El secretario de Estado (canciller) de Estados Unidos, Colin Powell, todavía no había abandonado Israel este lunes cuando el primer ministro Ariel Sharon se arrepintió de algunos gestos que había concedido a los palestinos el fin de semana.
Sharon reimpuso este lunes las restricciones al tránsito de personas dentro de Gaza levantadas un día antes como señal de buena voluntad ante la visita del secretario de Estado.
Nada pudo ser más simbólico del total fracaso de esta nueva visita de Powell, emprendida con el fin de reactivar el proceso de paz en Medio Oriente.
Se suponía que ésta iba a ser la gran visita, en la que aprovecharía el éxito militar estadounidense en Iraq para presionar a palestinos e israelíes. El plan que llevó Powell debajo del brazo costó meses de negociaciones.
La llamada hoja de ruta para la paz fue elaborada por el Cuarteto (instancia internacional de mediación integrada por la Organización de las Naciones Unidas, la Unión Europea, Estados Unidos y Rusia). No obstante, es en buena medida una concepción del gobierno de George W. Bush.
Powell fracasó en su intento de alentar el avance de la hoja de ruta. Pero no quedó claro si dio todo de sí para lograrlo. Aun antes de iniciarlo, su viaje parecía tener el objetivo de apaciguar a Israel, aliado de Estados Unidos, más que a lograr una verdadera paz.
Muchos factores que conspiran contra la solución política del conflicto árabe-israelí. En primer lugar, el gobierno de Israel no parece estar dispuesto a hacer las concesiones que el resto del mundo considera necesarias.
Por otra parte, los palestinos están divididos y se muestran poco dispuestos a detener la violencia. Pero la comunidad internacional no coincide en este asunto, y el presidente estadounidense George W. Bush parece más preocupado en iniciar pronto su campaña para la reelección que en lograr la paz.
Entre sus varios defectos, la hoja de ruta no ofrece en ninguna de sus cláusulas garantías de que derivará en un acuerdo final.
Powell no logró extraer de las dos partes concesiones mínimas para comenzar con la primera fase del plan. Los palestinos no están combatiendo el terrorismo y los israelíes continúan con sus operaciones de seguridad en los territorios ocupados.
Las autoridades palestinas anunciaron que aceptan los principios del plan, pero demoran en aplicarlo. Por su parte, Israel todavía no se ha pronunciado.
Un requerimiento de la hoja de ruta ya puesto en práctica es la creación del puesto de primer ministro de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), cargo al que se atribuyó algunas de las facultades de gobierno del presidente Yasser Arafat.
Pero parece que el hombre sobre cuyos hombros recayó el cargo, Mahmoud Abbas —también conocida como Abú Mazen—, no tendrá mucho apoyo interno, a pesar de que fue elgido por el partido Al Fatah, de Arafat.
Los leales a Arafat de Al Fatah organizaron el domingo una manifestación en la central ciudad cisjordana de Ramalá en protesta contra la reunión de Mazen con Powell en la meridional ciudad de Jericó.
Analistas palestinos afirman que los funcionarios de Arafat operan para socavar el apoyo popular de Abú Mazen, a quien consideran un instrumento de los israelíes y de Estados Unidos.
Tanto Estados Unidos como Israel le desean éxito a Abú Mazen. Powell le prometió 50 millones de dólares para que reparara la infraestructura dañada por los ataques israelíes contra territorio autónomo palestino y mejorara la calidad de vida de la población.
Este fue un claro intento de ayudar a Abú Mazen, pero se necesitará mucho más. El flamante primer ministro sólo tendrá un gobierno exitoso si logra que Israel levante las restricciones a las ciudades ocupadas.
Pero Sharon se encargó de dejar en claro en la visita de Powell que no colaborará en eso mientras la ANP no ponga fin a los ataques suicidas realizados en territorio israelí.
Powell aceptó la condición, y dijo luego que el proceso dependía de la disposición palestina.
Las organizaciones radicales palestinas no han mostrado por ahora ningún interés en aceptar las propuestas de cese del fuego formuladas por la ANP. Desde que comenzó la intifada (insurrección popular palestina), en septiembre de 2000, han ganado mucha popularidad, y no están dispuestos a perderla.
Un acuerdo nunca será aceptable para los israelíes, que exijen a la ANP medidas contra las organizaciones radicales. Pero líderes de la ANP señalan que combatir a los combatientes equivaldría a declarar una guerra civil dentro de Palestina.
El plan de paz será discutido otra vez cuando Sharon se reúna con Bush en Washington la semana próxima, aunque cada vez más personas piensan que la hoja de ruta no lleva a ninguna parte. (