Un mundo más justo es posible, pero sin el Grupo de los Ocho países más poderosos del mundo (G-8), según activistas de todo el mundo reunidos a 40 kilómetros de Evian, la oriental ciudad francesa donde los jefes de gobierno de esa institución se reunirán a partir de este domingo
Dirigentes de varias organizaciones no gubernamentales se reúnen en la localidad francesa de Annemasse para protestar contra el encuentro que mantendrán hasta el martes los jefes de Estado y de gobierno de Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón y Rusia.
La cumbre del G-8 también contará con la presencia en esta ocasión de jefes de gobierno de otros 12 países de América Latina, Africa y Asia, invitados por el presidente francés Jacques Chirac.
La llamada contracumbre de los grupos civiles en Annemasse, 40 kilómetros al sudoeste de Evian, es centro de debates sobre asuntos como la interacción entre comercio y desarrollo, los efectos de la globalización, la responsabilidad del sector privado en el ambiente y el sida (síndrome de inmunodeficiencia humana).
El terrorismo, la exportación de armas, los derechos humanos y la propuesta de aplicar la llamada tasa Tobin (un impuesto a las transacciones financieras en todo el mundo) son otros asuntos que también están presentes en los debates.
El principal objetivo de los activistas es subrayar la falta de legitimidad que tienen los miembros del G-8 para decidir sobre asuntos que tienen impacto en todo el mundo.
El G-8 es antidemocrático. Los jefes de Estado de esos países no representan al mundo, y por lo tanto no deberían hablar de los asuntos mundiales de la forma en que lo hacen, dijo el dirigente de los agricultores franceses José Bové.
El activista señaló que el gobierno de Estados Unidos, con su invasión a Iraq, deblitó a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el verdadero foro democrático mundial.
¿Cómo puede el presidente George W. Bush venir a la reunión del G-8 y hablar de democracia luego de haber socavado el papel de la ONU durante la crisis iraquí, preguntó Bové.
Esta semana, varias organizaciones no gubernamentales señalaron que la cumbre del G-8 está formulada de tal manera que sólo beneficiará los intereses del sector privado en asuntos como salud, agua, y desarrollo en América Latina, Africa y Asia.
El director de la oficina francesa de la organización ambiental Greenpeace, Bruno Rebelle, dijo en una conferencia de prensa que hay tres indicadores económicos que demuestran la absurda situación del mundo actual.
Un tercio de la población mundial, esto es, más de 2.000 millones de personas, debe sobrevivir con un dólar por día. En contraste, la Unión Europea destina, a través de sus subsidios a la agricultura, dos dólares por día a cada vaca, señaló.
Por otra parte, indicó que cada ciudadano de Estados Unidos paga tres dólares por día para financiar la maquinaria bélica de Washington.
Otros activistas que participan de la contracumbre condenaron la gran carga de la deuda externa que llevan los países pobres.
La activista senegalesa Moussa Dembele, que integra una campaña para la cancelación de la deuda, acusó a los gobiernos del G-8 de estafar a los pueblos y a los gobiernos del Sur.
Ya pasaron ocho años desde que el G-8 comenzó a fingir que se interesa en las discusiones sobre la cancelación de la deuda de los países en desarrollo. Los países más ricos del mundo sólo nos quieren embaucar, dijo Moussa a IPS.
Los activistas también dirigieron sus dardos contra la Nueva Asociación para el Desarrollo Africano (NEPAD).
La NEPAD es un programa destinado a promover el desarrollo político y económico del continente, que promete mejores acuerdos comerciales y de ayuda para el desarrollo de Africa a cambio de gobernanza política y económica.
Los países africanos esperan recibir 65.000 millones de dólares.
Pero los activistas dicen que no se ha alcanzado ninguno de estos objetivos.
El periódico izquierdista francés Liberation señaló este viernes que el programa no cumplió con ninguna de sus promesas, y destacó que sólo Canadá colocó unos 290 millones de dólares en el llamado Fondo para Africa.
Ningún otro país miembro del G-8 hizo esfuerzos similares a pesar de sus promesas, señaló la publicación.
Nicholas Guihard, de la organización no gubernamental francesa Agir Ici, dijo a IPS que sólo seis por ciento de las inversiones extranjeras van para Africa, y de esa pequeña suma, 80 por ciento se concentran en tres países, sobre todo en Sudáfrica.
Otros indicadores económicos también sugieren que el objetivo de la NEPAD de reducir la pobreza en Africa a la mitad para 2015 son meras ilusiones.
Para lograr esa meta, Africa debe alcanzar un crecimiento económico anual sostenido de siete por ciento. Sin embargo, el Fondo Monetario Internacional (FMI) calcula que el producto interno bruto del continente crecerá cuatro por ciento en 2003 y disminuirá en los próximos años.
Por otra parte, las exportaciones africanas sólo podrán aumentar si los países del G-8 eliminan sus subsidios agrícolas.
El FMI señala que la abolición de estos subsidios en Europa y en América del Norte permitiría un crecimiento de 0,6 por ciento al año del producto africano.
Chirac prometió eliminar los subsidios cuando presentó oficialmente el NEPAD en París en febrero de 2002, pero luego defendió públicamente la asistencia financiera que brindan los países europeos a sus productores agrícolas. (