EEUU-IRAN: Halcones tras otro ”cambio de régimen”

El anuncio de una reunión de altos funcionarios de Washington para discutir la política sobre Irán, incluidas iniciativas para derrocar a su gobierno, marca un avance de los promotores de una línea dura hacia Teherán.

Aunque el encuentro, previsto para este martes, no se llevó a cabo, la cuestión iraní viene ganando terreno.

La campaña antiiraní de esas fuerzas neoconservadoras dentro y fuera del gobierno de George W. Bush estuvo opacada hasta el mes pasado por la guerra contra Iraq, pero ahora recobró sus bríos y trata de concentrar, con relativo éxito, la atención del gobierno en la necesidad de un ”cambio de régimen” en Irán.

Washington interrumpió abruptamente hace 10 días un diálogo de alto nivel aunque informal con Teherán sobre Iraq, Afganistán y otros asuntos de interés mutuo, luego del atentado del día 12 en la capital de Arabia Saudita contra un barrio de extranjeros occidentales, que dejó 34 muertos.

Funcionarios del Pentágono (Departamento de Defensa de Estados Unidos) afirmaron que el ataque fue perpetrado por agentes del grupo extremista islámico Al Qaeda establecidos en Irán. Teherán negó terminantemente los cargos.

Ahora, según informes publicados en los diarios The Washington Post y The New York Times, Washington considera cortar el diálogo en forma permanente y adoptar una postura más enfrentada a Teherán, que incluiría esfuerzos encubiertos para desestabilizar al gobierno.

Sin embargo, el secretario de Estado (canciller) Colin Powell desmintió este martes la existencia de una nueva política de línea dura contra Irán y dijo que los contactos con la república islámica continuarían.

El portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleischer, también negó que su gobierno esté considerando acciones más duras contra Irán.

Fleischer reconoció que funcionarios de Washington ”están presionando a Irán para que no desarrolle armas nucleares ni albergue a terroristas”, pero lo hacen ”a través de los canales apropiados”.

En cuanto a la reunión de este martes, el portavoz negó su realización. ”No hay cambio de política y no habrá ninguna reunión aquí hoy”, aseguró.

Los neoconservadores del Pentágono, en particular el viceministro de Defensa Paul Wolfowitz y el subsecretario de Política de Defensa, Douglas Feith, son partidarios de usar como fuerza militar de oposición al grupo rebelde iraní Mujahadin-e- Jalq, con sede en Iraq, que se rindió a las fuerzas estadounidenses en abril.

Los neoconservadores son políticos, académicos y analistas de medios de comunicación con gran influencia en asuntos de política exterior dentro del gobernante Partido Republicano. Son belicistas y hostiles a los procesos multilaterales en general.

En su mayoría son judíos de derecha, estrechamente vinculados con el gobernante partido Likud de Israel, y abogan para que la política antiterrorista de Washington apunte contra todos los grupos y países que consideran amenazas para los intereses israelíes.

Fuera del gobierno, los neoconservadores están concentrados en grupos de planificación estratégica como el American Enterprise Institute (AEI), de gran influencia en el Pentágono.

Las fuerzas neoconservadoras del Pentágono también promueven vínculos con la comunidad de exiliados iraníes en el sur de California, reunida alrededor de la figura de Reza Pahlevi, el hijo del sha iraní derrocado por la Revolución Islámica en 1979.

Según un artículo publicado en el diario judío estadounidense The Forward, Pahlevi cultivó relaciones con altos funcionarios del Likud de Israel.

Más allá de la acusación —considerada cuestionable por el Departamento de Estado y la Agencia Central de Inteligencia (CIA)— de que Irán protege a miembros de Al Qaeda involucrados en el atentado del día 12 en Riyad, Washington expresó diversas preocupaciones sobre la conducta reciente de Teherán.

Altos funcionarios acusaron al gobierno iraní de acelerar un programa nuclear que consideran diseñado para producir armas, así como de infiltrar agentes en Iraq para interferir con la ocupación estadounidense de ese país y el programa de ”reconstrucción”.

Además, reiteraron su acusación de que Irán respalda al terrorismo internacional, principalmente al grupo radical islámico Hizbolá, con sede en Líbano.

Fue el respaldo a Hizbolá el que le valió a Teherán un lugar destacado en la lista de objetivos incluida por el grupo de planificación estratégica Project for the New American Century en una carta abierta enviada a Bush el 20 de septiembre de 2001, nueve días después de los atentados en Nueva York y Washington.

Los 41 firmantes de la carta, casi todos neoconservadores, urgieron a Bush a tomar represalias directas contra Irán si su gobierno no cortaba los vínculos con Hizbolá.

La misma carta anticipaba casi todas las medidas que luego tomó el gobierno en su ”guerra contra el terrorismo”, incluidas la invasión de Afganistán, el corte de relaciones con el líder palestino Yasser Arafat y la expulsión de Saddam Hussein del poder en Iraq.

En octubre de 2001, figuras influyentes del AEI y otros grupos de expertos lanzaron una nueva línea de ataque contra Irán a través de artículos publicados en medios de ideas afines, principalmente en las páginas editoriales del Wall Street Journal.

Tales artículos sostenían que el pueblo iraní estaba tan decepcionado por el gobierno de los mulás en Irán, incluidos los ”reformistas” que rodean al presidente Mohamed Jatami, que estaría dispuesto a levantarse contra el gobierno en una revolución proestadounidense.

”Irán está a punto de explotar”, escribió Michael Ledeen, académico del AEI, en noviembre de 2001. ”El pueblo iraní sólo precisa una chispa de estímulo de Estados Unidos para encender las llamas de una revolución democrática”.

Cuando, para sorpresa del Departamento de Estado, Bush incluyó a Irán junto a Iraq y Corea del Norte en el ”eje del mal”, en enero de 2002, tanto Israel como sus aliados neoconservadores aprovecharon la ocasión para arguir que aun el diálogo con Jatami era una pérdida de tiempo y que Washington debería unirse al pueblo iraní contra el régimen.

Reuel Marc Gerecht, ex funcionario de la CIA y actual miembro del AEI, afirmó el pasado agosto en el semanario Weekly Standard que la sola presencia de tropas estadounidenses en Iraq produciría una revolución en el vecino Irán.

”El descontento popular en Irán tiende a aumentar cuando soldados de Estados Unidos se acercan a la República Islámica”, escribió. ”Una invasión estadounidense (a Iraq) podría provocar levantamientos simultáneos en grandes ciudades de Irán”, agregó.

Pero la intensidad y frecuencia de la campaña contra Teherán aumentó de manera inusitada este mes.

William Kristol, director del Weekly Standard (cuya oficina está seis pisos arriba de la sede del AEI), escribió el día 5 que Estados Unidos libra ”una lucha a muerte con Irán por el futuro de Iraq” y que ”la próxima gran batalla —esperamos que no sea militar— será por Irán”.

Al día siguiente, el AEI realizó una conferencia titulada ”El futuro de Irán: ”Mulacracia”, democracia y la guerra contra el terror”, cuyos oradores fueron Ledeen, Sobhani, Gerecht, Morris Amitay, del neoconservador Instituto Judío para Estudios de Seguridad Nacional, y Uri Lubrani, del Ministerio de Defensa de Israel.

La presidenta de la conferencia, la especialista en asuntos de Medio Oriente del Hudson Institute Meyrav Wurmser (cuyo esposo David trabajó junto a ella en la AEI hasta que se incorporó al gobierno), dio el tono al decir que ”nuestra lucha contra Iraq fue sólo una batalla de una larga guerra”.

”Fue un grave error enviarlo (a Zalmay Jalilzad, representante estadounidense ante Iraq y Afganistán) a reuniones secretas con representantes del gobierno iraní en las últimas semanas”, dijo Wurmser, nacida en Israel.

”En lugar de aparecer como los vencedores que deben ser temidos y respetados en lugar de amados, estamos involucrados en la vieja diplomacia del tipo que llevó a los ataques del 11 de septiembre”, advirtió.

Días después, el diálogo entre Jalilzad y representantes iraníes se terminó abruptamente, y el senador Sam Brownback, de la Derecha Cristiana (un grupo aliado con los neoconservadores), presentó un proyecto de Ley para la Democracia en Irán.

La iniciativa establece como objetivo ”un referendo supervisado por observadores internacionales para permitir que el pueblo iraní cambie pacíficamente su sistema de gobierno”.

”No es momento de mimosear con ese régimen terrorista. Es momento de ponernos firmes y apoyar al pueblo de Irán, el único que puede ganar esta importante batalla”, instó Brownback.

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