La Oficina Nacional Fonográfica, cuya apertura se prepara en Cuba, intentará controlar los espacios de la industria musical del país que no se encuentran sólo bajo dominio estatal, tras experiencias discográficas poco gratas para las autoridades.
La muy divulgada historia del disco Buena Vista Social Club y otras mucho menos conocidas aparecen como telón de fondo de la medida que, según las autoridades, no pretende establecer un monopolio estatal sobre las grabaciones.
Al parecer, ese disco que lanzó a la fama mundial a un grupo de veteranos músicos cubanos y otros álbumes posteriores, una colección cuya venta ya ronda las 10 millones de copias, dejó grandes ingresos para la compañía británica World Circuit y muy pocos para Cuba.
No se trata de reprimir sino de ordenar la intervención de personas o compañías extranjeras en la producción de discos en Cuba, dijo a IPS el presidente del festival Cubadisco, Ciro Benemelis.
Ahora cualquiera viene con visa de turista, alquila un estudio y contrata a músicos cubanos y se llevan una buena cinta matriz, añadió el funcionario en entrevista para Cultura y Sociedad, publicación de IPS en Cuba.
Supervisar esta actividad, haciendo valer los derechos de los creadores cubanos, será uno de los principales objetivos de la Oficina Nacional Fonográfica (ONF), cuya apertura se concretará a fines de este año o comienzos de 2004.
Hasta ahora no existe en Cuba legislación alguna que controle o impida que un productor o músico de cualquier país llegue y grabe un disco con talentos nacionales.
Los músicos locales sólo grabaron durante décadas para la empresa estatal de grabaciones Egrem y su entrada a nuevos mercados estuvo marcada por el desconocimiento de cómo hacer valer sus derechos.
Aquí hay gente que ha grabado discos por el simple placer de grabar, de poder decir hice un disco. Al tiempo se enteran que se vendieron no sé cuántas copias y no recibieron ni un centavo, se lamentó el músico de rock Jorge Mendieta.
Sin embargo, Para no pocos músicos cubanos la oportunidad a los cazadores de talento la dio la propia industria discográfica nacional.
Hay músicos, trovadores, grupos buenísimos que nunca han podido grabar un disco, dijo Mendieta, tras recordar que el pago estatal a los creadores por una grabación suele ser muy bajo y desestimulante.
Benemelis puntualizó que la nueva oficina no pretenderá cerrar las posibilidades de grabación de discos en esta isla de régimen socialista a las compañías extranjeras, sino subsanar las lagunas existentes en términos legales.
No habrá censura ni imposiciones con respecto a qué grabar ni nada de eso. Se trata de establecer un orden administrativo, económico y hasta cultural, dijo y descartó la existencia de pretensiones monopólicas.
La nueva entidad deberá proteger los derechos de autor y además el patrimonio musical que existe, que puede ser escamoteado por lo que el funcionario denominó el free lance que no podemos seguir permitiendo.
En el aspecto de las normas jurídicas todavía no está claro si se promulgará una ley, pues quizás más bien el rumbo sería que a las leyes que ya están establecidas se les incorpore el elemento de la producción fonográfica.
La magnitud de la piratería discográfica en el país asciende a alrededor de 25 por ciento respecto de las ventas legales, según se conoció en la feria Cubadisco 2003, realizada entre el 11 y el 18 de este mes.
Las autoridades musicales de Cuba informaron que están en curso medidas para contrarrestar este comercio ilícito, a pesar de considerarse aún pequeño y dirigido fundamentalmente al sector del turismo.
Entre las medidas se encuentra la creación del sello In Situ, una nueva casa discográfica que graba, (edita) a toda velocidad y con calidad, discos de agrupaciones de mucho nivel, anunció el viceministro de Cultura Abel Acosta.
La producción de In Situ ya se están comercializando entre los turistas y se ha autorizado la venta de las copias por los propios artistas en sus presentaciones. Estamos hablando de un mercado de un millón de dólares, añadió Acosta.
El también presidente del Instituto Cubano de la Música, no precisó si los creadores cubanos tendrán derecho o no a parte de los ingresos por venta de esos discos, al menos en el caso en que sean ellos mismos los que los comercialicen.
Según las autoridades del sector, a partir de la puesta en marcha de la Oficina Nacional Fonográfica la persona natural o jurídica extranjera que quiera grabar un disco tendrá que conseguir una licencia de grabación del Registro Nacional Fonográfico de la propia oficina.