ESPAÑA: Todas Putas actualiza cuestión de género

El libro ”Todas Putas” actualizó en España la cuestión de género y la responsabilidad en el asunto de los creadores de obras de ficción, al desatar profundos debates y el masivo rechazo a la discriminación de las mujeres, los malos tratos, las violaciones y la pederastia.

El autor de ese libro de relatos, Hernán Migoya, el cineasta Pedro Almodóvar y otros creadores niegan que se pueda responsabilizar a los autores por lo que hacen decir o hacer a sus personajes en los relatos, novelas o películas.

Pero grupos feministas y las dos principales fuerzas políticas de oposición, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) e Izquierda Unida Unida (IU), exigen la retirada de las librerías de ”Todas Putas” y la renuncia de la directora del Instituto de la Mujer, Miriam Tey, copropietaria de la editora, El Cobre.

Migoya fue duramente criticado por dos de sus 15 relatos, titulados ”El violador” y ”Porno del bueno”.

También fue cuestionado Almodóvar, porque en el conjunto de sus películas el consumo de drogas ocupa 14 por ciento de las mismas, según un estudio de la Facultad de Psicología de la Universidad Ramón Llul, ubicada en la ciudad de Barcelona, sobre la ribera norte del mar Mediterráneo.

”El Violador” está escrito en primera persona y comienza diciendo: ”Ahora que todos los negros son buenos y todos los maricones unos seres muy simpáticos, a ver si la sociedad ésta se reúne y decide de una vez que no todos los violadores somos mala gente”.

Después de contar algunas historias personales, el personaje dice que ”siempre será mejor violar a una mujer y dejarla viva, que no violarla y matarla”.

”Yo no sería capaz de matar a una mujer, no tendría estómago para ello. Pero violarlas, les aseguro que no me produce ningún remordimiento”, añade.

En el segundo cuento cuestionado de Migoya un adulto retira a una niña de la escuela, la viola y entre lágrimas le pide: ”No se lo digas a mamá, mi vida”.

”Es vergonzoso que se haga una apología contra los derechos humanos de la mujer y de los niños. El autor confunde lo que es una sexualidad libre y consentida con la violencia, que supone un atentado contra la libertad sexual”, afirmó la presidenta de la Asociación de Ayuda a las Víctimas de Agresiones Sexuales, Gloria Escudero.

El Consejo de la Mujer de Madrid, que agrupa a 84 asociaciones feministas, y la Red de Organizaciones Feministas contra la Violencia de Género también consideran que el libro de Migoya hace apología de los delitos que relata y por ello pidieron la renuncia de Tey y del ministro de Trabajo, Eduardo Zaplana.

La solicitud se concreta pese a que el libro fue editado antes del 13 de marzo, cuando la cuestionada directora asumió el cargo público, dependiente de la cartera de Trabajo.

La presidenta de la Asociación de Mujeres Progresistas, Enriqueta Chicano, otra feminista y miembro del PSOE, se sumó a las protestas y sostuvo que ”el contenido de la obra es absolutamente inadmisible y atentatorio de todos los valores defendibles, ya sea que trata de una clara apología de la violación”.

Migoya, al preguntarle hasta qué punto piensa él lo mismo que su personaje de ”El Violador”, contesta que ”hasta ningún punto” porque, aclara, ”a nadie le importa lo que yo piense. El cuento es una ficción y si hubiera querido hacer una apología de la violación hubiera escrito y firmado un manifiesto”.

Además, reconoce que el cuento es una apología de la violación pero, advierte de que lo es desde el punto de vista del personaje ”que por suerte no soy yo”. A juicio del autor, todo el libro trata sobre los monstruos que los humanos tienen dentro y, por ello mismo, es una manera de condenar esas aberraciones.

También se declaró ”más feminista que muchas feministas” y subrayó que su objetivo fue ”sacar mucha mierda de temas intocables y que la gente pueda reírse de sí misma y descubrir la hipocresía que todos tenemos dentro”.

Un grupo de literatos, entre ellos dos miembros de número de la Real Academia Española (de la lengua), Antonio Muñoz Molina y Pere Gimferrer, rechazaron que ”Todas Putas” fuera una ”apología de cualquier tipo de violencia” y calificaron de artificial la polémica.

Asimismo y previendo que lo ocurrido ”sea el germen de una caza de brujas al más puro estilo fascista”, en un comunicado hecho público el miércoles señalaron su voluntad de ”reivindicar la libertad de expresión y de difusión de las obras creativas”.

Muy llamativa resultó la definición de una personalidad del mundo editorial, como José Manuel Lara Bosch, máximo directivo del Grupo Planeta, uno de los más poderosos en lengua española, quien dijo que, ”aunque sean escandalosos, siempre es bueno que se publiquen los libros para que se hable de los temas”.

Lara Bosch añadió que, ”si un editor quita lo que no le gusta de los libros, lo que hace es censurar, y eso no es misión de un editor”.

También la organización de jóvenes autores y periodistas de Barcelona, La Gancho Divine, se solidarizó con Migoya y Tey, pues entienden que el autor ”ha procurado suscitar la indignación moral y la responsabilidad civil contra aquellos que en la realidad actúan como sus criticados personajes”.

Almodóvar, tras conocer el informe sobre sus películas, escribió en el diario español El Mundo que sintió ”la misma sensación kafkiana, mezcla de miedo, asco, estupor, furia e indignación que cuando en 1991 la censura americana (estadounidense) calificó ”Atame” (la película que le dio fama mundial) de pornográfica”.

Para el cineasta, ”el hecho de que esto ocurra en la España de 2003 no hace sino agravar la situación”.

Observó, además, que, ”si en las obras del estadounidense Martin Scorsese se tomara en cuenta que más de 60 por ciento de sus personajes son gangsteres o delincuentes, poseen armas y las utilizan ”habría que denunciarlo (a Scorsese) como miembro del Crimen Organizado”.

Por ello Almodóvar cree que ”el autor no debe juzgar a sus personajes sino entenderlos, por monstruosos que éstos sean, y mostrar su humanidad y su complejidad, en absoluta libertad”.

Los envueltos en la polémica desatada por ”Todas putas” no se pusieron de acuerdo sobre si el libro es o no misógino o sobre si se debe o no censurar su publicación.

Sin embargo, todos, incluido el autor y Tey, coincidieron en condenar cualquier tipo de discriminación de género así como las violaciones y demás delitos sexuales.

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