Los colonos judíos, que se ven reducidos al papel de mera ficha en el tablero de la negociación entre Israel y Palestina, se disponen a reconstruir el ilegal puesto de avanzada cisjordano de Mitzeph Yitzhar, desmantelado por el ejército israelí la semana pasada.
Estamos decididos a pelear incluso por una carpa, pues al desmantelar un puesto de control se está creando un precedente peligroso para los asentamientos, dijo a IPS el portavoz de los colonos, Yehoshua Mor Yosef, al anunciar los planes de reconstrucción.
El ejército israelí se enfrentó el jueves con cientos de colonos que se resistían a la destrucción del puesto de control de Mitzeph Yitzhar, cerca de la septentrional ciudad cijsordana de Naplusa, como parte de las medidas acordadas en la llamada hoja de ruta hacia un acuerdo de paz con los palestinos.
Los colonos judíos, para su seguridad, instalaron un total de 61 puestos de control en colinas Cisjordania y Gaza desde que el primer ministro Ariel Sharon asumió la jefatura del gobierno en marzo de 2001.
Se trata de construcciones precarias, hechas con madera y palos, donde se instala esporádicamente un grupo de vigilancia para prevenir ataques palestinos. La mayoría de los puestos están deshabitados y no están autorizados por el gobierno de Israel.
El desmantelamiento de estos sitios está previsto en la hoja de ruta, aceptada por israelíes y palestinos y elaborada por el Cuarteto, instancia mediación internacional integrada por la Organización de las Naciones Unidas, la Unión Europea, Estados Unidos y Rusia.
La hoja de ruta, que prevé la creación de un estado palestino en 2005, ordena el desmantelamiento de estos puestos de avanzada y el congelamiento de la construcción de asentamientos, aunque ésa no sería la principal preocupación de los colonos ya establecidos.
Su preocupación es la fase final del plan, que establece la creación del Estado independiente palestino y, por lo tanto, el fin de muchos asentamientos.
Más de 200.000 judíos viven en 144 asentamientos instalados en Cisjordania y Gaza, territorios ocupados por Israel en la guerra de los Seis Días en 1967. Sucesivos gobiernos israelíes adujeron razones religiosas y de seguridad para alentar la expansión de esas instalaciones.
De hecho, uno de los artífices de la construcción de estas comunidades fue el propio Sharon, que entre 1990 y 1992 encabezó la cartera de Vivienda e Infraestructura del gabinete conducido por el también derechista Isaac Shamir.
Los israelíes de izquierda sostienen que los asentamientos son un obstáculo para la paz, mientras que la derecha moderada los ve como una ventaja para la seguridad y una garantía para que Israel no vuelva a las fronteras que tenía antes de 1967.
Para los judíos ortodoxos, ocupar las áreas denominadas Judea y Samaria en la Biblia, donde hoy se encuentra Cisjordania, es una misión divina que acelerará la venida del mesías y permitirá la creación del Gran Israel, territorio que también incluiría más zonas de países árabes vecinos.
La nación judía se originó en Judea y Samaria. Si no tenemos derecho a edificar (las colonias de) Beit El y Ofra, entonces no tenemos derecho a edificar Tel Aviv, sostuvo Mor Yosef.
Los palestinos señalan los asentamientos como la principal causa de la violencia, que aumentó a partir de septiembre de 2000 con el comienzo de la segunda intifada (insurrección popular palestina contra la ocupación israelí), aún en marcha.
La población de los asentamientos aumentóó 80 por ciento desde la firma en 1993 de los acuerdos de Oslo, que pusieron fin a la primera intifada —iniciada en 1987— y permitieron la creación de la Autoridad Nacional Palestina.
Muchos países consideran que los asentamientos violan las normas internacionales, que prohíben el traslado de civiles a territorios disputados en un conflicto bélico. Todas las iniciativas de paz de los últimos 10 años, incluida la hoja de ruta, proponen frenar la construcción de asentamientos.
Muchos colonos se quejan de que ahora son ignorados por Sharon que en su momento fue su principal defensor.
Para muchos colonos como Mof Yosef, el primer ministro ahora está decidido a echar por tierra lo que fue su propio plan, y que cuando habla de hacer dolorosas concesiones en procura de la paz, se refiere a acabar con los asentamientos.
Varios líderes colonos se fueron indignados de una reunión con Sharon la semana pasada porque el primer ministro les dijo que, antes que nada, está comprometido con la hoja de ruta.
Sharon se dio cuenta de que la profunda crisis económica de Israel es el resultado de la prolongada ocupación de los territorios palestinos, y por eso acepta la hoja de ruta, dijo a IPS Dror Etkes, del movimiento pacifista israelí Paz Ahora.
Los asentamientos nacieron como pequeñas comunidades, pero han crecido de tal forma que ahora son casi ciudades, con carreteras que los unen entre sí.
Ma'aleh Adumim, ubicado a 10 minutos de Jerusalén, tiene 25.000 habitantes, y Ariel, en el norte de Cisjordania, tiene 19.000.
Viajar de una colonia a otra se ha vuelto muy peligroso, en especial en los últimos meses. El viernes, un colono murió al recibir un disparo de un palestino cerca de la central ciudad cisjordana de Ramalá.
Ahora, el ejército isrelí prohíbe el paso de vehículos palestinos por las carreteras utilizadas por los colonos.
Los colonos judíos constituyen tres por ciento de la población de Israel, conformada por cinco millones de judíos y un millón de árabes israelíes.
El estallido de la intifada también hizo que los colonos realizaran acciones violentas contra los palestinos, como ocupar sus propiedades o impedir que cosechen sus plantaciones.
No todos los colonos se mudaron a Cisjordania por motivos religiosos o políticos. Muchos llegaron a los asentamientos con el sueño de vivir en comunidad y tener una economía próspera.
Una investigación realizada por Paz Ahora el año pasado reveló que 70 por ciento de los colonos no están interesados en formar barricadas para resistirse a la destrucción de los puestos de control, y estarían dispuestos a dejar los asentamientos si el gobierno les paga una compensación. (
