EEUU: Otro revés para Colin Powell

La anunciada renuncia en Estados Unidos del director de planificación política del Departamento de Estado, Richard Haass, es la última señal del eclipse del canciller Colin Powell en la administración de George W. Bush.

Haass, de 51 años, es junto al subsecretario de Estado Richard Armitage el más cercano asesor de Powell, pero el 1 de julio dejará de serlo para asumir la presidencia del Consejo de Relaciones Exteriores, uno de los gabinetes de estrategia con mayor influencia en Washington.

Aunque no hay duda de que su nuevo empleo es realmente atractivo —un contrato de largo plazo para dirigir el más prestigioso y antiguo grupo de expertos sobre política exterior de Estados Unidos—, Haass casi siempre ha preferido estar en medio de la acción.

El funcionario jugó un papel clave en el Consejo de Seguridad Nacional bajo la presidencia de George Bush padre durante la primera guerra del Golfo (1991) y en las conversaciones de paz de Madrid entre palestinos e israelíes, a comienzos de los años 90.

Aunque aún no hubo un anuncio oficial, su reemplazo más probable es el actual embajador en Turquía, Robert Pearson, un funcionario de carrera del servicio exterior que, si bien es considerado un buen diplomático y administrador, carece del prestigio de Haass como estratega.

El hecho de que Powell no haya designado a nadie de la estatura Haass para sustituirlo, o al menos alguien con quien tuviera una larga relación, es interpretado en Washington como señal de que el secretario de Estado se propone renunciar antes de las elecciones del año próximo, si no antes.

Powell encabeza a las ”palomas” (políticos moderados y multilateralistas) de Washington, en contraposición a los ”halcones”, de línea dura y unilateralistas, concentrados en el Pentágono (Departamento de Defensa) y la oficina del vicepresidente Dick Cheney.

Haass, muchas veces atacado por los halcones, fue una voz influyente a favor del tradicional realismo del gobernante Partido Republicano y un protegido del asesor de seguridad nacional de Bush padre, el general Brent Scowcroft.

Durante los dos años y medio en que ocupó uno de los cargos más codiciados del Departamento de Estado, Haass encabezó los esfuerzos para defender las posiciones de Powell internamente y enunciar ideas más generales sobre política exterior.

El funcionario, un realista consumado al estilo conservador pero pragmático de Scowcroft y James Baker, secretario de Estado de Bush padre, defendió una política de compromiso con Irán, una línea más dura hacia Israel y el tratamiento a China como socia más que como rival.

En los primeros meses de la administración Bush, declaró que Washington tendría una política general de ”multilateralismo a la carta”.

El uso de ese término probablemente confirmó a los ”halcones” (políticos de línea dura y unilateralistas) que Haass era demasiado sensible a la opinión europea e internacional para su gusto.

En 1997, Haass había publicado ”The reluctant sheriff” (El comisario renuente), un libro sobre la política exterior estadounidense que atacaba la idea de que Washington debería establecer y preservar un mundo unipolar.

”La primacía no debe confundirse con la hegemonía”, escribió, y agregó que ”Estados Unidos no puede obligar a otros a democratizarse”.

La importancia de Haass como asesor de Powell, cargo que ocupó luego de una larga carrera política y diplomática, se volvió evidente luego de los atentados del 11 de septiembre de 2001, cuando fue designado por el Departamento de Estado para dirigir los asuntos de Afganistán.

En abril de 2002, pronunció un discurso político sobre una nueva estrategia de política exterior que, a su entender, debería ”integrar otros países y organizaciones en acuerdos para sostener un mundo coherente con los intereses y valores de Estados Unidos”.

Haass llamó a su enfoque ”multilateralismo duro” y destacó que, aunque Washington podía y debía llevar la delantera, no podría hacerlo sin aliados duraderos.

En los meses siguientes, el gobierno no tomó ninguna medida que estimulara a Haass a permanecer en su cargo (mucho menos la guerra contra Iraq), mientras el Consejo de Relaciones Exteriores comenzó a seducirlo para que cambiara de empleo.

En una entrevista publicada el jueves en The New York Times, Haass negó que su renuncia respondiera a su decepción política.

”En este trabajo se discute mucho, pero esa no es la razón de mi renuncia. La razón es esta nueva oferta y la oportunidad de conducir una organización con tanta influencia”, declaró.

Aparentemente, el Departamento de Estado ya no se ajusta a esa definición.

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