Ramón Griffero, uno de los mayores dramaturgos surgidos en los años 80 en Chile, vuelve a las tablas con ”Tus deseos en fragmentos”, una obra en la que reafirma su idea de que hoy es el arte y no la política el generador de pasiones e ideas.
La pieza teatral se estrena este jueves en Santiago, coincidiendo con el vigésimo aniversario del Teatro de Fin de Siglo, la compañía que Griffero creara en 1983 para levantar una propuesta escénica de resistencia cultural a la dictadura del general Augusto Pinochet (1973-90).
”Mi mayor miedo es vivir de nuevo en periodos de terror”, dijo una vez el dramaturgo en una entrevista, y ese parece ser la idea matriz con que en sus principales obras apunta a expurgar los fantasmas del olvido y a un rescate permanente de la memoria.
”Las obras son un registro de nuestra historia y en 100 años más, cuando la gente quiera saber de su pasado, va a obtener mucha más información en el arte que tal vez en la revisión de la prensa”, afirmó Griffero en vísperas de su último estreno.
”Hoy lo fantástico es que es el arte el que está entregando las pasiones y las ideas. La política se ha convertido en (oficio de) administradores del Estado, pero no es el lugar de lo imaginario”, agregó en declaraciones al diario El Mercurio.
Así, ”Tus deseos en fragmentos” es ”como un gran museo”, según definición de este dramaturgo y director. ”Un montaje donde priman el teatro como forma artística y miradas conspicuas sobre la época que nos envuelve”, añadió.
En la obra ”hay hablantes en el presente, del pasado y otros del deseo”, dijo el autor en una suerte de clave para desentrañar una obra llena de ”irrupciones conceptuales” con ”poéticas de texto para una poética del espacio”, como señala el propio Griffero en su página de Internet.
El desafío a los convencionalismos escénicos es una constante en este director, un ex sociólogo que en 1999 recibió en El Cairo el premio Loth, uno de los mayores galardones internacionales a quienes han contribuido al desarrollo del teatro contemporáneo mundial.
Fue en 1985, en plena dictadura, cuando escribió su ”Manifiesto para un teatro autónomo”, donde puso en tela de juicio a un arte circunstanciado por la guerra fría y que, en el caso de Chile, se hacía además bajo la virtual vigilancia de una dictadura que imponía su discurso de modernidad.
”Para no hablar como ellos hablan, no podemos representar como ellos representan”, dijo en una de las sentencias fundamentales de su manifiesto, publicado el mismo año en que estrenó su obra más elogiada ”Cinema Utopia”.
Esa obra, en que los personajes de una sala de cine de los años 40 observan en la pantalla una realidad de la década del 80 que no logran entender, es la segunda de una trilogía que comenzó en 1984 con ”Historias de un galpón abandonado” y culminó en 1987 con ”99- La morgue”.
El espacio vacío de un galpón desierto, la pantalla en sepia a la que se confrontan personajes que viven en un limbo del pasado y el depósito de cadáveres fueron registros metafóricos del Chile de los años 80.
”En el teatro de Griffero se reflejó el espíritu paralizador de aquella época: tiempos de escasos cauces de expresión, sin medios para un equipamiento escénico adecuado ni salas de difusión para artistas independiente”, dijo a IPS la periodista Macarena Garrido, autora de una completa investigación sobre el teatro chileno de las últimas décadas.
Fue precisamente desde ese ”espacio revolucionario” creado por su dramaturgia, que el autor y director montó en 1985 ”Cinema Utopia”, calificado por la especialista como ”la obra ícono de la rebelión ochentera”.
La visión crítica de Griffero sobre la sociedad moderna y su país no bajó la guardia una vez restablecida la democracia en 1990 y de ello dan testimonio las tres obras que montó durante la transición: ”Extasis” (1993), ”Río abajo” (1995) y ”Bruch. Almuerzo de mediodía”, estrenada en 1999.
Con ”Tus deseos en fragmentos” Griffero vuelve a poner sobre las tablas chilenas una propuesta teatral en que se entrecruzan las poéticas del texto y del espacio y donde el espectador puede construir o reconstruir la historia a través de la narrativa visual.
El teatro, como dramaturgia del espacio, es concebido dentro de un rectángulo, al igual que otras manifestaciones de esta visualidad, como el cine, la fotografía, la pintura, la televisión y las computadoras.
”También la narrativa que el hombre ha ido desarrollando es como contar dentro de un rectángulo”, sostiene Griffero, en una imagen en que la representación escénica se hermana con el texto escrito.
”Tus deseos en fragmentos” transcurre desde diversos espacios, ya sea desde un cerebro o un ”salón de chat (conversación a través de Internet)”. ”Estos textos están escritos para múltiples instalaciones que se arman y desvanecen, produciendo una sensación de laberinto mental”, dice el autor.
En ese laberinto, ”ideas, sueños, deseos, se intertextúan con un mundo de imágenes plásticas y conceptuales o puntos de realidad que van entregando una percepción paralela a aquella de la acción verbal descrita”, apunta.
En esta función de espacio textual y escénico los retratos de la sociedad actual transcurren a ratos en una ilación interminable de lugares comunes, en que una dama elegante, por ejemplo, recita ”me encanta tu casa, qué regio el jardín, qué buena tu nana (sirviente), qué atroz la mía…”.
La vuelta de Griffero a los escenarios como dramaturgo se produce en un momento de excepción para la actividad teatral chilena, que atrae en forma masiva a los jóvenes.
”En Argentina, el teatro sólo convoca a público de 40 años para arriba, en nuestras salas (chilenas), el 50 por ciento (de los espectadores) son jóvenes”, dijo el autor y director.
Griffero, quien es además director de la Escuela de Teatro de la privada Universidad ARCIS, una de las 20 de su tipo que existen en Chile, destacó que en 2002 se montaron en este país 600 obras, tanto a nivel profesional como de aficionados.