Estados Unidos, que lanzó la guerra contra Iraq pasando por alto a la ONU, prometió un papel vital para el foro mundial en la posguerra, pero diplomáticos y académicos se mantienen escépticos.
Lo creeré cuando lo vea, dijo a IPS un diplomático árabe en la ONU (Organización de las Naciones Unidas), en referencia a la promesa del presidente George W. Bush de pedir aprobación para sus planes en Iraq a la organización mundial.
Anteriormente, Bush había descripto a la ONU como una potencial sociedad de debate irrelevante, cuando su gobierno intentaba en vano obtener la aprobación del Consejo de Seguridad para lanzar su ataque a Iraq.
Si Estados Unidos realmente regresa al Consejo, será en busca de legitimidad para su 'guerra preventiva' en Iraq, que violó todas las normas básicas de la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional, predijo el diplomático.
El secretario general de la ONU, Kofi Annan, manifestó a la prensa esta semana su esperanza de que la organización tenga una función importante en el Iraq de posguerra para proveer la necesaria legitimidad.
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Pero académicos de Estados Unidos afirmaron que la administración Bush está inmersa en una campaña imperial dentro de Iraq y desea que la ONU se integre al juego, o de lo contrario que se mantenga al margen.
El papel de la ONU será el que permita el gobierno de Estados Unidos, en consulta con Gran Bretaña, sentenció Norman Solomon, director ejecutivo del Institute for Public Accuracy, de Washington.
En otras palabras, Estados Unidos pondrá su mano de hierro y la ONU atenderá algunas tareas humanitarias que autorice la Casa Blanca, dijo a IPS Solomon, coautor del libro Target Iraq: What the News Media Didn't Tell You (Objetivo Iraq: Lo que la prensa no dijo).
Washington utiliza discursos floridos sobre la cooperación internacional, pero en realidad sigue aferrado a su política de dominación a través del poder, agregó.
Las figuras más radicales y unilateralistas de la administración Bush, encabezadas por el vicepresidente Dick Cheney y el secretario de Defensa Donald Rumsfeld, pretenden que el papel de la ONU en Iraq se limite a hacer la limpieza, alimentar a los hambrientos y atender a los enfermos.
Según ellos, el foro mundial no debe participar en la reconstrucción ni decidir la composición de la autoridad interina iraquí.
En los últimos años, la ONU proveyó trabajadores humanitarios, fuerzas de mantenimiento de la paz y administradores en tres puntos problemáticos: Timor Oriental, Kosovo y Afganistán.
Pero la consejera de seguridad nacional estadounidense, Condoleeza Rice, marcó la diferencia.
Iraq no es Timor Oriental, Kosovo ni Afganistán, dijo a la prensa la semana pasada, y agregó que la coalición encabezada por Estados Unidos y Gran Bretaña, no la ONU, tendrá el papel central en el gobierno y la reconstrucción de Iraq, porque fueron sus soldados los que dieron su sangre y su vida para liberar Iraq.
No hay motivos para pensar que Estados Unidos dará a la ONU un papel significativo en el Iraq de posguerra, opinó Mark Lance, profesor adjunto de paz y justicia en la Universidad de Georgetown en Washington, DC.
Washington dejó claro que no permitirá un gobierno chiíta ni la autonomía kurda, y que gobernará Iraq a través del Pentágono (Departamento de Defensa) por un tiempo no especificado, seguido por un papel no especificado para los iraquíes, señaló.
Resulta claro que su objetivo general es la instalación de un gobierno que respalde los intereses de la clase gobernante de Estados Unidos, y no creo que la ONU esté en condiciones de desafiar estos planes, concluyó Lance.
Mientras, el eje antibélico formado por Francia, Rusia y Alemania, exige una función importante para la ONU en el Iraq de posguerra.
Concordamos en que la ONU debe tener un papel central, dijo el miércoles a la prensa el canciller francés, Dominique de Villepin.
Cuanto más unida esté la comunidad internacional, más posibilidades habrá de que el proceso de reconstrucción sea exitoso, agregó.
Si los tres países persisten en su posición, podría producirse una nueva batalla en el Consejo de Seguridad. Francia y Rusia son miembros permanentes del Consejo, con poder de veto, al igual que Estados Unidos, Gran Bretaña y China.
Dado que Iraq todavía está bajo un embargo internacional impuesto en 1990, Washington debería pedir al Consejo el levantamiento de las sanciones de modo de poder utilizar el petróleo de Iraq para la reconstrucción.
Todas las ganancias por la venta del petróleo iraquí bajo el programa petróleo por alimentos de la ONU, que permitía a Iraq la venta de cantidades limitadas de crudo para comprar alimentos y otros bienes humanitarios, permanecen bloqueados en una cuenta de garantía de la ONU. Sólo el Consejo de Seguridad puede cambiar esta situación.
Francia y Rusia ya amenazaron con oponerse al uso de esas ganancias por Washington, en especial si Iraq permanece bajo la ocupación militar de Estados Unidos o un gobierno colaboracionista instalado por Washington.
Incluso Gran Bretaña, el más estrecho aliado de Estados Unidos, advirtió que la reconstrucción de Iraq sería ilegal sin un mandato de la ONU.
Creo que Estados Unidos y Gran Bretaña no tienen derecho, como ocupadores militares, a determinar el uso de las ganancias del petróleo, que están sujetas a la autoridad de la ONU, dijo a IPS Michael Ratner, presidente del Centro de Derechos Constitucionales, de Nueva York.
La ONU estableció el régimen de sanciones y sólo la ONU puede levantar el programa 'petróleo por alimentos', subrayó Ratner.