El mundo árabe recibe con escepticismo la último propuesta de la comunidad internacional para poner fin al conflicto palestino-israelí, tras el fracaso de numerosos planes de paz en los últimos años.
Veinte palestinos murieron a manos de soldados israelíes en los dos días siguientes a la formulación de la denominada hoja de ruta, el plan delineado por el Cuarteto, instancia de mediación integrada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Unión Europea (UE), Estados Unidos y Rusia.
Expertos árabes calificaron de ridículo el plan para poner fin al control israelí sobre territorio palestino y a la resistencia del pueblo que sufre la ocupación. La hoja de ruta es una ruta sin mapa, un camino a ninguna parte e insignificante, afirman.
La mayor fuente de escepticismo es el hecho de que Estados Unidos, un pasajero sin voluntad de avanzar, se haya sentado al volante, advierten.
El Cuarteto terminó de elaborar la hoja de ruta en diciembre, pero el Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos sólo la difundió el 30 de abril.
Las seis postergaciones del acto formal de entrega del plan a Israel y Palestina constituyen una muestra de la reticencia con que el gobierno de George W. Bush aceptó su función de pacificador de Medio Oriente.
Bush está preocupado por su reelección como presidente, y tiene más para perder que para ganar si alienta un acuerdo de paz, dijo el analista Inad Khairallah, del Centro de Investigaciones Dar Al Khaleej de Sharjah, uno de los Emiratos Arabes Unidos.
Los conservadores religiosos estadounidenses, principales aliados políticos de Bush, protegen con fiereza a Israel y se resistirán a someter al primer ministro Ariel Sharon a cualquier presión para que acepte la creación de un estado palestino independiente, afirmó Khairallah.
La intransigencia en los dos bandos constituye otro problema.
El estado que surja de la hoja de ruta no cumplirá con las expectativas de los palestinos, afirmó el profesor de Relaciones Internacionales Rima Sabban, de la Universidad de Dubai, Emiratos Arabes Unidos.
Sharon ganó las elecciones en enero gracias al voto antipalestino. Al igual que el acuerdo de Oslo de 1993, que imponía una paz a medida de los israelíes, el próximo acuerdo también se fagocitará las aspiraciones palestinas, sostuvo Sabban.
La hoja de ruta consta de tres fases que concluirán en 2005 con un plan de paz definitivo y con la creación de un estado palestino independiente.
El plan de siete páginas, entregado el 30 de abril por el Departamento de Estado a Israel y a la Autoridad Nacional Palestina (ANP), obliga a ambas partes a tomar pasos sucesivos y paralelos durante dos años, hasta la constitución del nuevo estado.
Los primeros pasos exigidos a la ANP son detener la violencia contra Israel e iniciar reformas políticas y económicas. Estas comenzaron con la designación como primer ministro de Mahomoud Abbas. Washington confía en que Abbas sea cada vez más independiente del presidente palestino Yasser Arafat.
Al mismo tiempo, los israelíes deberán retirar sus fuerzas de poblados clave de Cisjordania y aliviar el bloqueo sobre los territorios ocupados, detener la construcción en esos territoros de asentamientos judíos —donde ya viven 200.000 personas— y desmantelar los instalados desde septiembre de 2000.
Los palestinos afirman que el plan deberá implementarse al pie de la letra. Pero los israelíes insisten en que no deberá obligárseles a tomar ningún paso antes de que los palestinos pongan fin a todo acto de violencia contra sus ciudadanos y antes de que Abbas consolide su control sobre la ANP.
Por lo tanto, Israel procura desvincular el proceso de la hoja de ruta al calendario formulado por el Cuarteto. Sharon ya anunció, por otra parte, que el territorio palestino deberá reducirse a apenas 42 por ciento de Cisjordania.
Además, insiste en que la ANP deje de lado su reivindicación del derecho al retorno de los palestinos que huyeron a otros países como consecuencia de las guerras árabes-israelíes registradas desde 1948.
El congelamiento de la construcción de asentamientos y el desmantelamiento de algunos de los ya existentes son demandas inaceptables para partidos derechistas israelíes.
Por otra parte, Abbas, también conocido como Abú Mazen, es considerado un moderado tanto por israelíes como por estadounidenses, y ambos países confían en que reprimirá a los palestinos de línea dura.
El gobierno de Bush ya ha sugerido a otros gobiernos que restrinjan al mínimo sus vínculos diplomáticos con Arafat, en un esfuerzo por anular su participación en el proceso de paz. Sin embargo, el presidente palestino mantendrá la dirección de las negociaciones.
La implementación de la ridícula hoja de ruta podría derivar en el remplazo del conflicto palestino-israelí por una lucha interna entre palestinos, incluso una guerra civil, y eso es justo lo que quieren los israelíes, sostuvo el analista Victor Shalhoub, del diario Al Khaleej, de Emiratos Arabes Unidos.
El primer ministro Abbas ya ordenó el desarme de la población civil, en un intento por limitar las tácticas de resistencia de los halcones palestinos. Esa medida chocó con el rechazo del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) y de Jihad Islámica, principales organizaciones radicales musulmanas.
Para Hamás y la Jihad, la resistencia armada es el único medio para obtener sus demandas, que incluyen borrar a Israel del mapa del mundo.
Nada indica que los israelíes quieran el éxito de la hoja de ruta, pues su presencia militar sigue incólume en Cisjordania y Gaza, advirtió el diario The Gulf Times, de Qatar.
Mientras, el diario israelí The Jerusalem Post sostuvo que la iniciativa de paz constituye un reciclaje del desastroso acuerdo de Oslo. Además, a pesar de las apariencias, Abú Mazen no es un defensor de la coexistencia pacífica, advirtió el periódico.
Los palestinos, los más vociferantes simpatizantes de (el derrocado presidente iraquí) Saddam Hussein del mundo, validarían en las urnas la continuación de los atentados suicidas, según The Jerusalem Post.
Los pérfidos europeos y las disfuncionales Naciones Unidas, dominadas por tiranos y gobiernos de sesgo antiisraelí no pueden ser aceptados como mediadores honestos, agregó el diario.
Las fronteras entre Israel y el futuro estado palestino, la situación de Jerusalén, a la que ambas partes reivindican como su capital, y el derecho al retorno de los refugiados palestinos son asuntos espinosos para los que la hoja de ruta no tiene respuestas.
Parece difícil hoy que Israel acepte e implemente la hoja de ruta. Eso implicaría que Estados Unidos presione al gobierno de Sharon, un extremo algo que al mundo árabe le resulta imposible de concebir. (