Estados Unidos se apresta a dar sus próximos pasos en Medio Oriente, ahora que la balanza del poder regional se inclinó a su favor con sus fuerzas armadas ocupando casi todo el territorio de Iraq.
En Iraq, la prioridad es detener los saqueos en las ciudades para que la población no responsabilice por ellos a las fuerzas estadounidenses. Los desmanes impiden, por ahora, que los iraquíes consideren la invasión estadounidense como una liberación.
Estados Unidos parece decidido a presionar para que Siria cese su apoyo al islámico Partido de Dios libanés (Hizbolá), al que considera potencialmente más peligroso que la red islámica radical Al Qaeda. Además, Washington exige a Damasco la entrega de altos funcionarios iraquíes que supuestamente huyeron a Siria.
De todos modos, no parece factible que el gobierno de George W. Bush disponga acciones militares contra Siria para imponer su política, al menos por ahora.
Más allá de Siria, Estados Unidos apelará a una mezcla de palos y zanahorias para que Irán no ejerza influencia sobre la comunidad chiita de Iraq, mayoritaria en ese país, ni que tome acciones más directas contra la ocupación estadounidense, como sería el envío de guerrilleros a territorio iraquí.
El gobierno de Bush discute cómo presionar a Israel para que acepte el proceso de paz con Palestina establecido en la denominada hoja de ruta, diseñada por el Cuarteto, instancia internacional de mediación integrado por la Organización de las Naciones Unidas, la Unión Europea, Estados Unidos y Rusia.
Washington presentó un frente unido esta semana en reuniones con enviados del primer ministro israelí Ariel Sharon con el objetivo de que Israel disminuya su presencia en Cisjordania y partes de Gaza.
Pero el gobierno de Bush sigue dividido en lo que concierne hasta qué punto Sharon puede exigir que los palestinos cumplan ciertas condiciones antes de que Israel cumpla con sus obligaciones.
A muchos observadores en Washington les sorprendió la falta de preparación de las fuerzas estadounidenses ante el colapso del gobierno de Saddam Hussein, sobre todo respecto del mantenimiento del orden público en Iraq.
Los saqueos fueron generalizados en Bagdad y en otras ciudades. Objetos de valor incalculable desaparecieron de museos y ministerios, incluso después de que Estados Unidos tomara el control de la zona.
El secretario (ministro) de Defensa, Donald Rumsfeld, sostuvo que los saqueos son usuales tras una liberación, pero no ayudó que los soldados estadounidenses defendieran con éxito varios edificios clave de Bagdad, como el Ministerio de Petróleo, mientras abandonaban el resto a merced de los ladrones.
No me queda claro por qué no previeron un brote de violencia como éste, comentó el experto Robert Perito, del Instituto de Paz de Estados Unidos (USIP). Al parecer, se supuso que la policía nacional iraquí seguiría funcionando pese al colapso del régimen.
Perito recordó que los saqueos en Bagdad y en otras ciudades también se registraron tras la primera guerra del Golfo, en 1991, y tras la invasión estadounidense en Panamá, en 1989. Deberían haber sabido que tendrían que pasar rápidamente de librar una guerra a mantener la paz, sostuvo.
Eso se hizo evidente en la ciudad iraquí de Mosul esta semana, donde infantes de marina (marines) estadounidenses dispararon contra la multitud en dos días sucesivos, matando al menos a 10 personas y lesionando a muchas más.
Washington se apresura a enviar a Iraq a cientos de policías militares y especialistas en asuntos cívicos, y comenzó a contratar empresas privadas de vigilancia de Estados Unidos para controlar multitudes y usar fuerza no letal en situaciones volátiles.
El Departamento de Estado (cancillería) comenzó urgentes consultas con sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) sobre su posible participación en una misión para mantener la paz en Iraq, que incluiría hasta 300.000 soldados.
Estados Unidos ya habría recibido el consentimiento de Dinamarca, Holanda e Italia.
En el frente regional, Estados Unidos también parece estar improvisando. El gobierno lanzó varias fuertes advertencias a Siria la semana pasada que parecían expresar el interés de imponer un cambio de régimen en ese país.
A Washington le irritaron varias acciones recientes de Siria, como las frecuentes condenas del presidente Bashar el Assad contra la invasión a Iraq, el supuesto envío de equipo militar y combatientes voluntarios a ese país, y el refugio que, aseguran, otorgó Damasco a altos funcionarios iraquíes.
El gobierno de Bush también cree que el régimen de Saddam Hussein escondió en Siria armas de destrucción masiva.
Al final de la semana, las fuerzas militares de Estados Unidos cesaron unilateralmente el suministro de petróleo iraquí a Siria, y Washington advirtió a Damasco que esa sería la primera medida de varias que el gobierno estaba dispuesto a aplicar si Assad no acataba sus deseos.
El miércoles, el secretario de Estado (canciller) Colin Powell anunció que pronto viajaría a Damasco para expresarle personalmente esos deseos a Assad.
Powell no sólo le exigirá a Siria la entrega de funcionarios iraquíes requeridos por Washington, sino que cese todo su apoyo a Hizbolá y que cierre las oficinas de grupos palestinos musulmanes radicales en Damasco, como el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) y Jihad Islámica.
Al mismo tiempo, Powell le exigirá a Siria que se comprometa a retirar los 25.000 soldados que mantiene en Líbano.
El gobierno de Bush cree que su presencia militar en Iraq no le deja otra opción a Assad que aceptar sus exigencias. Así, el equilibrio estratégico en la región se habría modificado de tal forma que le daría a Israel, e incluso a Sharon, la confianza para aplicar la hoja de ruta del Cuarteto.
Por otra parte, Washington quiere que Teherán no solo no cuestione la ocupación estadounidense en Iraq ni perturbe la futura transferencia del poder a una autoridad civil iraquí, sino que deje de apoyar a Hezbolá.
Para que Teherán acepte, altos funcionarios destacaron esta semana en Washington que fuerzas estadounidenses habían bombardeado a un grupo opositor iraní armado en Iraq, el Mujahadeen Khalq, y que esperaban su rendición para los próximos días.
Les estamos haciendo un favor y esperamos que lo valoren, declaró uno de los funcionarios. (