EEUU-ARABIA SAUDITA: Realineación política, no militar

El ”acuerdo mutuo” para retirar las tropas de Estados Unidos de Arabia Saudita fue una fórmula conveniente para ambas partes, guiada por consideraciones políticas y por la advertencia a Riyad de que debería cooperar más en la ”guerra contra el terrorismo”.

La explicación de que ”la amenaza a la seguridad disminuyó” es falsa, afirmó el analista político Victor Shalhoub, de Emiratos Arabes Unidos, en referencia a la afirmación de Washington de que la alianza militar estadounidense-saudita produciría escasos beneficios ahora que Saddam Hussein está fuera del poder en Iraq.

Saddam Hussein había amenazado con invadir países del Golfo. Y en 1990 invadió Kuwait.

El secretario de Defensa de Estados Unidos, Donald Rumsfeld, confirmó el martes que su gobierno retiraría todas las fuerzas estadounidenses de Arabia Saudita excepto el personal de entrenamiento, en una conferencia de prensa conjunta con su par saudita, el príncipe Sultán.

Ambos funcionarios destacaron que no existían diferencias entre sus gobiernos y que la cooperación mutua continuaría.

Desde la guerra del Golfo de 1991, Estados Unidos mantenía 5.000 soldados en Arabia Saudita. La cifra se duplicó durante la última guerra contra Iraq este año, pero Riyad se negó a permitir el uso de sus bases para lanzar ataques aéreos contra su vecino del norte.

Para Shalhoub, el término ”acuerdo mutuo” es significativo porque refleja que Washington ahora se siente más cómodo tratando con otro país del Golfo, Qatar, y que Arabia Saudita se siente aliviada por poder manejar los asuntos domésticos sin tropas estadounidenses en su territorio.

”Desde el 11 de septiembre, los vínculos bilaterales se han deteriorado en forma constante”, sostuvo el analista.

”A Riyad le resultaba difícil cumplir las demandas de Washington de reprimir a los islamistas e impulsar reformas políticas, debido al sentimiento antiestadounidense prevaleciente en el país a causa del conflicto árabe-israelí, agravado por los ataques de Estados Unidos a Afganistán y a Iraq”, explicó.

El gobierno estadounidense también enfrentaba críticas domésticas por ser demasiado permisivo con Arabia Saudita, su principal proveedor de petróleo.

El motivo de las críticas era que 15 de los 19 secuestradores suicidas de los aviones que protagonizaron los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington eran sauditas y, desde el punto de vista de Estados Unidos, Riyad no tomó suficientes medidas al respecto.

”Ahora que Iraq está ocupada y sus reservas de petróleo —las segundas del mundo— están controladas por Estados Unidos, la dependencia de Washington respecto de Riyad disminuyó”, observó Shalhoub.

Con Qatar, Estados Unidos no tiene condicionamientos políticos ni económicos, por lo tanto podrá operar sin necesidad de ninguna transigencia, señaló Shalhoub.

En cuanto a Riyad, dado que Washington promueve la reforma política como mejor manera de neutralizar la influencia del fundamentalismo islámico, la ausencia de tropas estadounidenses en su suelo hará que ”los esfuerzos de cambio parezcan más nacionales y creíbles”, dijo.

El príncipe heredero Abdulá había concebido en enero un plan para utilizar la anunciada partida de las fuerzas estadounidenses para realizar una serie de elecciones de asambleas provinciales, según un informe del diario The New York Times.

El objetivo sería crear un sistema plenamente democrático de asambleas regionales y nacionales en seis años.

La presencia de tropas estadounidenses en el reino saudita, sede de los sitios más sagrados del Islam, provocó la ira popular. Este sentimiento fue capitalizado por radicales como Osama bin Laden, a quien Washington acusa de la autoría intelectual de los ataques del 11 de septiembre.

La gobernante Casa de Saud, inquieta por una revuelta interna de simpatizantes del grupo extremista islámico Al Qaeda, de Bin Laden, se mostró contraria a un arreglo de seguridad basado en la protección de una potencia militar externa.

Según el nuevo acuerdo, unos 500 soldados de Estados Unidos permanecerán en Arabia Saudita para entrenar a soldados sauditas y participar en ejercicios conjuntos.

El retiro de las tropas estadounidenses pone fin a una relación militar que tuvo su pico en 1991, cuando Washington usó a Arabia Saudita como plataforma de lanzamiento para expulsar de Kuwait a las fuerzas invasoras de Iraq, y su punto más bajo después del 11 de septiembre de 2001.

La decisión fue madurada durante más de un año, pero apresurada por los últimos hechos en Iraq.

Ya en enero de 2002, el senador estadounidense Carl Levin había declarado que Estados Unidos podría retirar sus fuerzas de Arabia Saudita y buscar una base ”más hospitalaria”.

Sahlhoub considera que el retiro de las tropas constituye una amenaza velada de Washington a Arabia Saudita. ”Es su manera de decirle a los sauditas que podrían ser víctimas de una campaña militar como la que derrocó al régimen de Saddam Hussein en Bagdad, si es necesario”, opinó.

En esa amenaza velada radica el potencial de deterioro de los vínculos bilaterales, según el analista.

La decisión esta semana de trasladar la sede regional de la Fuerza Aérea estadounidense desde la base de Sultán, en Arabia Saudita, hasta Al Udeid, en Qatar, tampoco fue repentina.

La transferencia logística había comenzado en marzo del año pasado, debido a las objeciones sauditas a la acción militar contra Iraq.

”Doha se posicionó hace tiempo para convertirse en un aliado clave de Estados Unidos”, dijo P.V. Vivekanand, editor del diario The Gulf Today, de Emiratos, comentando las ganancias de Qatar. (

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