El presidente de la República Democrática de Congo (RDC), Joseph Kabila, prometió establecer un gobierno de unidad nacional antes del 30 de este mes, en un paso hacia la pacificación de este país centroafricano.
La medida responde a la presión internacional para formar una administración interina con participación de grupos insurgentes como parte de un acuerdo que ponga fin a la guerra civil que estalló en 1998 y dejó más de tres millones de muertos, en su mayoría civiles.
La presión para formar un gobierno provisional antes de la celebración de elecciones generales, dos años después, aumentó la semana pasada con la visita a la RDC de una misión del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para Africa central.
Kabila efectuó su promesa luego de que los embajadores le expresaran su preocupación porque el tiempo se estaba acabando para el proceso de paz, declaró a la prensa Jean-Marc de la Sabliere, embajador de Francia ante la ONU y jefe de la delegación, en la capital, Kinshasa.
Le dijimos (a Kabila) que era importante acelerar la formación del gobierno de transición. La mayor parte del trabajo ya se ha hecho. Sólo resta el proceso final, y quisiéramos que se hiciera lo más rápidamente posible, en los próximos días, expresó De la Sabliere.
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La delegación viajó también a los vecinos Burundi, Ruanda, Uganda y Tanzania, donde se reunió con sus autoridades.
De la Sabliere urgió a todos esos países a cooperar con la ONU para poner fin a la violencia que ha desestabilizado a la mayor parte de Africa central.
Los países de la subregión deben encontrar una forma de construir confianza entre ellos. El Consejo de Seguridad puede ayudar, pero no puede hacer el trabajo, declaró el embajador al final de su misión, el domingo.
En Kinshasa, la delegación se reunió con varias partes involucradas en la guerra. Entre otros, conversó con Arthur Z'Ahidi Ngoma, el vicepresidente designado, que representará a partidos de oposición desarmados.
Ngoma se negó a hacer comentarios sobre las conversaciones, alegando la fragilidad del proceso de transición. Su designación fue rechazada por otros partidos políticos, entre ellos la poderosa Unión para la Democracia y el Progreso Social, del ex primer ministro Etienne Tshisekedi.
La delegación del Consejo de Seguridad fue recibida con los brazos abiertos en Kinshasa, pero algunos críticos señalaron que la intervención de la ONU es tardía.
Cuando la violencia en (la nororiental ciudad de) Bunia conmocionó a la comunidad internacional, ya habíamos perdido más de tres millones de personas, recordó Ngoy di Kateta, un periodista residente en la capital.
La guerra en la RDC estalló en agosto de 1998, cuando el entonces presidente Laurent Kabila (padre del actual mandatario, asesinado en enero de 2001) ordenó el retiro de las fuerzas ruandesas que lo habían ayudado a derrocar al dictador Mobutu Sese Seko en 1997.
En el conflicto intervinieron siete países africanos. Angola, Namibia, Chad y Zimbabwe respaldaban al gobierno de Kabila, mientras Burundi, Uganda y Ruanda apoyaban a distintos grupos rebeldes.
Actualmente, ya no hay tropas extranjeras en territorio congoleño, pero continúan los combates entre fuerzas del gobierno, rebeldes y milicias tribales.
La guerra desplazó a más de dos millones de personas y dejó entre los muertos a unos 10.000 niños soldados.
La situación actual es especialmente grave en Bunia, en el distrito nororiental de Ituri, donde diferentes etnias están trabadas en un sangriento conflicto por el control de recursos naturales.
Una fuerza internacional encabezada por Francia está desplegada en Ituri desde la semana pasada para proteger a la población civil de esa zona de la violencia, que dejó cerca de 500 civiles muertos en los últimos dos meses.