toda Africa austral. Desde 2000, la policía nigeriana se incautó de 300 kilogramos de cocaína y heroína. (