MEDIO ORIENTE: Iraq y Siria, dos espinas en el Golfo

Cuando aún no acababan de procesar la aparente resolución de la guerra en Iraq, los seis cancilleres del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) debieron afrontar un nuevo conflicto regional, esta vez con epicentro en Siria.

Atrapados entre su alianza estratégica con Estados Unidos y su solidaridad con Siria como país hermano en el mundo árabe, los cancilleres del CCG —Arabia Saudita, Bahrein, Emiratos Arabes Unidos, Kuwait, Omán y Qatar— rechazaron las acusaciones de Washington contra Damasco.

El gobierno de George W. Bush aseguró que Siria ha desarrollado armas químicas y refugiado a dirigentes iraquíes del depuesto régimen de Saddam Hussein.

”Pensamos que la amenaza contra Siria debe terminar. No creemos que Siria quiera una guerra ni una escalada. Rechazamos cualquier violación a la seguridad de Siria”, declararon los ministros de Relaciones Exteriores reunidos en Riyad, capital de Arabia Saudita.

Al mismo tiempo, los funcionarios advirtieron que la ocupación de Iraq por parte de las fuerzas armadas estadounidenses debe concluir rápidamente, y exigieron un papel central para la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en el proceso de reconstrucción del país árabe.

Las amenazas de Estados Unidos contra Siria son observadas por el CCG ”con mucho cuidado”, dijo el canciller qatarí, jeque Hamad bin Jassim al-Thani, cuyo país está al frente de la presidencia rotativa del CCG.

”Si hay algún problema, debe ser resuelto en negociaciones directas por ambos países”, advirtió el jeque Hamad.

El director del diario en inglés The Gulf Today, de Emiratos, P. V. Vivekanand, sostuvo que Estados Unidos exagera el vínculo que pueda existir entre el gobierno de Siria y el régimen de Saddam Hussein.

”Aunque Iraq y Siria compartieron una ideología común baathista (por el Baath, partido panárabe y secular al que pertenece Saddam Hussein y el gobierno en Damasco), la relación entre ambos está lejos de ser la ideal”, recordó Vivekanand.

El periodista observó que Siria respaldó a Irán en la guerra contra Iraq, entre 1980 y 1988. Por otra parte, Siria integró la coalición de 34 países encabezados por Estados Unidos que desalojó en 1991 a Iraq de Kuwait en la primera guerra del Golfo.

”Kuwait fue la principal plataforma de lanzamiento (de misiles contra Iraq en la guerra de este año), Qatar albergó el principal centro de comando estadounidense y británico y Bahrein es la sede de la Quinta Flota de la marina de guerra estadounidense. Siria está en una posición diferente”, advirtió Vivekanand.

El régimen de Saddam Hussein era percibido por los gobiernos del Golfo como una amenaza directa tras la ocupación de Kuwait en 1991, lo cual constituye otro motivo de diferencia entre la situación de esos países y la de Siria, agregó el experto.

Damasco no apoyó la invasión de Iraq, pero tampoco se resistió a ella con determinación, una posición que no fue fácil de vender a la población siria. ”Ese país es sede de varias organizaciones palestinas de línea dura y está involucrado directamente en el conflicto árabe-israelí por la ocupación de las alturas del Golán”, explicó Vivekanand.

El CCG se fundó en 1981 a la luz de la supuesta amenaza que suponía para las monarquías árabes y sunitas del Golfo la Revolución Islámica chiita triunfante en Irán en 1979. Los seis países tienen estrechos vínculos económicos y militares con Estados Unidos.

”Nadie puede imaginar que la reconstrucción de Iraq puede realizarse sin una real participación de la ONU”, dijo el qatarí jeque Hamad.

En una declaración que refleja el humor al parecer predominante en la opinión pública iraquí —que lenta pero implacablemente comienza a rechazar la ocupación militar—, el jeque Hamad dijo: ”Iraq está ocupado, y esperamos que se instale una administración civil iraquí lo más pronto posible.”

El CCG considera ”importante la creación de un gobierno de transición” en Iraq, porque la población del país árabe ”no aceptará un gobierno (impuesto) desde afuera por mucho tiempo”, agregó el ministro. Los acontecimientos en ese país tendrán repercusiones regionales, advirtió.

La situación es preocupante para los países del Golfo gobernados por musulmanes sunitas pero con gran población chiita. Ese era el caso de Iraq: Saddam Hussein y sus principales colaboradores son sunitas, a pesar de que 65 por ciento de la población es chiita.

Lo mismo ocurre en Bahrein, donde la corona es detentada por una familia sunita y 70 por ciento de los 660.000 habitantes son chiitas. Se estima, por otra parte, que 15 por ciento de los 23,5 millones de habitantes de Arabia Saudita son chiitas.

Cualquier choque entre sunitas y chiitas en Iraq es percibido en el Golfo como fuente potencial de conflictos regionales. Por lo tanto, el CCG procura el ”establecimiento de un gobierno nacional iraquí que incluya todos los sectores del pueblo, aunque sea de transición”.

La demanda del CCG parece aludir a que el ex canciller iraquí Adnan Pachachi, exiliado en Emiratos en los últimos dos decenios, rechaza al núcleo de la futura administración, conformada con el patrocinio de Estados Unidos en la meridional ciudad de Nasiriya el martes.

Pachachi es percibido por los gobiernos del Golfo como la más creíble de las personalidades políticas sunitas iraquíes.

Al contrario que otras organizaciones opositoras al régimen de Saddam Hussein, que minimizan el papel de la ONU en el Iraq de posguerra, Pachachi promueve la constitución de un gobierno de transición respaldado por el foro mundial, al estilo del creado para Afganistán tras la derrota del régimen islámico de Talibán en diciembre de 2001.

Su prédica se contradice con la del líder chiíta Ahmad Chalabi, del Congreso Nacional Iraquí y favorito del Departamento (ministerio) de Defensa de Estados Unidos. (

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