PORTUGAL-BRASIL: El ex imperio contraataca, con inversiones

Brasil es la principal prioridad exterior de Portugal, no sólo por lazos afectivos derivados de la historia, la lengua y cultura comunes, sino también en el campo de las inversiones.

Así dijo en 1995 el entonces secretario general del Partido Socialista, Antonio Guterres, al vencer en comicios legislativos que lo convirtieron en primer ministro, y ese juicio mantiene plena vigencia para las firmas portuguesas y para el sucesor de Guterres desde 2002, el conservador José Manuel Durao Barroso.

Portugal es, desde 1999, el tercer principal inversor extranjero en Brasil, detrás de Estados Unidos y España.

Políticos, economistas y empresarios coincidieron, en todos los foros académicos de este año, en la importancia de Brasil para que la economía portuguesa se internacionalice y pueda expandirse a otras naciones de América Latina.

En 1995 había 1,3 millones de portugueses residentes en territorio brasileño, una cantidad significativa en relación con la población de Portugal, de unos 10 millones, pero no con la de Brasil, que tiene más de 160 millones de habitantes.

Por su parte, Brasil ”invadió” Portugal con sus telenovelas desde hace un cuarto de siglo, y también con más de 60.000 inmigrantes cuya presencia es notoria en la vida cotidiana de los portugueses, que al entrar a una tienda o a un restaurante muchas veces perciben el acento brasileño de los empleados.

Tras el triunfo de Guterres y en el marco de facilidades ofrecidas por ambos países, la inversión portuguesa directa en Brasil, que fue el mayor territorio del otrora vasto imperio de Lisboa, creció en forma acelerada.

Unas 250 grandes, medianas y pequeñas empresas se instalaron en el gigante sudamericano.

Según la Dirección General de Relaciones Económicas Internacionales portuguesa, el dinero canalizado hacia Brasil en 1999 y 2000, los años de mayor flujo de inversiones, fue cerca de 30.000 millones de dólares.

Los principales inversores en Brasil fueron los gigantes empresariales Portugal Telecom, Electricidad de Portugal, Cementos de Portugal, Autopistas Brisa, Sociedad Nacional de Empresas, Cervezas Sousa Cintra, Aguas de Portugal y Gasolineras de Portugal.

A los ojos del consumidor brasileño, cambió la identificación tradicional de los portugueses como dueños de panaderías y restaurantes, conductores de taxis o recepcionistas de hoteles.

Portugal Telecom controla la mitad de los teléfonos celulares de Brasil en asociación con Telefónica de España, y está presente en otras firmas como Banco-Net, PT-InnovaçFo Brasil y el portal de Internet UOL/Zip. Su inversión total en el mercado brasileño es 6.200 millones de dólares, la mayor de una firma portuguesa.

La sigue Electricidad de Portugal, que invirtió 2.100 millones de dólares en Brasil desde el inicio de sus operaciones allí, en 1997. Su principal actividad es desarrollada en sociedad con la chilena Chilectra en Sao Paulo, la mayor ciudad brasileña.

Además, distribuye electricidad mediante el control de los grupos Bandeirante, CERJ, Escelsa, Enersul, EDP-Lageado, Fafen Energia, Enerpeixe, Enercouto, Emperendimento Hidroeléctrico de Couto e MagalhFes, Enertrade y Energest.

Cementos de Portugal invirtió 1.035 millones de dólares, también desde 1997, y controlando las empresas Cimpor-Brasil, Companhia de Cimentos do Brasil, Cimentos Atol y Companhia Paraiba de Cimentos Portlano.

La presencia en Brasil de la Sociedad Nacional de Empresas es notoria en las grandes cadenas de supermercados Real y El Dorado, y los centros comerciales Penha, França, Metropole, Patio Brasil, Tivoli Shopping, Parque Dom Pedro, Boavista Shopping y Tafisa Brasil, que significaron para ese grupo, del empresario Belmiro de Azevedo, una inversión de 974 millones de dólares.

El grupo Sousa Sintra invirtió 208 millones de dolares en las empresas Cervejarias Sintra, Restaurantes Romanic y la inmobiliaria Terra Ouro, mientras Autopistas Brisa destinó 135 millones de dólares a la Companhia de Concessoes Redoviarias.

Más modesta, pero relevante en terminos de presencia, es la inversión de 43 millones de dólares de Aguas de Portugal, que controla Aguas do Brasil, Empresa Brasileira das Aguas Livres y Serviços Públicos de Agua e Esgotos.

La fuerte presencia lusa en el país sudamericano es especialmente relevante si se tienen en cuenta la diparidad de poblaciones, que Portugal es el Estado de menor desarrollo de la Unión Europea, y que su territorio es casi 100 veces menor que los 8,8 millones de kilómetros cuadrados de Brasil.

A partir de 2001, la inversión en Brasil comenzó a declinar en términos de capital, pero no en el número de empresas, que era 250 en 1999 y es en la actualidad cerca de 400.

La declinación se debe ”a que la mayor parte de las empresas brasileñas ya fueron privatizadas”, dijo a IPS el economista y profesor Francisco Chaves, del Observatorio de Empresas Portuguesas en Brasil.

Pero ”los negocios allí no van nada mal” y las grandes empresas portuguesas ”arrastraron a otras, pequeñas y medianas, que solas no hubieran conseguido instalarse en Brasil”, como varias dedicadas a turismo, construcción, curtiembre y venta de equipos y servicios, señaló.

En la actualidad, ”estas 400 empresas nacionales en aquel mercado representan 15 por ciento del producto interno bruto portugués y ofrecen 50.000 puestos de trabajo”, destacó Chaves.

En 2002, la inversión no retomó el ritmo de dos años antes, ya que pesó sobre las decisiones empresariales portuguesas la incertidumbre ante el nuevo presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, del izquierdista Partido de los Trabajadores.

Sin embargo, los inversores fueron tranquilizados por declaraciones favorables a Lula realizadas en Lisboa por el ex presidente portugués Mario Soares (1986-1996), y eso dio frutos este año.

Antonio Sousa Cintra, cabeza del grupo homónimo, expresó la semana pasada que ”Lula está soprendiendo positivamente a los empresarios”, y que hoy los inversores ya no se preocupan por él, sino por la probable desvalorización futuras del real, la moneda brasileña.

Esa opinión es compartida por De Azevedo, quien dijo vislumbrar ”señales positivos en los primeros meses de 2003” para sus negocios en Brasil, ”expresados en algunos indicadores macroeconómicos y en un sentimiento más optimista de la población brasileña”. (

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