No todo fue como les parecía a los siete protagonistas de Balseros, documental proyectado este viernes en el Festival Internacional de Cine de Human Rights Watch y que recorre siete años en la vida de siete cubanos que cruzaron el mar hacia Estados Unidos en 1994.
La película de 120 minutos obtuvo en marzo el Premio Coral al mejor documental no latinoamericano en el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana.
Una casa, un carro, una buena mujer. Eso dijo Rafael Cano cuando le preguntaron qué deseos alimentaban su decisión de irse de Cuba. Hacía tiempo que esa intención se había convertido en una secreta idea fija, ignorada hasta por su familia, cuando encontró su oportunidad en el verano de 1994.
Treinta mil cubanos se hicieron entonces a la mar con el propósito de llegar a las costas de la sudoriental ciudad estadounidense de Miami, luego de que el gobierno de Fidel Castro levantara transitoriamente las restricciones a la salida.
Fue un verano muy fuerte y la gente se atrevió a hacer cosas que nunca antes había hecho, indica el narrador del documental Balseros, que se proyecta en Nueva York en ocasión del festival cinematográfico de la organización de derechos humanos Human Rights Watch.
La película, producida en 2001 y dirigida por los periodistas españoles Carles Bosch y Joseph M. Doménech, de la Televisión de Cataluña, relata la historia de siete de esos 30.000 cubanos, desde su lucha por escapar hasta sus arrepentimientos y logros en el camino a alcanzar su versión del sueño americano.
El documental expone la incertidumbre de sus siete protagonistas durante los meses en que estuvieron confinados en la base militar de Guantánamo, enclave estadounidense en el extremo oriental de Cuba, y volverá a visitarlos siete años después para redondear la historia.
La travesía de estos inmigrantes hacia Estados Unidos no será fácil y durará mucho más de lo esperado.
El 5 de agosto de 1994, la lancha La Regla fue secuestrada en Cuba por un grupo de personas con intenciones de huir en ella hacia Miami. La embarcación se quedó sin combustible muy cerca de la costa cubana y fue interceptada por las fuerzas de seguridad.
El narrador de Balseros indicó que hubo protestas en las calles de Cuba cuando circularon versiones sobre supuestos maltratos recibidos por los secuestradores de la lancha a manos de las autoridades.
El gobierno decretó entonces que se eliminarían las restricciones a la salida de navíos al exterior, medida que abriría el último éxodo masivo ocurrido en Cuba en el siglo XX. Quedó en el mar un sendero de aventureros ahogados y de parientes perdidos.
Pero muchos, entre ellos los protagonistas del documental, lograrían alcanzar la costa estadounidense después de meses de incertidumbre.
Balseros tiene su origen en el desesperado y frenético esfuerzo de muchos cubanos por construir embarcaciones y echarlas al mar. Uno de ellos, Guillermo Armas, deseaba reencontrarse con su esposa y con su hija en Miami, donde se encontraban hacía cinco años.
Este cubano había solicitado cuatro veces sin éxito visa para emigrar a Estados Unidos. Quiero ver a mi hija. Lo único que me queda es tirarme directo a la muerte, dijo. Es decir, al mar.
Armas fue recogido en alta mar por la guardia costera estadounidense y detenido en la base de Guantánamo por más de un año. Luego, logró reunirse con su familia. El corolario de esta historia, en Balseros, será la fiesta de quince años de su hija.
Pero la mayoría de los finales de Balseros no son tan felices. Los novios Eduardo y Misclaida partieron juntos. Ella debió prostituirse para obtener dinero a fin de comprar madera y flotadores para su barco. Luego de pasar por Guantánamo, y con la ayuda de un grupo religioso, se instalaron en Connecticut.
Eduardo y Misclaida se separaron. Ella se mudó a la sudoccidental ciudad de Phoenix y luego a la cercana Albuquerque, donde se gana la vida vendiendo droga.
Mientras, Eduardo es uno de los pocos protagonistas de Balseros que logró enviarle dinero a su familia en Cuba, e incluso visitó a su madre y le compró una lavadora.
El destino de Rafael Cano será dramático. Después de viajar de un estado a otro y de varios cambios de trabajo, fue atropellado por un automóvil. Al final, le entregó su vida a la religión.
El documental entreteje las historias de sus protagonistas tratando de captar la esencia y consecuencia de sus decisiones. Los siete balseros no representan al exiliado cubano de mitad de siglo, sino a los inmigrantes de cualquier otra parte del mundo. (