La historia de diferencias entre sunitas y chiitas, de 14 siglos, atraviesa una nueva fase en la batalla por el poder en Iraq, pero son motivos políticos más que religiosos los que alejan a ambas ramas del Islam.
”Las diferencias, sin duda, tienen una base religiosa porque cada lado considera que el otro es rígido, distorsionado e inferior”, pero ”ambos grupos son alentados por líderes políticos para manifestar violencia sectaria en todo el mundo”, opinó un artista sunita de Emiratos Arabes Unidos que solicitó reserva.
”Al mismo tiempo, hay cierta amistad entre ambas sectas”, dijo. Al igual que entre católicos y protestantes dentro del cristianismo, ”hay casos de matrimonios mixtos, y no es raro que miembros de un grupo concurran a mezquitas del otro, aunque no es la norma”, observó.
Nouri al-Sagban, un médico chiita de Emiratos de origen iraquí, es un testimonio vivo de esa afirmación.
”Mi madre y mi esposa son sunitas. Las diferencias, especialmente en Iraq, son insignificantes y de naturaleza más política”, manifestó.
Tras la muerte de Mahoma, el profeta de los musulmanes, éstos se dividieron entre los seguidores del califa Abu Bakr y los de Alí ibn Abi Talib, yerno de Mahoma. La división se formalizó con la muerte en el año 661 del imán Alí, y su reemplazó por su rival Muawiya.
Quienes reivindicaban los derechos al poder religioso y político de los descendientes de Alí fueron conocidos como chiitas, en contraposición a los sunitas, que admitían la tradición y el derecho a la libre sucesión, no hereditaria.
El cisma se mantuvo en las generaciones siguientes. Muawiya fue sucedido por su hijo Yazid. El hijo de Alí, Hussein, desafió a Yazid, y eso condujo a una batalla entre los seguidores de ambos.
Hussein y los suyos fueron masacrados en Karbala, actual territorio iraquí, en 680. Este acontecimiento convirtió a la ciudad en uno de los lugares más sagrados para los chiitas, y a Iraq en tierra santa para este grupo musulmán.
Los chiitas creen que un imán llegará a la tierra a salvarlos de la opresión en que han vivido desde entonces.
Las divisiones entre ambos sectores musulmanes se mantuvieron en la historia reciente de Iraq.
En el régimen de Saddam Hussein, la minoría sunita retuvo el control del gobierno y las fuerzas armadas. Los sunitas también ocuparon el liderazgo en el sector empresarial y son mayoría entre los profesionales iraquíes.
Aunque ambos grupos comparten las costumbres del Islam, las diferencias persisten hasta hoy por el énfasis de los chiitas en el papel de guía de los clérigos.
Los sunitas reverencian a las ciudades de La Meca y Medina en Arabia Saudita, así como las ciudades iraquíes de Najaf y Karbala son los símbolos del martirio para los chiitas, que suman 135 millones en todo el mundo (10 por ciento de todos los musulmanes) y se concentran en Irán, Iraq, Arabia Saudita, Bahrain y Pakistán.
Pese a ser mayoría en esos países, sólo dominan el gobierno en Irán, cuya ciudad de Qom adquirió más importancia religiosa que los santuarios iraquíes.
Pero tras la caída de Saddam Hussein y los años de persecución bajo su régimen, los líderes chiitas iraquíes intentan llenar el vacío de poder dejado por el colapso del partido Baas, en especial en Najaf y Karbala.
Estados Unidos se ocupó de advertir al vecino Irán que no interfiriera con los esfuerzos para formar un gobierno en Iraq.
Pero la tradición secular de Iraq —un reflejo de la ideología del Baas— hace a los chiitas iraquíes muy diferentes del resto.
Una prueba de ello fue la fidelidad a Saddam durante la guerra Irán-Iraq (1980-1988). La gran mayoría del ejército iraquí era chiita y permaneció leal al presidente, y no a la Revolución Islámica al otro lado de la frontera.
”La mayoría de los líderes espirituales chiitas en Najaf rechazan la idea del (difunto ayatolá) Jomeini de que los clérigos chiitas deben estar en el poder. Ellos creen que esa idea ha corrompido al clero de Irán y enfurecido al pueblo”, señaló Sagman.
”La competencia ahora será entre los líderes iraquíes chiitas que creen en la separación de la religión y el Estado por un lado, y los clérigos proiraníes que quieren un régimen al estilo Jomeini, por otro”, vaticinó.
Sagman no cree que los chiitas hayan sido el grupo más reprimido bajo el régimen de Saddam Hussein.
”Bagdad no estaba asociado con ningún grupo religioso. Hubo víctimas de todas las religiones y etnias: musulmanes, cristianos, kurdos, árabes y turkmenos. Muchos sunitas fueron asesinados, y Kuwait, gobernado por sunitas, fue atacado. El régimen operaba para beneficio de una sola persona”, afirmó.
Sin embargo, algunos sunitas dudan de las credenciales ”laicas” de los chiitas iraquíes.
”Su laicidad es producto del ambiente en que vivían, porque no tenían libertad para practicar sus creencias. Ahora que Saddam no está, las últimas ceremonias religiosas en el sur de Iraq indican que los chiitas recurrirán a todas las prácticas que se han vuelto su marca registrada en todo el mundo”, dijo el artista sunita, en referencia a las autoflagelaciones.
”No se puede descartar la posibilidad de que los chiitas de Irán e Iraq se unan contra los sunitas como enemigo común”, opinó. (