El anuncio de que tres pesos pesados de la arena económica internacional aplicarán políticas convergentes para impulsar el crecimiento económico causa aprensión en grupos de la sociedad civil, ya preocupados por los efectos que provocan por separado.
La Organización Mundial del Comercio (OMC), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial evaluaron el martes mecanismos para otorgar mayor coherencia a sus políticas e integrar sus actividades.
La interconexión de las tres instituciones multilaterales es esencial para que el mundo logre crecimiento económico continuo, desarrollo sustentable, reducción de la pobreza y estabilidad financiera, dijeron.
Una lectura diferente hizo Aldo Caliari, investigador del no gubernamental Center of Concern (Centro de Preocupación, o de Interés), con sede en Washington, quien opinó que esos tres organismos estrechan filas para promover políticas que ya ”han fracasado en la consecución del crecimiento y de la reducción de la pobreza”.
Las organizaciones no gubernamentales ”creemos que la coherencia no es necesariamente mala”, señaló Caliari a IPS, pero añadió que todo depende de los valores que la orienten.
En 1994, la conferencia de ministros de Comercio que cerró las negociaciones de la Ronda Uruguay y creó la OMC, en Marrakesh, encomendó a la nueva institución que contribuyera al logro de mayor coherencia en la formulación de la política económica a escala mundial, y que para ello cooperara con el Banco Mundial y el FMI.
Caliari señaló que entre las tres instituciones se ha desarrollado un trabajo ”invisible pero incesante”, por ejemplo mediante intercambio de comentarios sobre documentos de cada una de ellas.
Sin embargo, la reunión del martes fue la primera entre las máximas autoridades de las tres instituciones, Supachai Panitchpakdi, de la OMC, Horst Köhler, del FMI, y James Wolfensohn, del Banco Mundial.
La principal señal de convergencia fue un llamado de los tres funcionarios a que el Grupo de los Ocho (G-8) países más poderosos, que se reunirá del 1 al 3 de junio en la oriental ciudad francesa de Evian, busque sacar del letargo las negociaciones comerciales de la Ronda de Doha de la OMC.
Integran el G-8 Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón y Rusia.
La OMC, el FMI y el Banco Mundial pidieron a ese grupo que reconozca la importancia de liberalizar el comercio mundial, y en particular el agrícola, de importancia crítica para el desarrollo.
Los productores y exportadores agrícolas de la mayoría de los países industrializados reciben un promedio de subvenciones de 1.000 millones de dólares por día, una cifra seis veces superior a la asistencia para el desarrollo que realizan esas naciones.
En consecuencia, se produce la paradoja de que en promedio, el subsidio por vaca en la Unión Europea es mayor que el ingreso por persona en Africa.
El presidente del consejo general de la OMC y jefe de la misión de Uruguay en Ginebra, Carlos Pérez del Castillo, celebró el respaldo a la apertura de mercados en la agricultura.
Uruguay integra junto con otros 15 países productores agrícolas el Grupo de Cairns, que presiona en foros internacionales para conseguir la liberalización del comercio en ese sector.
Wolfensohn comentó que esa liberalización causaría grandes beneficios, pero también perjudicaría a algunos países pobres, que cuentan en la actualidad con acceso preferencial a los mercados del mundo industrializado, y también a naciones que son importadoras netas de alimentos.
Las tres organizaciones internacionales aseguran que la apertura de la agricultura y el progreso en las restantes negociaciones de la Ronda de Doha pueden revitalizar la alicaída economía mundial y beneficiar a los países en desarrollo.
Pero Caliari objetó ese pronóstico. A los países en desarrollo se les piden mayores concesiones a cambio de beneficios que tendrían que haber recibido como resultado de la anterior Ronda Uruguay de negociaciones comerciales internacionales, dijo.
Las tres instituciones deberían investigar por qué las liberalizaciones anteriores no arrojaron los resultados previstos, en vez de realizar nuevos pronósticos optimistas, y también identificar los errores de las reglas actuales del sistema comercial, opinó el activista.
La búsqueda de coherencia anunciada el martes incluirá análisis económicos del FMI sobre aspectos de las negociaciones de la Ronda de Doha.
Pero las interpretaciones de expertos del Fondo sobre situaciones críticas anteriores han recibido severas críticas.
El FMI y el Banco Mundial fracasaron en sus análisis sobre los beneficios que la liberalización del comercio podía tener para los países en desarrollo, dijo Daniela Pérez Gavidia, representante en Ginebra de la no gubernamental Red Internacional sobre Género y Comercio.
El jefe de la misión argentina, Alfredo Chiaradia, pidió un diagnóstico certero acerca de las razones por las cuales la economía mundial atraviesa una etapa de bajo crecimiento.
El diplomático expuso el ”ejemplo extremo” de su país, que vivió situaciones sociales críticas, acumulación de compromisos soberanos difíciles de sostener y desarticulación del sistemna productivo.
En la etapa actual, las tres instituciones sostienen que una mayor liberalización del comercio impedirá otras crisis financieras y aportará estabilidad al sector en todo el mundo.
Pero Caliari recordó a IPS que algunos analistas atribuyeron anteriores crisis, en México, Asia y Argentina, a balanzas de pago deficitarias cubiertas con flujos de capitales especulativos.
Los desequilibrios de balanzas de pagos provienen de aumentos de importaciones sin la compensación del incremento de las exportaciones, y es preciso identificar en qué se equivocó el sistema comercial para producir ese resultado, preguntó Caliari.
El tema de la coherencia entre las tres instituciones se seguirá debatiendo en las próximas semanas, con la finalidad de establecer formas de contacto regulares.
Uno de los mecanismos previstos es la participación del FMI y del Banco Mundial como observadores en el Comité de Negociaciones Comerciales, que sigue la marcha de la Ronda de Doha con vistas a la próxima conferencia ministerial de la OMC, del 10 al 14 de septiembre en la sudoriental ciudad mexicana de Cancún.