Voces femeninas recrearon ”Las mil y una noches” en la XVI Feria Internacional del Libro de la capital colombiana, y sus escuchas recordaron que el recorrido universal de la escritura y la lectura comenzó cerca de la bombardeada Bagdad.
Unos 60 kilómetros al sur de la capital de Iraq están las ruinas de Babilonia, que una vez fue la ciudad más poderosa del mundo, y quizás las de la bíblica torre de Babel. En esa área empezó, según los arqueólogos, la prehistoria de los libros, a fines del cuarto milenio antes de Cristo, cuando las comunidades de la Mesopotamia oriental inventaron el arte de escribir.
Esa fue una de las evocaciones realizadas a propósito de la jornada de lectura ininterrumpida ”Las mil y una noches, los placeres de contar y escuchar”, organizada el 3 de este mes por el Instituto Distrital de Cultura y Turismo (IDCT), de la Alcaldía Mayor de Bogotá. en el marco de la Feria, que concluyó dos días después.
”Las mil y una noches” es una obra ”que reúne todas las artes narrativas con innumerables recursos literarios”, dijo a IPS el gerente de Literatura del ICDT, Hernando Cabarcas.
Se trata de una novela marco, pues introduce sucesivamente personajes que en sí mismos son hombres-relato o mujeres-relato, comentó.
Para la literatura occidental ”es un ejemplo de recuperación de todas las lúdicas”, al tiempo que da cuenta del paso de asiáticos y africanos por el mundo indostánico, agregó.
Esa fue una de las razones por las cuales el IDCT eligió esta obra para la jornada del día 3, parte de una campaña para estimular el hábito de la lectura, ante su acentuada pérdida en los últimos años, a tal punto que cada colombiano lee, en promedio, menos de un libro al año, según cálculos oficiales.
”Las voces femeninas no sólo tienen la capacidad de salvarnos de la muerte sino también de prolongarnos la vida”, fue una de las frases promocionales de la jornada, que suscitó gran interés entre mujeres lectoras.
Así se aludía al hilo conductor de la célebre colección de relatos, presentados como sucesivas historias contadas por Scherazada (o Scherazade), hasta mil y una madrugadas, para salvar su vida.
La lectura se llevó a cabo en el salón Jorge Isaacs de la Feria Internacional del Libro. Al fondo del recinto, en una tarima cuya escenografía evocaba la cúpula de una mezquita, se rotaron en la lectura 160 mujeres de diversas edades y condiciones, ataviadas con tradicionales pañoletas árabes.
Maestras, enfermeras, amas de casa, ingenieras, artesanas, escritoras y, sobre todo, escolares, sentadas con las piernas cruzadas, prestaron el brillo de sus voces y la cadencia de sus entonaciones para desplegar los relatos de ”Las mil y una noches”.
La jornada comenzó a las 10 de la mañana y concluyó al caer la tarde, cuando habían pasado por la sala varios miles de personas, entre cultores del arte de la lectura, seguidores de la cultura islámica y curiosos.
”Escuchar los relatos fue un remanso para el espíritu, después del atafago (aturdimiento, sofoco) de varias horas de caminata por los pabellones de venta de libros”, comentó Hernán, quien se asomó ”por curiosidad” y quedó ”atrapado por un buen rato” con su hija Jazmín, de 8 años.
A la niña le encantaron los fragmentos de relatos fantásticos, y también los telones verde oliva con figuras impresas en dorado, representando la genealogía de Mahoma, que decoraban el salón.
También le llamaron la atención los caracteres arábigos de una inscripción al pie de la tarima de lectura. ”Eso quiere decir: 'Hay un solo Dios y Mahoma es su profeta'”, explicó un iniciado que añadió, para gran asombro de la niña, que ”la lengua árabe se escribe de derecha a izquierda, al contrario del español”.
La pequeña Jazmín observó con gran atención una urna de cristal que contenía varios libros clásicos de la literatura persa, un ejemplar del Sharame o libro de los reyes, y uno del Corán, impreso en Egipto.
En Colombia hay unos 35.000 musulmanes, entre inmigrantes y conversos, dijo a IPS Fany Ochoa, la directora de investigaciones del Centro Cultural islámico de Bogotá, institución que facilitó los elementos de ambientación para la jornada de lectura y apoyó su promoción.
Durante el último mes, la guerra de Iraq determinó que muchas personas se acercaran al Centro, creado hace 10 años, en busca de información sobre el mundo islámico o entrevistas con el imán (encargado de presidir la oración entre los mahometanos), señaló.
Carlos García, uno de los promotores del Primer Congreso Internacional del Diálogo entre Naciones, que se realizará en septiembre en Bogotá, con participación de especialistas en el mundo islámico, comentó favorablemente la jornada de lectura.
”Occidente no ha producido historias tan sensuales como las que relata esta obra magnífica, en la que la trama de las historias y la calidad y belleza de su literatura son incomparables”, dijo a IPS.
Afuera del salón, asistentes a la jornada compartían información sobre la célebre obra, impregnados del entusiasmo que les dejaron los relatos.
Allí se pudo oír que en el mundo circulan unos 800 manuscritos de la obra, y que los estudiosos debaten con pasión acerca de la autenticidad de los ejemplares y la calidad de las traducciones.
En el caso de las traducciones al español, muchas no son directas del original, sino a partir de versiones en otras lenguas, por ejemplo el francés.
En los corrillos se recordó la invención de la escritura, el suceso que marcó para siempre la historia de las relaciones entre los seres humanos, y del cual dijo el argentino Alberto Manguel, en su libro ”Una historia de la lectura”:
”La sociedad humana había tratado de superar los obstáculos de la geografía, la irrevocabilidad de la muerte, la erosión del olvido. Con un solo acto -la incisión de una figura en una tabilla de arcilla- aquel escritor anónimo logró de pronto realizar todas aquellas hazañas en apariencia imposibles”.
En la antigua y patriarcal Mesopotamia, la lectura y la escritura se reservaban para quienes ejercían el poder, pero la primera persona que aparece como autora en una cita histórica fue una mujer, la princesa Enheduanna, nacida alrededor de 2300 antes de Cristo, e hija del rey Sargón I de Acadia.
Enheduanna era suprema sacerdotisa de Nanna, dios de la luna, y compositora de cantos en honor de Inanna, diosa del amor y de la guerra. De esto se sabe porque la princesa firmaba con su nombre al final de las tablillas de arcilla. (