Peregrinos chiitas reunidos en la ciudad sagrada de Karbala protestaron contra las fuerzas de ocupación de Estados Unidos en Iraq, en un ritual islámico que estuvo prohibido por el régimen de Saddam Hussein.
Muchos de los peregrinos, que sumarían hasta un millón de personas, llevaban este miércoles carteles con la leyenda No a Estados Unidos, no a Israel, sí al Islam.
Otros cantaban No a Chalabi, en referencia a Ahmad Chalabi, el líder en el exilio del Congreso Nacional Iraquí, un grupo opositor al depuesto régimen de Saddam Hussein que tendría el apoyo de Washington para integrar un futuro gobierno iraquí.
El tenor de las manifestaciones de este miércoles contrastó con el del martes, cuando algunos peregrinos gritaban Gracias Bush, aludiendo al presidente de Estados Unidos George W. Bush, que para ellos hizo posible la peregrinación este año a la ciudad sagrada.
La peregrinación a Karbala, situada 150 kilómetros al sudoeste de Bagdad, estaba prohibida desde hace 25 años por el régimen de Saddam Hussein, derrocado como consecuencia de la guerra de Estados Unidos contra Iraq.
Este año, los fieles pudieron cumplir el ritual tal cual lo exige la tradición chiita, a pie, con estandartes y golpeándose el pecho o flagelándose en señal de dolor por el martirio de Hussein, el nieto del profeta Mahoma que fuera asesinado en Karbala en el año 680.
Aproximadamente dos tercios de los 27 millones de iraquíes pertenecen al grupo islámico chiita. Sus dirigentes religiosos les pidieron que se congregaran en masa en Karbala para cumplir el ritual, y muchos de ellos acataron el pedido.
Cientos de miles de personas hicieron el recorrido hasta Karbala. La peregrinación también es la primera expresión masiva de alivio por el colapso del régimen de Saddam Hussein, dominado por la minoría sunita, y de repudio a las fuerzas de ocupación.
La magnitud de la presencia chiita en las calles de Karbala envía un poderoso mensaje al resto del país y a Estados Unidos: la mayoría chiita exige ser tomada en cuenta.
La guerra de Estados Unidos contra Iraq y la caída de Saddam Hussein dejó a muchos chiitas en busca de una orientación política. Espero que los Sayids (principales dirigentes) me digan cómo debo actuar frente a los estadounidenses, expresó un peregrino oriundo de Bagdad.
Los peregrinos se congregaron hace una semana en la mezquita capitalina de Kathemiyeh. Allí recordaron las dificultades que tuvieron en el pasado para realizar la peregrinación.
Como el gobierno la prohibía, teníamos que pasar a escondidas por controles callejeros y evitar las patrullas que el ejército enviaba para buscarnos, contó uno de los fieles. Muchos aún tienen miedo de dar sus nombres. Temen que Saddam Hussein pueda volver. En la aldea de Mahmudiyeh, en el camino de Bagdad a Karbala, una carpa de vivos colores recibe a los cansados viajeros. Allí pueden descansar, tomar té y agua.
La tribu local chiita Al Kretha siempre ha ayudado a los peregrinos, pero no tan abiertamente como ahora, explicó Ahmed Yassin, que armó la carpa con su hermano Abbas.
Solíamos pasarlos escondidos por los puntos de control, por nuestras casas y jardines, por calles paralelas. Nunca he visto una peregrinación como esta antes, contó.
Un peregrino de Al Durra, cerca de Bagdad, dijo que el camino ahora está seguro y debemos agredecérselo a los estadounidenses. Ellos son nuestros amigos. Incluso nos dijeron que podíamos dejar las armas atrás porque ellos nos defenderán.
Pero no todos opinan lo mismo respecto a las fuerzas de ocupación. Algunos se quejaron por la actitud de los soldados, sobre todo hacia las mujeres. Las tocan cuando las revisan, dijo un hombre de la austral ciudad de Nasiriya, devastada por la guerra.
Pero otros prefieren que las fuerzas de Estados Unidos se queden y terminen su tarea. Saddam Hussein no fue hallado y el país debe ser reconstruido, afirman.
Los dirigentes religiosos chiitas parecen más antiestadounidenses que la gran mayoría del pueblo. El ayatolá Ali Sistani, de 73 años, es la voz más respetada de la comunidad chiita en Iraq. A menudo es representado por su hijo mayor, Mohammed Rudha.
Queremos que los estadounidenses se marchen lo antes posible, declaró Rudha, quien advirtió que la presencia de Estados Unidos podría transformarse en dominio extranjero.
La peregrinación de Karbala no es política, insistió. Pero el ayatolá Sistani prohibió todas las consignas, salvo una: Iraq para los iraquíes, no al dominio extranjero.
En una oficina cercana, el partido chiita Dawa, no religioso, ofrece una nota más conciliatoria.
El grupo sobrevivió a años de oposición a Saddam Hussein, aseguró su portavoz Hussein Kathem, pero tuvo que pagar un precio. Kathem sufrió la cárcel a fines de los años 80 y sostiene que miles de miembros de Dawa sufrieron la represión del régimen y están desaparecidos.
Kathem puede vivir con las fuerzas estadounidenses, por ahora. Solíamos tener dos principios básicos: expulsar a Saddam Hussein e instalar un Iraq libre y democrático. Los estadounidenses se encargaron de lo primero y nosotros los juzgaremos sobre lo segundo, advirtió.
Es una linda vista, comentó, al ver a un mar de peregrinos pasar por la calle. Los gritos de los chiitas en Karbala se escuchan en todo Iraq, y quizá lleguen hasta Washington. (