”¡Cuerpo a tierra!”, grita a voz en cuello el comandante palestino a sus soldados, un puñado de jóvenes sin armas, inexpertos y vestidos de civil que se echan al suelo y simulan disparar contra un enemigo invisible.
Son reclutas que se entrenan en la central ciudad cisjordana de Ramalá a las órdenes del comandante Hosni Sharaka, a cargo de formar a quienes integrarán los Servicios de Seguridad Preventiva Palestinos. Esta fuerza se prepara para un papel clave en la aplicación de la llamada ”hoja de ruta” para la paz.
”Las armas están prohibidas por los israelíes y los uniformes son una expresión de soberanía, algo que no tenemos aquí”, dijo a IPS Zuheir Manasra, otro de los comandantes de los Servicios.
Manasara ha mantenido el cargo a pesar de todos los cambios que siguieron a la ofensiva militar israelí del año pasado y la consecuente agitación política en los territorios palestinos.
Pese a todas estas limitaciones, Manasra está confiado. ”Ahora depende de nosotros. Esta puede ser una oportunidad histórica, ya que Israel aceptó, al menos de palabra, la hoja de ruta. Si en la Autoridad Nacional Palestina (ANP) queremos tener nuestra propia política, tenemos que controlar a toda la sociedad”, afirmó.
Esto significa tomar medidas contra grupos radicales armados de carácter religioso como el Movimiento Radical Islámico (Hamas) y Yijad Islámica, ”pero también contra otros, si es necesario”, dijo Manasra.
El comandante aludía a la Brigada de Mártires de Al Aqsa, vinculada con el partido secular Al Fatah, liderado por el presidente palestino Yasser Arafat.
La aceptación por parte de Israel del plan elaborado por el Cuarteto (instancia de mediación internacional integrada por la Organización de las Naciones Unidas, la Unión Europea, Estados Unidos y Rusia) obliga ahora a la ANP a comprometerse a acabar con los atentados suicidas contra objetivos israelíes.
El primer ministro palestino Mahmoud Abbás, más conocido como Abú Mazen, hizo varias concesiones para poder llegar a un acuerdo con Israel sobre la hoja de ruta.
Abú Mazen prometió a su par israelí Ariel Sharón tomar medidas contra los atentados apenas Israel aceptara el plan de paz. El gabinete israelí aprobó la hoja de ruta el domingo.
Pero Israel debió asumir ciertos compromisos. El gobierno de Sharón aceptó por primera vez, al aceptar la hoja de ruta, un plan específico para la creación de un Estado palestino, que requiere en su primera fase el congelamiento de la construcción de asentamientos judíos.
Estos son dos grandes triunfos palestinos, señaló Manasra. ”Nos permite reanudar el proceso de paz. Pero esto todavía no es suficiente. Lo que importa es la puesta en práctica” del plan, dijo.
El comandante tiene mucha responsabilidad en esta fase. Cualquier ataque suicida contra objetivos israelíes puede significar una pérdida de confianza y el fin del acuerdo.
La cooperación entre israelíes y palestinos ahora será vital, sostuvo. ”Todos tenemos que hacer nuestra parte, no solamente los palestinos”, subrayó Manasra, aunque admitió que los servicios de seguridad palestinos tendrán la mayor responsabilidad en los territorios autónomos cuando Israel se repliegue.
El comandante señaló que Hamas ”deberá respetar las reglas establecidas por la ANP en el cese del fuego propuesto”, pero observadores coinciden en que no será fácil contener las acciones de las organizaciones radicales armadas.
La competencia por la popularidad es lo que muchas veces mueve a estas organizaciones a realizar acciones violentas, además de la agresiva política practicada por Israel en los territorios ocupados, según analistas.
Esta lucha interna es un gran impedimento para que la ANP ponga fin a la violencia, sostuvo el analista Ahmad Qatamish, vinculado con el secular y marxista Frente Popular para la Liberación de Palestina.
Qatamish advirtió que cualquier medida seria que adopte Abú Mazen contra Hamas podría derivar en una guerra civil.
”Es verdad que Hamas siempre quiso evitar una guerra interna, pero eso era cuando Arafat estaba a cargo. Ellos no respetan a Abú Mazen. Comparan la popularidad que tiene él con la que tienen ellos, y dicen que no es nadie”, añadió.
Qatamish dijo, además, que Arafat no tiene ningún interés en este momento en detener la violencia.
”¿Por qué debería? Los israelitas lo humillaron y lo dejaron encerrado en su oficina. Además, ahora intentan remplazarlo por Abú Mazen. Detener la violencia no está entre sus intereses”, señaló el analista.
Sin embargo, el ministro de Vivienda e Infraestructura de la ANP, Azzam Al Ahmad, aseguró que ”Arafat y Abú Mazen están de acuerdo en todo” y destacó que el presidente ”aceptó la hoja de ruta antes” de que lo hiciera el primer ministro.
Al Ahmad aseguró que no hay ningún tipo de competencia entre los dos líderes. ”Todos saben que Arafat todavía está a cargo de las negociaciones. El es el presidente de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), mientras Abú Mazen es secretario general. Es la OLP lo que cuenta, no la ANP”, señaló.
El verdadero obstáculo para que la ANP acabe con las acciones violentas de los grupos militantes es la ocupación israelí, no la falta de popularidad de Abú Mazen, sostuvo Al Ahmad.
”Los israelitas destruyeron nuestros servicios de seguridad y están ocupando nuestras ciudades. ¿Cómo podemos intervenir ante estas circunstancias?”, preguntó.
El comandante Manasra no oculta la estrecha colaboración de sus servicios de seguridad con la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos. ”Nos ayudan en todo lo posible, pero aún no es suficiente. Si los israelíes quieren que seamos eficientes, necesitamos armas”, señaló.
Por ahora, los servicios de seguridad palestinos están ocupados entrenando reclutas e ”identificando las amenazas”, aunque con pocas esperanzas de contenerlas en forma efectiva. (