Las islas son especialmente vulnerables al cambio climático, y por eso Cuba debería tomar precauciones para afrontar las modificaciones previstas para mediados de este siglo, dijeron a IPS científicos cubanos.
Según un diagnóstico climático elaborado por especialistas de Meteorología y el Instituto de Planificación Física del Ministerio de Economía, aproximadamente en 2050 se habrán materializado cambios notables en el clima de la isla.
Nuestra condición de archipiélago nos convierte en uno de los países más vulnerables a los cambios climáticos, aseguró Carlos Rodríguez Otero, jefe del grupo que preparó el proyecto Los asentamientos humanos, el uso de la tierra y los cambios globales en Cuba.
Las transformaciones previstas incluirán incremento de la temperatura y prolongadas sequías en la región oriental de la isla, así como aumentos del nivel del mar (por el derretimiento de hielos polares) que tendrán perjuicios directos para decenas de miles de habitantes de la región sudoccidental.
Los investigadores destacaron que el mayor peligro de inundaciones costeras está localizado en el sur de las provincias de La Habana y Pinar del Río, 176 kilómetros al occidente de la capital.
Trabajar en la adaptación y prevenir es lo mejor que pueden hacer los países en desarrollo para aminorar el impacto de un fenómeno global del cual no son los mayores responsables, señaló el experto Carlos López Cabrera, del gubernamental Instituto Cubano de Meteorología.
Esas naciones no están entre las principales emisoras de gases que causan efecto invernadero, al retener calor en la atmósfera, y por lo tanto tampoco tienen mucho peso en la solución del problema, destacó.
Los países pobres necesitan recursos no sólo para reducir las emisiones, sino para adaptar sus economías, su agricultura y asentamientos humanos a todo lo que se está previendo, opinó López Cabrera.
El recalentamiento del planeta es considerado consecuencia de la liberación excesiva de gases invernadero, y en especial de dióxido de carbono, generado por la quema de combustibles fósiles.
La entrada en vigor del Protocolo de Kyoto sobre cambio climático, firmado en 1997, obligaría a 38 países industrializados a reducir sus emisiones de gases invernadero, para que de 2008 a 2012 sean 5,2 menores que las registradas en 1990.
Los Estados miembros de la Unión Europea ratificaron ese tratado el 30 de mayo de 2003, pero Estados Unidos, responsable de 25 por ciento de la emisión global de gases invernadero, anunció en 2001 que retiraba su firma del Protocolo.
Aun sin la incorporación de ese país, sería un gran paso que el mecanismo arranque, porque ahora hay un proceso de estancamiento y las emisiones siguen aumentando, advirtió López Cabrera.
El cambio climático es a largo plazo, pero ya se están reportando señales que nos indican a qué nos exponemos, cómo será el escenario en que vivirá el hombre dentro de 80 o 100 años, comentó Rodríguez Otero a IPS.
Estudios del Instituto Cubano de Oceanología reportaron que en las tres últimas décadas del pasado siglo el nivel del mar registró ascensos de 2,9 milímetros anuales en promedio.
Los científicos prevén que el incremento paulatino del nivel del océano, debido al cambio climático, anegará las áreas más bajas de zonas costeras, y aumentará la profundidad de las zonas sumergidas.
En Cuba, las consecuencias se harán sentir en la variación de la morfología del litoral y la desembocadura de los ríos. Además, la erosión será el principal agente generador de retroceso de la línea de costa.
Se calcula que en las zonas costeras de la isla viven 1.400.000 personas, concentradas en 245 asentamientos, de los cuales 181 son rurales y 64 urbanos.
Esas poblaciones están expuestas al peligro de inundación por ascenso del mar, debido a cambios climáticos y por acontecimientos meteorológicos severos. Por eso hay que ir adoptando previsiones, para que el fenómeno no nos sorprenda, subrayó Rodríguez Otero.
Para los expertos, resulta especialmente temible la agudización y expansión de la sequía en la región oriental, donde vive más de 25 por ciento de la población cubana de 11,22 millones.
Según informes oficiales, la desertificación y la degradación de suelos afectan a 1,58 millones de hectáreas del territorio cubano, o sea 14 por ciento del total, como resultado histórico del mal uso y manejo de las tierras.
Rodríguez Otero y otros expertos cubanos aplicarán sus experiencias en un proyecto financiado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo para estudiar procesos de sequía conjuntamente en Cuba y República Dominicana.
Ese programa, en el cual participará Haití como observador, abarcará tres municipios del norte de Las Tunas, casi 700 kilómetros al este de La Habana, y una región dominicana con características similares.
Se trata de investigar el comportamiento de la sequía y sus efectos, y vamos a trabajar a partir de un diagnóstico del uso de la tierra, la distribución de la población y otras actividades económicas, explicó Rodríguez Otero.
En esa región cubana en estudio ha disminuido el periodo lluvioso, los suelos se han deteriorado y existe un gran desabastecimiento de agua, características que se han hecho notables en los últimos años.
En el marco de planes para atenuar el impacto de esos procesos, se comenzó a sembrar variedades agrícolas más resistentes y a trabajar en la rehabilitación de tierras erosionadas y salinizadas.