Estados Unidos anunció que su próxima prioridad en Medio Oriente tras la guerra contra Iraq será reanudar el proceso de paz palestino-israelí, pero algunos halcones de Washington tienen sus miras puestas en Siria.
Aunque el propio presidente George W. Bush aseguró esta semana que su siguiente prioridad en la región será aplicar la hoja de ruta para la paz entre israelíes y palestinos, algunas declaraciones de altos funcionarios en los últimos días sugieren que desean repetir en Siria la victoria militar lograda en Iraq.
El secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, acusó el miércoles a Siria de ayudar a escapar de Iraq a altos funcionarios del depuesto régimen de Saddam Hussein.
La semana pasada, ya había advertido a Damasco que estaba perpetrando actos hostiles contra Washington mediante el supuesto suministro a los iraquíes de lentes de visión nocturna y otros equipos militares.
Los sirios se comportan mal, sentenció el jueves en el Congreso el subsecretario de Defensa, Paul Wolfowitz.
Hay que recordárselos, y si siguen así, entonces debemos pensar… cuál será nuestra política hacia un país que alberga terroristas o criminales de guerra, o que recientemente enviaba equipos a Iraq.
Mientras, los aliados europeos y árabes de Estados Unidos, así como el secretario de Estado (canciller) Colin Powell, quieren que Bush cumpla su promesa de aplicar la hoja de ruta o el plan de paz palestino-israelí acordado a fines de 2002.
El plan fue acordado por el llamado Cuarteto, integrado por la Organización de Naciones Unidas (ONU), la Unión Europea, Rusia y Estados Unidos.
La hoja de ruta propone que la Autoridad Nacional Palestina (ANP) tome medidas para cesar los atentados suicidas contra Israel y mejorar la seguridad, y que Israel retire sus soldados de las zonas palestinas ocupadas, desmantele los asentamientos judíos ilegales y congele toda actividad de colonización.
Tras reconocer a un estado palestino provisional gobernado por el nuevo primer ministro, Mahmoud Abbas, y no por su presidente Yasser Arafat, ambas partes negociarían una frontera definitiva, el estatuto de Jerusalén, los asentamientos y la cuestión de los refugiados, con el fin de crear un estado palestino independiente y viable, junto a Israel, para 2005.
Blair y Powell creen que la puesta en práctica de la hoja de ruta enmendaría las relaciones entre Estados Unidos y Europa, afectadas cuando Bush invadió Iraq sin pedir la autorización de la ONU, y que daría un espaldarazo a los gobiernos árabes que apoyaron la guerra, contra la opinión de sus pueblos.
Los árabes no esperan que Estados Unidos reúna sus fuerzas para obligar militarmente a Israel a cesar su ocupación, pero sí que Washington use su poderío político, económico y diplomático para implementar la 'hoja de ruta', comentó el jueves el diario Los Angeles Times.
La hoja de ruta apunta a que los estados palestino e israelí gocen de la misma seguridad y los mismos derechos nacionales, agregó el periodista jordano Rami Khouri en el artículo.
La pasividad estadounidense ante la colonización israelí de las tierras palestinas ocupadas sólo fortalecerá a los críticos árabes que acusan a Estados Unidos de un doble discurso que sirve principalmente a los intereses proisraelíes, advirtió.
Asesores del Departamento de Estado y de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) previnieron que si Washington no avanza en la cuestión israelí-palestina, avivará la ira y la humillación que siente el mundo árabe por la victoria estadounidense contra Iraq.
A pesar de las declaraciones de Bush el lunes, tras su reunión en Belfast con el primer ministro británico Tony Blair, muchos en Washington dudan que el presidente esté preparado para aplicar la hoja de ruta, como sus socios del Cuarteto le exhortaron hace más de cuatro meses.
A pedido del primer ministro israelí Ariel Sharon, Bush ni siquiera publicó el plan de paz, con el argumento primero de que habría influido indebidamente en las elecciones del 28 de enero en Israel, y luego porque habría interferido con la resolución de la crisis iraquí.
La mayoría de los analistas consideran que el plan peca de optimismo.
Para Uri Avnery, de la organización pacifista israelí Gush Shalom (Bloque de Paz), la hoja de ruta tiene demasiadas etapas que exigen el consenso del Cuarteto, e impone tantas obligaciones a los palestinos frente a los israelíes que equivale a mucho ruido y pocas nueces.
Otros son más optimistas. Es el documento equivocado, por las razones equivocadas y en el momento equivocado, pero es lo único que tenemos, dijo Yossi Alpher, asesor del ex primer ministro israelí Ehud Barak, en el Congreso de Estados Unidos.
No obstante, Alpher cree que el proceso podrá avanzar gracias a la designación de Abbas y si Bush asume un compromiso serio con el mismo, algo que muchos dudan en Washington.
La victoria en la guerra contra Iraq fortaleció en Washington al grupo de los halcones (defensores de la línea dura y unilateralistas, por oposición a las palomas, políticos más moderados y multilateralistas), encabezado por Rumsfeld, el vicepresidente Dick Cheney y sus principales colaboradores.
Los halcones se identifican con las opiniones de Sharon e incluso con sectores más extremos del gobernante Partido Likud, que rechazaron puntos clave de la hoja de ruta.
Además, guardan silencio sobre el plan de paz y parecería que pretenden desviar la atención de Washington hacia otros objetivos del poderío militar estadounidense, especialmente Siria y, en menor grado, Irán.
Pocos analistas creen que Washington quiera atacar a Damasco si no cumple con sus exigencias, aunque el jueves se decía que el Pentágono estaba elaborando planes de contingencia en ese sentido, mientras los halcones argumentan que la balanza regional del poder se inclinó a favor de Washington e Israel tras la guerra.
Ellos dicen: '¿Por qué debemos involucrarnos de inmediato en las negociaciones israelo-palestinas, especialmente con los europeos y la ONU, antes que los sirios, Hizbolá (el grupo radical islámico establecido en Líbano) e Irán tengan tiempo de absorber plenamente el significado de nuestra victoria?, comentó un ex alto funcionario.
Los halcones también tienen fuerte apoyo en el Congreso, donde el lobby israelí, representado por el Comité Estadounidense- Israelí de Asuntos Públicos (AIPAC), ha cobrado fuerza en las últimas semanas.
AIPAC busca el apoyo de republicanos y demócratas en la Cámara de Representantes para que no acepten la hoja de ruta y en cambio exijan a los palestinos el cese absoluto de los atentados contra israelíes y la aplicación de profundas reformas políticas y económicas, antes de obligar a Israel a retirar sus fuerzas y desmantelar los asentamientos judíos en tierras palestinas.
El líder de la mayoría de la Cámara, Tom Delay, incluso pidió a Bush que repudie al Cuarteto. Aunque Bush no pueda hacerlo, las palabras de Delay revelan el interés del Partido Republicano en atraer los votos y los fondos de la comunidad judía con miras a las elecciones de 2004.